PRESENTACIÓN VIDEO MUERTE SIN FIN Y PERFORMANCE CLAUSTRO DEL COLECTIVO LA VENTANA INDISCRETA

Por Gilda Luongo

Mi lugar, este que ocupo hoy en esta escena, no tiene más pretensión que mostrar una complicidad vehemente, apasionada y enamorada de la creación de mujeres que piensan, hablan, miran, y desean entrar en la búsqueda múltiple, plural para la instalación de lugares otros; mujeres que se sitúan en la necesidad rebelde de incomodar los territorios en los que persiste la imposición de una voz homogénea, que desde una pretendida autoridad, dice aquello permitido y sancionado.

Un tiempo/ trabajo de mujeres

Hay un espacio/tiempo en el que se sitúa el extrañamiento, cierto desacomodo, es ese borde teñido de lo incierto para el trabajo productivo de sujetos creadoras en nuestro contexto cultural, social y político. Todas las puertas parecieran tener un ruido pesado cuando se entornan para ofrecer un paso hacia su interior. Entonces resistimos esa entrada no queremos estar allí. Nos situamos por ello, al descampado, en la precariedad, casi en el afuera, para intentar construir un lugar propio. Este tránsito, viaje, desplazamiento caótico, las más de las veces, es lo que me seduce porque percibo que tiene una potencia poco apreciada, poco relatada todavía por nosotras. Es curioso, pero al recorrer la memoria construida por mujeres creadoras, en nuestro ámbito, este es un momento que se reitera, pero que se olvida, queda casi innombarado, sin embargo vuelve a pulsar. En esa energía que pulsa desde la negación hacia el intento de afirmación, se incuba la búsqueda de modos, formas, tonos y trazos posibles. Parecemos ciegas de tan a tientas que se hace, sin embargo, en un momento, después algo adquiere su volumen, una presencia y se sitúa como texto, como discurso, como producción llena de deseos, obsesiones, intenciones, llamados, ecos. Estoy hablando, además, de creación colectiva de mujeres. Las feministas italianas hablan de affidamento, bella palabra para nombrar un estilo, una manera posible de relacionarnos entre mujeres. Apela, entre sus múltiples aristas, a la confianza, a fiarse de la otra, a tener fe en aquello que surge desde nosotras. No hay experiencia más intensa, llena de sonidos sutiles y gruesos: quejas, gruñidos, susurros, gritos, risas. Ejercicio potente que impone un viaje obligado desde un yo/tú/nosotras que no es fijo, que es intercambiable y maravillosamente relacional. Este es el momento desafiante que genera movimiento, que despliega flujos diversos, que desata nudos y ata otros. Allí nadie queda en la quietud. Hay una suerte de carnaval popular desplegado que hace imaginar, que impulsa a comunicar, a contar lo que pasó, lo que está pasando. Hay una escucha múltiple que afecta, desde los afectos, que coexiste en esa dinámica, se cruza luego con el afuera del colectivo y se hace visible para cada una de las lecturas. El ojo, el oído, el tacto atento hablarán en la percepción de cada una de nosotras/os. Recibimos aquello producido casi como ofrenda.
El colectivo La ventana indiscreta muestra hoy su primera creación. Esta que todas/os compartiremos hoy. María Eugenia Escobar y Damaris Calderón, son dos creadoras, dos mujeres profesionales tremendas en una intensidad imaginativa, indagadoras en ámbito intelectual desde un impulso estético; en la diversidad de sus voces y tonos, en la diferencia que todo encuentro productivo y colectivo tiene o porta en sí mismo, hay una potencia que seduce. Conversamos y en el relato, ellas hablan de su propósito: generar un lugar/movimiento abierto al trabajo creativo, a la producción interdisciplinar, amplio en la diversidad de posibilidades textuales audiovisuales, de escritura, multimedial, privilegiando la voz y la mirada femeninas. Es necesario agradecer a ellas la osadía, la fuerza para asumir la creación sin necesidad de un capital/dinero que la sustente para ser realizada con seriedad y pasión. Ellas están aquí entre nosotras, creadoras porfiadas, rebeldes, obsesivas, persistentes, y nos provocan en/con su creación. Abren la ventana que no es cualquiera, ya que su atributo está ligado a la indiscreción. Hay en este nombre un gesto atrevido, audaz, temerario, impertinente que niega la discreción como modo o manera de hacer y por qué no de ser, hasta de habitar. Me seduce este gesto provocador en tanto los ojos voyeur juegan y se divierten en ese posicionamiento. Esto resulta inquietante y hasta incómodo o de mal gusto para otros/otras que evitan la exposición. En la ventana indiscreta tal vez no encontremos el tacto, la sensatez o la prudencia. Sí nos ofrece la posibilidad de recrearnos, de disfrutar, de incomodarnos, de instalar el desorden, de inquietarnos profundamente con los artefactos discursivos propuestos. Soy la primera en aceptar el desafío, soy la primera espectadora del video Muerte sin fin. Me gusta ese privilegio. Este artefacto audiovisual reúne retazos de textos de factura diversa y trabajo creativo de cada una de las mujeres involucradas: trazos inquietantes de dibujos, de la letra manuscrita y poesía recitada por una voz inconfundible, Damaris Calderón, investigadora, poeta, artista cubana cuyo impulso creador la anima a resistir en nuestro país; luego el ojo de la cámara que hurga y elabora un recorrido trabajoso, de filigrana como me dice María Eugenia Escobar, la cámara está en manos y en el ojo de Marloré Morán, videasta que porfía en el trabajo con mujeres, que se obliga al ejercicio de impulsar movimiento de mujeres lesbianas en nuestro país; el sonido, espacio profesional habitado por Alejandra Aravena dialoga y golpea en los diversos tonos y ritmos que pulsan en el texto audiovisual; la elaboración del trazado y la edición sensible, inteligente y amorosa está en manos, ojos y oídos de María Eugenia Escobar, investigadora, profesora, creadora en al ámbito escritural y audiovisual. El resultado de este trabajo juega a enhebrar textos bellos que por sí solos también tienen su propio relieve e inducen a ser percibidos estéticamente. El conjunto, armado de fragmentos de fragmentos, resulta provocador, conmovedor en su propuesta de lo que denomina bellamente Damaris Calderón "manualidades". Las imágenes, el texto poético, la voz maestra de la recitación, el lugar del ojo que recorta y dispone provoca e inquieta en la insistencia de la muerte como lugar de habitación posible. Junto al texto audiovisual, Damaris Calderón nos ofrece una puesta en escena: "Claustro", una performance que bien es posible de que ella sola ocurriese en algún otro escenario, también se basta a sí misma. Pero hoy en este armado de textos, nos abre la entrada al video. Damaris elabora un guión que es texto de textos. Funciona como un manifiesto poético-dramático. Ella en la representación viste su cuerpo con un atavío que nos lleva a habitar cierta zona devastadora e inquietante en su exposición. Su cuerpo/gesto/voz provoca aquello que quisieran Jarry o Artaud: el desborde de la emoción que no tiene límite posible. La exposición de la artista en escena nos arroja a un viaje que nos obliga a volver sobre cada uno, cada una, abriéndonos al asombro frente a aquello que somos capaces de sentir.

Gracias.
Abril, 6 del 2001

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