EL GRITO DEL AMOR

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En 1987 Fabio Salas llenó un gran vacío en la escena musical chilena, con la publicación de El grito del amor..., primera historia del rock de factura nacional y primera sistematización del desarrollo de este fenómeno musical en Chile.

Una década más tarde reaparece este ya clásico estudio del Underground chileno, una historia que recoge la energía e intensidad del rock en todas sus etapas, en una edición aumentada que contiene, entre otras novedades, estudios inéditos sobre el rock latinoamericano y chileno.

Los cultores de esta música, cuya historia atraviesa ya tres generaciones, encontrarán en las páginas de El grito del amor. Una actualizada historia temática del rock la poesía y el testimonio del movimiento cultural y artístico más apasionante del mundo moderno de fin de siglo.

Fabio Salas, sesentaiochista en la música, Menottista en el fútbol y orgullosamente heterosexual, Fabio Salas, nacido en 1961 en Santiago, es también autor de Cram (poesía, 1988) y Utopía. Antología lírica del rock chileno (1993).

Licenciado en Literatura de la Universidad de Chile, Salas ha desarrollado una vasta labor comunicacional en medios escritos, radio y televisión. Actualmente se desempeña como profesor en la Facultad de Filosofía y Humanidades de esa misma casa de estudios, impartiendo cursos sobre Rock y Contracultura, junto a lo cual posee un espacio en la radio universitaria dedicado a esos mismos temas.

EL GRITO DEL AMOR

El rock debe ser el género musical sobre el que más se ha escrito en el mundo. Las múltiples miradas que admiten sus prácticas performativas, su texto literario y musical, sus formas de producción y de consumo, su articulación social, y su relación con el arte, han hecho del rock un tema favorito de especialistas e intelectuales de la contra-cultura.

En el contexto latinoamericano, se destaca Argentina, Brasil y México por sus publicaciones sobre rock. Argentina y Brasil aportan una nutrida bibliografía de índole periodístico y musical, y México contribuye con aportes realizados desde al ámbito académico.

Si tuviéramos que elegir un cuarto país latinoamericano que se destaca en este aspecto, llegaríamos a Chile, donde podríamos nombrar a algunos periodistas especializados que realizan continuos aportes desde la crítica, la entrevista y la crónica; varias tesis universitarias escritas en la presente década; y a un autor que sobresale por su agudeza, su amplio conocimiento, su originalidad, y su postura inmisericorde, me refiero a Fabio Salas.

Como todo buen estudioso del fenómeno rock, Fabio integra su doble condición de académico y de fanático, es un scholar-fan. De este modo, el compromiso del autor con la materia tratada es total. No necesitaba más que el propio goce de su vasta discoteca personal para haber escrito este libro. Sin embargo, Fabio extiende una mano a la enorme bibliografía existente, seleccionando algunos libros de cabecera, los que trata siempre desde su inquebrantable espíritu crítico.

El autor sitúa adecuadamente el rock dentro de la llamada cultura underground, penetrando con profundidad en los rasgos de una contracultura de sorprendentes raíces milenarias, que es percibido, vivida y narrada por Fabio desde la doble marginalidad latinoamericana.

El libro logra un completo recuento del desarrollo del rock anglosajón, mediante un detallado análisis de las letras de canciones señeras de las principales estrellas de rock de los últimos cuarenta años. Las letras de estas canciones son analizadas a la luz de la postura de sus autores, y de los procesos sociales e individuales que las sustentan, develando la rica relación dialéctica: hombre/arte/sociedad.

Sin embargo, desde su perspectiva netamente literaria, Fabio Salas no puede evitar realizar algunos alcances al rock como fenómeno musical, destacando principalmente aspectos performativos desde los cuales los textos adquieren toda su fuerza liberadora. Es finalmente en el recital rock, ritual dionisíaco de liberación colectiva, donde se consuma este hecho.

Como al propio autor le sucede, a veces resulta imposible aproximarse a la letra cantada desde los paradigmas analíticos de la letra leída. El torrente semi-incosciente que Fabio reconoce en "The end" de Los Doors, por ejemplo, lo lleva a acercarse a otros modos de conocimiento, que finalmente son los musicales. Esa lúcida enajenación del que explora los límites de la condición humana, que el autor percibe en esta canción, se expresa más que en la letra, en una sutil combinación de pedales armónicos, pulsaciones rítmicas, articulación vocal, mezcla sonora/espacial, y estrategias performativas del cantante.

Es que el músico rock tiene la letra de la canción clavada en el cuerpo. Esto lo tiene muy claro Fabio, presentando a este movimiento como un humanismo situado desde el cuerpo, máximo exponente de lo que llama el "energismo" del siglo veinte. A través del libro, el autor realiza una constante referencia a la fuerza erótica del rock, una energía que se abre paso entre las fuertes amarras de nuestra sociedad post-victoriana. La energía vital o Ergon, es portadora de una verdad irrebatible, surgida desde las "pulsiones orgiásticas" del ser humano. Factores somáticos, señala Fabio, como el orgasmo, el gozo, la serenidad, y la plenitud, liberan y enriquecen al ser humano, lo que los hace subversivos a los ojos del sistema reinante.

Esto se suma a la tendencia a ampliar los márgenes de la percepción y disolverse en el todo, apoyada por la masificación del consumo de LSD y de la práctica de la meditación. De este modo, el humanismo rockero adquiere una nueva herramienta de conocimiento, desde la cual se acuña el descubrimiento de que nada es real.

Comienzan los años setenta, nuestros sentidos se ampliaron infinitamente, pero no sabemos qué hacer con ellos. A la desilusión post-sicodélica se suma un horizonte represivo que intenta parar la fiesta. La comuna se dispersa, y las futuras generaciones ya nacerán dispersadas.

Mientras tanto, el músico rock continúa su camino hacia el estrellato, adquiriendo aires de grandeza. La escena rockera se infla, el rock se intelectualiza, se requiere más espacio, más sonido, más tiempo, más músicos. Esto marcará, como señala Fabio, el alejamiento del rock de la comunidad, la que al mismo tiempo, ha dejado de existir.

El desarraigo del rock post-sesenta que tanto destaca Fabio en su texto, corresponde a la desafiliación de las causas colectivas. En su paso de la comunidad a la masa, el rock se ha transformado en leyenda, en una mítica conjunción de un pasado milenario y de un futuro inminente.

De aquí en adelante, el tono del libro no será de celebración. El iluminismo de los sesenta se tornará en angustia. Las flores se han cambiado por chatarra. La historia del rock se convierte, entonces, en sucesivos intentos de reciclaje, pero al leer a Fabio, quedamos con la sensación de que al muerto no se le ha podido revivir.

Desde el punk, definido por el autor como un nuevo estado sicosomático autodestructivo donde se fragua una respuesta límite, pasando por el discurso del contrapoder de la new wave politizada de los ochenta, hasta los sucesivos intentos de reanudar la fiesta con el grunge o con el britpop de los noventa, Fabio nos advierte que no nos engañemos, pues todo está perdido. El problema es, sin embargo, que ya a nadie parece importarle.

La historia del rock es la historia de la segunda mitad del siglo veinte escrita ni por los vencedores ni por los vencidos, sino por los juglares rebeldes, aquellos que transformaron la entretención en discurso crítico, que subvirtieron el orden establecido usando su propio cuerpo, que inocularon un virus liberador en Occidente.

Cuando la historia parecía terminar, Fabio nos sorprende retornando su narración dos veces, primero desde América Latina y luego desde Chile. Si bien escribe desde adentro, pues ahora es un auditor de primera fila, que participa directamente del entorno social del rock que le preocupa, Fabio realiza la tan necesaria e ingrata tarea de evaluar nuestra propuesta rockera desde la perspectiva occidental, y frente a la aguda mirada de Lord Salas, no quedamos muy bien parados.

Nos cuesta salir del período imitativo, no logramos cubrir la brecha tecnológica, llegamos tarde al festín contracultural, nuestra izquierda antiimperialista nos boicotea el camino, nuestra derecha dictatorial nos lo cierra. La espontaneidad, la celebración y la inocencia de la propuesta rockera original, es vivida en América Latina desde una alteridad en pugna, cuya espontaneidad es cultivada, su celebración es reprimida, y su inocencia ha sido mancillada.

Fabio cruza con rapidez por los años sesenta en Latinoamérica, "donde la felicidad estuvo al alcance de la mano", deteniéndose en la cúspide del rock progresivo de comienzos de los setenta, saltándose el período oscurantista, y retornando la historia con el Rock Nacional post Malvinas. Finalmente teníamos una guerra en casa contra la cual protestar.

Si hay algo que destaca Fabio del rock latino es su texto, que define como "lírica electrificada de fervor, deseo y carencia. Fervor de ciudad en primavera, de delirio de vereda y esquina. Deseo del cuerpo, de Viernes por la noche, de auto-stop y discoteca. Carencia de compensaciones, carencia por soledad, por miedo, por odio."

Al llegar a Chile, la pluma de Fabio se afila. Aquí no le cuentan cuentos. El tono del libro cambia radicalmente y el autor pasa a ser protagonista de una historia reciente que todos hemos padecido.

Frente a la seguidilla de buenas intenciones que han marcado la transición a la transición a la transición, Fabio siempre puso su ojo crítico y su oreja escéptica, ganándose las ociosidades de los fabricantes y distribuidores de pomadas. Había que ser positivo, toda crítica era de mal gusto.

Fabio se dedica entonces a desenmascarar poses, diseños corporativos y clonaciones, a dar razones de los sucesivos fracasos, a realizar un descarnado recuento de lo poco que ha quedado, en fin, a situar en una perspectiva más amplia los fenómenos locales con los que tanto nos hemos engolosinado.

Transformando templos en burdas escenografías, penetra como rayo en la autenticidad del artista y de su propuesta. Caen cabezas y guitarras.

Si hay algo que rescatar del rockero chileno, a la luz de la crítica de Fabio, es a aquel que dice la verdad, al que no desprecia con fervor todo lo que ignora, al que ha tenido que comer mierda sin chistar, al que ya murió (como el rock), al que sabe esperar su turno, al que se fue y volvió, al que no es híbrido pero es sincrético, al que no es tonto ni pesado.

Podremos no estar de acuerdo con todo lo que dice Fabio en su libro, pero debemos reconocer que sabe muy bien lo que está diciendo. Podremos discrepar de la perspectiva desde la que evalúa nuestros aportes al rock, pero no podemos negar la validez y utilidad de ella.

La independencia institucional desde la que Fabio ha construido su discurso podrá haberle causado muchas privaciones, pero lo ha hecho fuerte pues ha tenido que construir su propio espacio en la adversidad. Desde su atalaya, Fabio seguirá cumpliendo su misión en esta vida, y todos nos beneficiaremos de ella.

Rockeros, periodistas, investigadores y transeúntes interesados en el rock debieran leer este libro. Después de hacerlo, no seguirán siendo los mismos, no escucharán con los mismos oídos, no comulgarán tan fácilmente con ruedas de carreta.

El grito del amor es un libro sobre la vida, pasión y muerte de un proyecto musical y vital que no pudo evitar ser corroído por los propios males que denunciaba. Sólo una pregunta entonces: ¿Ha sido el rock conducido a su propio suicidio?

El rock ha muerto.

Viva el rock.

Juan Pablo González

Instituto de Música

Universidad Católica de Chile

 

 

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