Universidad de Chile

LA GUERRE DE TROIE N'AURA PAS LIEU:
UNA TRAGEDIA CONTEMPORANEA.

Por Patricia Guerrero,
U. Católica de Valparaíso

Ninguna épica de ningún pueblo ha sido capaz de acuñar de un modo tan rico y completo, lo que hay de imperecedero en el espacio heroico de la existencia humana, su sentido universal del destino y la verdad perdurable acerca de la vida, como la epopeya griega.

Si es cierto que la literatura europea comenzó con los griegos, es igualmente cierto que la base principal de ésta la entregan las obras de Homero.

Homero es el primero y el más grande de los poetas europeos de la antigüedad. Se encuentra en su obra todas las cualidades que caracterizan el arte helénico, y se reconoce la influencia que sus poemas han ejercido en muchas generaciones de griegos, nutriendo su mente e imaginación, y también reconoce la influencia que ha ejercido en la cultura de occidente. No en vano la Ilíada y la Odisea han sido llamadas la Biblia de los griegos. Ambos poemas se constituyeron, tanto en la educación formal como en la educación cotidiana, en parte esencial de su ser.

En la Ilíada no realiza una larga narración acerca de la Guerra de Troya, sino que se contenta con una fase de ella y de esta fase elabora su tema. Homero se centra en la trágica concepción del enfrentamiento de dos caudillos que participan en la guerra, de la perversa arrogancia de Agamenón, la funesta ira de Aquiles y de las fatales consecuencias para su pueblo por esta pelea. Si bien Homero fija su atención en la desavenencia de los dos reyes aqueos, en la desmesura de ambos y en una infinidad de escaramuzas guerreras, no por ello deja de lado los hechos que precipitaron a aqueos y troyanos en esa fatídica guerra. De acuerdo al mito, la Guerra de Troya fue causada por la equivocada acción de París, hijo del rey de Troya, al raptar a la bella Helena del palacio del rey de Esparta, su marido.

Los mitos sirven de instancia normativa, a la cual apela el hombre en su eterno cuestionamiento acerca de su presencia y situación en el mundo. Hay algo en la intimidad del mito que tiene validez universal para el ser humano. Resulta comprensible entonces que autores muy posteriores al cuestionamiento de la problemática del hombre, hayan vuelto su mirada hacia un pasado remoto de la literatura, en busca de inspiración y respuestas.

Estos autores han reinterpretado, desde sus perspectivas y en sus propias creaciones, los temas y los personajes de una literatura que ilustra un pasado que no está pasado, sino que constituye un presente sin tiempo y, por lo tanto, imperecedero para la humanidad. Es el caso de Jean Giraudoux que, tomando como fuente de inspiración (específicamente) las alucinaciones que hace Homero acerca de los hechos que precipitaron la guerra entre aqueos y troyanos y en los personajes que en ella intervinieron, escribió una obra que le permitió ilustrar su propia necesidad poética y filosófica.

El teatro de Giraudoux es eminentemente un teatro de ideas. De acuerdo a esto, en él plantea sus concepciones personales acerca de la situación del hobre en el mundo, y su propia responsabilidad en él.

En un universo literario en que lo trágico se define en la protesta solitaria del hombre contra el mundo en que vive, Giraudoux opone un hombre que realiza un esfuerzo supremo por conciliarse con el universo. Así, si los héroes actuales llaman al hombre a una rebelión común, en su desesperación contra el orden injusto del mundo, los héroes de Giraudoux llaman a la humanidad a la comunión con el Cosmos y a la toma de conciencia de su felicidad.

La pureza, la guerra, la paz, la vida, el amor son los temas mayores que recorren como un leitmotiv el teatro de Giraudoux. A diferencia de otros autores, da poca importancia a la acción, a la invención dramática y a los conflictos psicológicos de los personajes. En general, se apoya en mitos antiguos o en leyendas bíblicas.

Sus héroes, si bien no denotan un estudio psicológico profundo en su elaboración, aparecen dotados de una percepción aguda de las ideas generales y de los problemas esenciales del hombre. Estos personajes se manifiestan voluntariamente embellecidos; los viejos, los enfermos y traidores aparecen apenas. Por el contrario, los jóvenes a menudo, porque la juventud representa la gracia y la vida. Así mismo, los rencores sórdidos, las maquinaciones tortuosas, los celos feroces, que se constituyen en el elemento esencial de los dramaturgos, son borrados del universo de Giraudoux.

Este autor ha tratado infinidad de temas en sus obras, pero si hay uno que haya explotado, éste es el de la guerra entendida como un fenómeno social que se encuentra presente en los estadios más primitivos del hombre, en su presente inmediato, así como en su futuro y que ha causado la desaparición de casi todas las grandes civilizaciones conocidas. Giraudoux a este respecto se adscribe al grupo que Bouthoult designa en su obra "La Guerre", con el nombre de "pacifismo irreverente".

"se esfuerza no solamente en desacralizar la guerra,
sino también de despojarla del inmenso prestigio
que le confiere la literatura épica bajo todas las
formas. Vela su indignación haciendo ridículos los
usos militares, el nacionalismo agresivo, ataca
a los jefes y a sus leyendas"

Giraudoux abomina de la guerra y todo lo que ella significa; por esto, no es extraño que despliegue todos sus esfuerzos para barrer con su falso prestigio. Para él, la guerra no es más que un conjunto de fealdad, mentira y absurdo. Al contrario, rinde un indisimulado homenaje, a despecho de todos los prejuicios, en Héctor, que a nombre de una concepción racional de la dignidad humana, renuncia a todas las nociones peligrosas de susceptibilidad nacional para actuar.

El título de la obra en estudio se denomina La guerre de Troie N'aura pas lieu, título trágico por excelencia ya que traduce, al mismo tiempo, la esperanza junto con la rebeldía del alma humana. No es extraño que su tema sea la guerra, puesto que en la época en que fue escrita, era este hecho el tema y la preocupación del momento. En esta tragedia, escrita entre las dos guerras mundiales, Giraudoux prefigura los vanos esfuerzos que se realizaron para evitar la Segunda Gran guerra. El autor, en la línea vivió la guerra del 14 y como diplomático presenció la segunda. Su obra es el testimonio de un hombre que sabía mejor que nadie que la paz es el intervalo entre dos guerras.

La guerre de Troiè n'aura pas lieu evoca un hecho legendario, universalmente conocido a partir de Homero, de la guerra declarada por los griegos a los troyanos, luego de que el príncipe París, hijo de Príamo, raptara a Helena, mujer del rey de Esparta. Los dos actos de la obra de Giraudoux, podrían servir de prólogo a La Ilíada, ya que, si ésta se refiere al último año de la guerra de Troya, este autor afirma su originalidad preocupándose, no de la guerra misma, sino del período que la antecede y de los vanos esfuerzos que se hicieron por evitarla.

Giraudoux conserva el mito de la guerra de Troya, la intervención de los dioses, personificados por el destino -y cuyo instrumento será la falsa pareja de "Paris y Helena"- a Héctor y Andrómaca y a la legendaria y destructiva pareja de Helena, pero, sin embargo, toda la acción está subordinada a Héctor.

Giraudoux ha dividido su pieza en dos actos solamente. El primer acto, a más de una serie de digresiones filosóficas, se presenta como un acto de exposición en el cual las escenas se encadenan de acuerdo a la estética tradicional de la tragedia clásica.

La acción propiamente tal se inicia con la llegada de Héctor de una guerra- que debería ser la última- victorioso, pero ansioso de paz. Sin embargo, al penetrar a la ciudad, y cuando se apresta a un justo descanso, se entera que un nuevo conflicto está pronto a estallar: su hermano ha raptado a Helena, a quien los griegos están listos a recuperar, por medio de una guerra , si fuese necesario.

Héctor, por el hecho de querer devolver a Helena, aparece como el elemento motor de la pieza. Junto con Helena, se constituye en personaje esencial y es voz del autor. Detesta la guerra y está decidido a todo, a fin de evitarla.

"Hasta esta última campaña no hay un enemigo al que no haya amado (...)
Antes, aquellos que iba a matar me parecían lo contrario de mi mismo.
Esta vez yo estaba arrodillado sobre un espejo. El ejército que he recogido odia
la guerra."

El antiguo y ardiente guerrero, trata ahora, con ahínco y tesón, de resolver cada uno de los problemas que le presentan los belicistas , así como Paris y Helena. Se lleva hasta los límites el combate de la humanidad contra el destino, sin encontrar medio de conjurarlo.

Marido perfecto, defensor de las buenas causas, generoso, obstinado, a los ojos de Giraudoux manifiesta un solo defecto, el ser demasiado humano. Es en la obra, el representante de una humanidad, que debe defenderse contra sus propias "estupideces".

Ante el nuevo problema que se le presenta a Héctor, sólo piensa en resolverlo rápidamente, devolviendo a Helena, pese a los reclamos y negativas de Paris, que en el pasado se ha visto, más de una vez, obligado a terminar bruscamente una relación amorosa inconveniente.

La personalidad de Paris aparece mucho menos trabajada que la de su hermano. Sólo se le conoce como un gran irresponsable, un buen conocedor del sexo opuesto y un perfecto gozador de sus privilegios masculinos.

La primera aproximación de Helena la entrega el mismo Paris que, con palabras exaltadas defiende su derecho a no renunciar a ella.

"No sé si te das cuenta de la monstruosidad que cometes, suponiendo que un hombre que tiene delante de él la posibilidad de una noche con Helena acepte renunciar a ello."

Claramente Paris no tiene intención de devolver a Helena. Se muestra belicoso y rebelde ante su hermano mayor y futuro rey, a tal punto que éste no consigue doblegarlo con amenazas ni con buenas razones. Héctor sólo logra la promesa de someterse al juicio de Príamo.

Peligrosa decisión, puesto que igual como ocurre en la obra de Homero, Príamo también ha sido seducido por la belleza de Helena.

Durante el juicio, tratará vanamente de convencer a su hijo de lo que significa esta hermosa mujer para la ciudad de Troya.

"Querido hijo, mira solamente la muchedumbre y comprenderás lo que es Helena. Es una especie de absolución(...) Si la belleza hubiera estado tan cerca, cerca como está Helena de ellos, no hubieran desvalijado a sus amigos, vendido a sus hijas, ni bebido su Herencia. Helena es su perdón, y su revancha y su porvenir."

Horrorizado escucha Héctor a su padre, pues comprende que la guerra puede estallar por una mujer. Héctor sabe desde siempre que es necesario preocuparse de dos tipos de tonterías, las de los hombres y las que provocan los elementos. Los hombres más temibles son los falsos nacionalistas, los falsos intelectuales y los ambiciosos. Al mencionar los elementos, se refiere a la forma de encarar el destino, del cual, en esta situación, Helena es un instrumento. No cabe duda que Giraudoux expresa su pensamiento a través de este personaje. La escena concluye con la promesa de Paris, ante el rey, de dejar partir a Helena, si ella lo consiente.

A cada nueva escena de la pieza, una nueva victoria parece gravitar sobre la guerra, pero se percibe claramente, tal como lo siente Héctor, que la paz no está en absoluto a salvo, que ella, al contrario de lo que podría parecer, ha retrocedido, en cada escaramuza, un paso.

La primera aparición de Helena no tiene lugar hasta la escena VII, Acto I; en ella Paris, en presencia de un Héctor adusto y silencioso, la interroga, pero ella se muestra distante y poco interesada en los requerimientos del priámide. Responde lo que se quiere que responda, sin comprometerse en absoluto y notoriamente deseosa de que la dejen tranquila.

"Dime que me quieres antes que te deje con él
Te adoro, querido(...) Dime que odias a Menelao...
¿Menelao? Lo odio.
No has terminado. No volveré jamás a Grecia
Repite.
No volverás jamás a Grecia.
No, se trata de ti.
Segura ¡qué tonta soy!. No volveré jamás a Grecia."

La Helena de Giraudoux se manifiesta como un personaje bastante peculiar: coqueta, indiferente y lejana. No es su belleza la que la hace una mujer "aparte", es:

"una de las raras creaturas que el destino
pone en circulación en la tierra para su
uso personal."

Es esta elección la que hace de Helena una extranjera y solitaria entre los hombres. Es en sí una personificación del destino que Giraudoux identifica como una de las "mujeres de historias" tan frecuentes en sus tragedias y de las cuales es mejor huir o alejarlas para impedirles que provoquen ruina y muerte a su paso.

El mito y la epopeya homérica cuentan que Paris ha raptado a Helena del hogar del marido. Giraudoux plantea una variación del hecho, a fin de indicar hasta que punto las cosas podrían haberse arreglado y así evitado la confrontación. Paris , en su visita a Esparta, ha aprovechado el momento en que Helena y Menelao se bañaban desnudos a orillas del río, para llevársela.

Héctor indaga mucho, quiere saber si la ha tomado con su consentimiento o a la fuerza, si ha ofendido a la casa conyugal y la tierra griega. Si el primogénito de Príamo quiere obtener la paz, necesita saber hasta qué punto las cosas se pueden arreglar sin llegar a una guerra.

"no has cometido nada irremediable.
En suma, puesto que no esta vestida
ni una de sus ropas, ni una de sus
cosas ha sido insultada, conozco
mucho los griegos para saber que
inventaran una aventura divina en
honor de la reinita que se bañaba en
el mar y que emerge tranquilamente
después de algunos meses de su
inmersión, con
cara de inocente."

Ese poder que ejercen las mujeres puede ser benéfico o maléfico. Estos efectos que acompañan la acción femenina no se explican sólo por el azar. Giraudoux ha establecido un vínculo entre los efectos buenos y malos en relación con el amor. Cuando la pareja se entrega a un amor verdadero, lógicamente los efectos van a ser positivos; si ocurre lo contrario y el amor es sólo un simulacro, los efectos serán maléficos, no sólo para la pareja, sino para todo su entorno. Helena y Paris conforman la pareja simulada, si se amaran y constituyeran una buena pareja, probablemente este amor, aunque no pudiera conjurar la guerra, le daría un sentido y grandeza, dejando así de ser absurda.

Andrómaca junto a Héctor conforman la verdadera pareja, no se sitúan a espaldas del resto, sino que ambos irradian a su alrededor una luz en pro de quienes los rodean.

El acto II sitúa frente a frente a Héctor y a Ulises, dos jefes deseosos de evitar la guerra y que toman, sin vacilar, el destino de sus pueblos en sus manos. Ambos están conscientes de las amenazas que se ciernen sobre sus deseos de paz, pero están dispuestos a negociar la entrega de Helena.

La acción progresa y se aquieta. Los fabricantes de la tragedia: viejos que no se batirán, juristas, industriales de objetos bélicos, nacionalistas exaltados, parecen reducidos a la impotencia por la voluntad de paz de dos antiguos combatientes, que han sufrido en carne propia los azares de la guerra. Pero su voluntad pacífica choca contra la fatalidad trascendente, concretizada por la voluntad de los dioses del Olimpo y por Zeus, cuya primera manifestación la constituye la presencia de Helena en Troya.

Pronto se verá como la acción se precipita hacia un final absurdo.

El mecanismo de la fatalidad en La guerre de Troie n'aura pas lieu es la fatalidad histórica, imagen de fuerza y azar que escapa de la voluntad humana. Es una fatalidad compleja, confusa, disimulada e hipócrita; verdadero fenómeno colectivo que reduce a la nada toda tentativa individual.

En la obra de Giraudoux , la fatalidad carece de la lógica implacable de la fatalidad griega; la catástrofe se liga aquí a la tontería accidental de un borracho que quiere excitar a los troyanos en contra de los griegos, dando gritos de guerra. Basta con un solo individuo para poner en entredicho las más nobles intenciones pacíficas; al poner en peligro la paz casi lograda, el borracho es muerto por Héctor.

Esta muerte, aparentemente sin importancia, precipita la acción de la tragedia; el borracho antes de morir acusa a un griego de haberlo asesinado. Los teucros cogen al inculpado y lo masacran. Un troyano y un aqueo sin importancia han muerto; ¡La guerrra de Troya tendrá lugar!

Giraudoux no ha tratado realmente de mostrar si la guerra tendrá lugar o no, sino probar cómo y porqué se desencadena ; la obra gira en torno a la consecución de una victoria o lo que viene a ser lo mismo, sobre una derrota de Héctor , sin cesar diferida.

La épica moderna puede reconocer en La guerre de Troie n'aura pas lieu su propia tragedia y la tragedia de las generaciones futuras al poner acento sobre el complejo juego de las fuerzas obscuras y colectivas que gobiernan a los individuos desde siempre. Toda una literatura llamada "del absurdo" se ha referido a este fenómeno, aludiendo toda la sorpresa , reticencia y desencanto del hombre al descubrir, en un hecho a menudo fortuito, la precariedad de su situación en un universo extraño y carente de sentido.

 

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