Year 8, Number 30, October 2005

 

Diagnóstico imagenológico del tromboembolismo pulmonar agudo. October 2005.
Article N° AJ30-6

 

 

Introducción


El tromboembolismo pulmonar (TEP), con una incidencia en países desarrollados estimada en 20-25 casos por 100.000 pacientes por año[1,2], constituye según la evidencia disponible la tercera afección cardiovascular aguda en frecuencia luego de los síndromes coronarios y el accidente vascular encefálico. La mortalidad por TEP es mayor con la edad y en el sexo masculino (relación hombre/mujer: 1,24). Sólo en una escasa proporción de estos pacientes (10%) se han encontrado deficiencias de las proteínas inhibidoras de la coagulación y las anomalías primarias del sistema fibrinolítico son aún más raras. Basándose en las condiciones clínicas que preceden un episodio embólico, los pacientes pueden ser divididos en los siguientes grupos[3]: aquellos con TEP aparentemente primario o idiopático (40%), o bien secundario a cirugía o traumatismos (43%), cardiopatías (12%), neoplasias (4%) y otras enfermedades sistémicas (1%). Entre las cusas inmediatas de TEP, la trombosis venosa profunda (TVP) representa por lejos la más importante, y ésta se asocia generalmente a alguna de las situaciones antes mencionadas.

La historia natural del TEP se encuentra aún en el momento actual pobremente definida, debido a que la mayoría de los episodios pasan inadvertidos y a que la presentación clínica muchas veces simula otras condiciones más o menos comunes. Además, la eficacia de los procedimientos diagnósticos no está completamente estudiada, los algoritmos para la aplicación de los diferentes métodos no han alcanzado un consenso y aún la detección necrópsica se ve dificultada por la necesidad de una cuidadosa inspección de las arterias pulmonares, que la mayor parte de las veces no se lleva a cabo. Sin embargo, el TEP constituye una causa significativa de morbi-mortalidad en cualquier escenario clínico, particularmente en el paciente hospitalizado, siendo una razón para ello la extremadamente elevada incidencia de omisiones en la instauración de tratamientos profilácticos adecuados en el paciente con alto riesgo.

El TEP se caracteriza por un espectro continuo de gravedad, dependiendo fundamentalmente del número de segmentos pulmonares afectados. La importancia de llegar precozmente a un diagnóstico es clara si consideramos que la tasa de mortalidad por TEP es menor de 8% cuando la condición es identificada y tratada correctamente, pero llega a un 30% cuando evoluciona sin intervención terapéutica[4]. Por otra parte, hasta un 14% de pacientes sometidos a tratamiento anticoagulante presenta complicaciones hemorrágicas mayores[5], de ahí que esta medicación no puede prodigarse sin que se demuestre un razonable balance riesgo/beneficio.

El propósito de esta revisión es presentar una evidencia actualizada acerca de la eficacia de los métodos diagnósticos para el TEP. Se ha puesto especial énfasis en los procedimientos imagenológicos no invasivos, en vista de la disponibilidad de nuevas técnicas cuya eficacia relativa y ubicación en los algoritmos clínicos aún se encuentra bajo investigación.

 


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