Universidad de Chile

 

La escritura de al lado.
Géneros referenciales.

Por Leonidas Morales T.

 

PRESENTACIÓN

Géneros discursivos "referenciales" llamo aquí a aquellos donde, al revés de lo que ocurre en los ficcionales como la novela, autor y sujeto de la enunciación (o "narrador") coinciden: son el mismo. Hablo de géneros como la carta, el diario íntimo, la autobiografía, las memorias, la crónica, el ensayo, o géneros periodísticos como la entrevista y el reportaje. En todos ellos el discurso opera, invariablemente, con un referente extratextual de diversa identidad: cultural, social, político, literario, artístico, biográfico, etc.

La teoría de los géneros referenciales es de construcción más bien tardía, en lo fundamental del siglo XX, de su segunda mitad más exactamente. El surgimiento del interés conceptual por estos géneros parece estar asociado, en su origen, a la crítica de las vanguardias históricas (primeras décadas del siglo XX) al principio (ideológico) de la "autonomía" del arte, es decir, al cierre de la obra sobre sí misma como orden estético y cognitivo, al "desinterés" que se le atribuye y a su consecuencia inmediata y necesaria: la distancia (separación, diferenciación) que introduce frente a los discursos definidos por sus funciones pragmáticas (1), justamente las funciones propias de los discursos en los géneros referenciales. Una crítica ésta hecha desde la propuesta simultánea de un nuevo tipo de obra, una obra que "desconstruye" las articulaciones ideológicas de su estructura anterior, que no se niega ya a su "contaminación" con formas discursivas que la "autonomía" había mantenido en la exclusión. Distintos nombres han venido identificándola: obra "abierta", "descentrada", "inorgánica", "fragmentaria". En el terreno del arte pictórico, nada como el collage representa mejor el sentido de la crítica y de su propuesta. Y en el de la literatura, es paradigmática la novela de Joyce, Ulises.

Ambas, la crítica y la propuesta vanguardistas, no sólo condujeron a la instalación de otro tipo de obra artística, que a su vez generaría otro horizonte de expectativas estéticas (el nuestro todavía, el contemporáneo), sino que también trajo consigo un efecto importante sobre otra zona del campo institucional de los géneros discursivos: la inevitable reevaluación de los géneros referenciales, hasta entonces domicilio de algo así como la escritura de al lado, jerárquicamente remitida a un lugar estético menor y subordinado en relación al que ocupaba (uno central desde luego) la escritura de los géneros regidos, y privilegiados, por el principio de "autonomía". En otras palabras: los géneros referenciales poco a poco comienzan a hacerse "visibles" como clases de discursos por cuya organización y producción de sentido pueden transitar "también" (y no sólo por la poesía, la novela o el drama) las grandes peripecias de la historia del sujeto, los grandes temas de la cultura, e incluso, por qué no, los grandes modelos estéticos.

El desarrollo de la teoría de que hablo (y, paralelamente, la inclusión progresiva de los géneros de que se ocupa como temas aceptados por sí mismos, académicamente legitimados, en cursos y seminarios dentro del campo del saber universitario, y en coloquios, simposios y congresos como espacios de extensión del mismo tipo de saber) no se ha dado, eso sí, teniendo como objeto explícito la totalidad de esos géneros, o algún grupo de los mismos que pudieran pensarse portadores de propiedades claves para definiciones de conjunto. Por el contrario, ha sido una teoría elaborada alrededor de géneros individuales, con generalizaciones limitadas a tales o cuales aspectos particulares.

Era previsible sin embargo (por el peso de la tradición de la "autonomía") que los géneros elegidos para iniciar esta teoría, fueran aquellos más próximos a los géneros canónicamente "literarios" (de ficción), como la autobiografía y el diario íntimo, ya sea por la ostensible construcción de un sujeto que contienen, o porque entre quienes los cultivan son frecuentes los poetas, narradores o dramaturgos de prestigio, y tales géneros, entonces, aparecían integrados a la "obra" del escritor, o se erigían en "fuente" de información para su estudio. Desde el punto de vista de su teoría, son fundamentales, para la autobiografía, los trabajos de Phllippe Lejeune y James Olney (2), y para el diario íntimo, los de Alain Girard y Béatrice Didier (3). En las últimas décadas han estado apareciendo también análisis teóricos seductores sobre el género epistolar, como los de Janet Altman y Patrizia Violi (4). Faltan aportes comparables sobre otros géneros referenciales de similar densidad cultural, por ejemplo la crónica urbana (de difusión periodística).

No se ha consolidado todavía en Chile una tradición de estudios dedicados a los géneros referenciales. Es cierto que entre nosotros, y a diferencia de Europa y de Estados Unidos, son escasos los diarios íntimos publicados (5), y pocas las autobiografías propiamente tales, pero son numerosos en cambio los epistolarios, las memorias (sobre todo las memorias), incluso las colecciones de crónicas. Sin embargo, quienes se ocupan de estos epistolarios, de estas memorias y de estas colecciones de crónicas, no lo han hecho hasta ahora desde una teoría actualizada del género respectivo, descuidando por lo tanto las relaciones de solidaridad entre los modos de significar del texto de que se trata y las propiedades del género al que tal texto pertenece. Lo que se observa, por el contrario, es la prolongación de un modelo crítico de origen decimonónico, vinculado al positivismo y muy recurrente entre los historiadores, que reduce el interés de los epistolarios, memorias o colecciones de crónicas a su condición de "documentos", de "fuentes" de información para la reconstrucción de determinados momentos de la historia cultural, o para el análisis de otras producciones textuales (más "importantes") de sus autores.

En 1987 se realiza en Santiago un seminario, patrocinado por el Instituto Chileno Francés de Cultura, sobre Autobiografía, Testimonio, Literatura Documental. Los textos que allí se leyeron fueron el material del libro publicado posteriormente por Jorge Narváez como editor, La invención de la memoria (6), varios de los cuales deberían considerarse como el inicio, en Chile, de una reflexión crítica sobre géneros referenciales a partir ya de algunas nociones puestas en circulación por su teoría contemporánea. Y en el ámbito académico, coincidiendo con la reincorporación de profesores universitarios exonerados durante la dictadura, y retornados del exilio con intereses desarrollados en torno a estos géneros, desde los primeros años de la década de 1990 comienzan a dictarse cursos y seminarios, de pre y post grado, y también a dirigirse tesis sobre tales géneros. Estos cursos, seminarios y tesis han tenido, todos, como escenario institucional inicial de despegue el Departamento de Literatura de la Facultad de Filosofia y Humanidades de la Universidad de Chile.

Los textos críticos incluidos en este libro, cuyo tema son algunas realizaciones chilenas de un grupo limitado de géneros referenciales (la carta, el diario íntimo, la entrevista y el ensayo), se inscriben, desde luego, en la breve tradición crítica y teórica inaugurada entre nosotros con la publicación de La invención de la memoria.

 

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