U-noticias
     Sitio Web del periódico de la Universidad de Chile

Otras voces
Palabras femeninas

Editado sobre el discurso de la Prof. Dra. Cecilia Sepúlveda el 8 de marzo en la Casa Central, fecha en que se celebra el Día Internacional de la Mujer.


Prof. Dra. Cecilia Sepúlveda.
Quiero destacar el hecho que ésta ceremonia se realice en una sala tan especial para nosotras las mujeres, ya que lleva el nombre de Amanda Labarca, ilustre educadora y universitaria, mujer adelantada para su época, rebelde, de múltiples intereses, que no se limitó sólo a hablar de los derechos femeninos, sino que abrió importantes caminos de participación de las mujeres, como asimismo, desplegó una gran energía en defender sus derechos durante la primera mitad del siglo XX. Amanda Labarca fue una gran luchadora por la emancipación femenina.

Hay que reconocer que el Sr. Rector se ha preocupado de nosotras las mujeres y no sólo se ha colocado durante su gestión el nombre de dos destacadas mujeres a dos bellas salas de la Casa Central, ésta y la sala Eloísa Díaz, sino que además ha promovido permanentemente la participación de mujeres en altas funciones.

La primera celebración del Día Internacional de la Mujer fue organizada en los Estados Unidos el último día de febrero de 1908. Ese día las organizaciones de mujeres socialistas llamaron a desarrollar enormes manifestaciones públicas para luchar por el derecho de la mujer al voto y por sus derechos políticos y económicos. En 1909, en fecha similar, 2 mil personas asistieron a una manifestación pública para celebrar el Día de la Mujer en Manhattan, Nueva York.


Nadie podría poner en duda que vivimos en una sociedad machista, la que se caracteriza en lo principal por la existencia aún de importantes grados de discriminación y dominación que ejerce el hombre por sobre la mujer, que felizmente pareciera hoy en retirada.
¿Por qué se eligió el día 8 de marzo para cumplir con este objetivo? Los antecedentes históricos para explicar esta decisión no se consiguen fácilmente. Sin embargo, se atribuyen dos hechos importantes como motivo de inspiración para escoger esta fecha. Ambos eventos ocurrieron en la ciudad de Nueva York. El primero fue una gran marcha de trabajadoras textiles en el año 1857. Miles de mujeres marcharon sobre los barrios adinerados de Nueva York en protesta por las miserables condiciones de las trabajadoras. El segundo, ocurrió en 1908. Ese año 40.000 costureras industriales de grandes fábricas se declararon en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos, mejores salarios, una jornada de trabajo menos prolongada, entrenamiento vocacional y el rechazo al trabajo infantil. Durante la huelga, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York. Los dueños de la fábrica habían encerrado a las trabajadoras para forzarlas a permanecer en el trabajo y no unirse a la huelga. Supuestamente estos dos hechos ocurrieron alrededor de la fecha de un 8 de marzo. Finalmente, en 1975, la Asamblea General de Naciones Unidas instituyó oficialmente este día para celebrar a la mujer en todo el mundo. Nadie podría poner en duda que vivimos en una sociedad machista, la que se caracteriza en lo principal por la existencia aún de importantes grados de discriminación y dominación que ejerce el hombre por sobre la mujer, que felizmente pareciera hoy en retirada.

Sin embargo, creo que para que se estructure y desarrolle una sociedad efectivamente democrática y en la cual se puedan realizar plenamente las personas, es imperativo que tanto el hombre como la mujer participen en ella igualitariamente, ejerciendo roles en los que puedan expresar plenamente las libertades positivas y que nos conduzca finalmente al desarrollo del bienestar y la felicidad. Como lo dijo don Andrés Bello, en la inauguración de la Universidad de Chile, el día 17 de septiembre de 1843: “Todas las facultades humanas forman un sistema, en que no puede haber regularidad y armonía sin el concurso de cada una”.

El origen del machismo, a mi juicio, obedece a que durante siglos se ha impelido a los seres humanos a actuar de una determinada manera, por el hecho de haber nacido de uno u otro sexo; y, al incorporar esta óptica, estamos diciendo que lo que le falta a la sociedad que se quiere construir, es incorporar plenamente las demandas de la mujer.

A pesar de los esfuerzos desplegados, aún se observa en la actualidad una notoria baja de la participación que tiene la mujer tanto en los procesos políticos como sociales. En lo que respecta a la universidad, aún nos falta mucho por avanzar. No sólo en nuestra querida universidad se expresa este fenómeno, sino que en la mayoría de ellas ocurre una situación similar. Incluso países desarrollados.


Prof. Dina Cerda Fac. de Cs. Agronómicos, Prof. Lilia Masón Fac. de Cs.Químicas y F., Prof. María Eugenia Pinto Fac. de Medicina, Prof. Cecilia Sepulveda Fac. de Medicina.
Si bien durante los últimos decenios se ha producido un incremento de la presencia femenina en nuestras aulas, debemos señalar que aún nuestra presencia es escasa. De acuerdo a indicadores de Conicyt y del Consejo de Rectores, la proporción de hombres y mujeres en el pregrado ha llegado a ser bastante similar en los últimos años, habiéndose incrementado notoriamente el número de mujeres que acceden a la universidad. Es así como del total de alumnos matriculados la proporción de hombres ha ido disminuyendo hasta alcanzar un 52% y la de mujeres ha ido aumentando hasta un 48%. Lejos están los tiempos en los que había “cupos limitados” para mujeres en carreras consideradas masculinas, como Medicina por ejemplo. Mucho más lejos aún los tiempos en que las mujeres asistían a clases acompañadas de sus madres, como fue el caso de Eloísa Díaz, quien además en las clases de Anatomía debía estar separada por un biombo de sus compañeros hombres. Esa forma de discriminación ha desaparecido de las aulas.

Por otra parte, es interesante analizar cómo algunas carreras, se han ido, por decirlo así, feminizando con el correr del tiempo. Es así como Medicina en la actualidad, y disculpen si me refiero nada más que a las carreras de la salud, lo cual se debe a que dispongo de esa información, con un 46% de alumnas en la actualidad; y, a la inversa, otras tradicionalmente femeninas, como Obstetricia, han ido conquistando un contingente masculino cada vez más numeroso. Es así como hasta 1994 no había ningún hombre en Obstetricia. Recién en 1995 aparecieron tímidamente 4 entre casi 300 mujeres, y ahora ya sobrepasan el 12,5% del total. Bienvenidos los hombres.

La presencia de la mujer en el postítulo y en el posgrado, es preocupante. La mujer tiende a “desaparecer”, sobre todo en el posgrado, traduciendo tal vez la dificultad que implica para la mujer, con múltiples roles a desempeñar, muchas veces sin apoyo, de volcarse a la continuación de sus estudios, con la dedicación y tranquilidad que esto requiere. Según los datos de Conicyt y del Consejo de Rectores, no son pocas las que ingresan a los programas de Magíster y de Doctorado, demostrando su capacidad para sobrepasar los exigentes requisitos de ingreso, pero son bastante pocas las que se gradúan, especialmente las que se doctoran. Además, la distribución por área disciplinaria es muy desigual, existiendo áreas en las que sencillamente no hay mujeres.


Tenemos un gran potencial de mujeres, las que junto con los hombres estamos llamados a contribuir a una Universidad de Chile que lidere el saber y el conocimiento, como asimismo a participar activamente en la construcción de una sociedad mas igualitaria entre los géneros.
Dentro de nuestra comunidad, las mujeres somos sólo alrededor de un 30% del total de los académicos, también distribuidas de manera bastante desigual en las diferentes áreas del conocimiento; así por ejemplo, somos más del 47% en las Ciencias de la Salud y solo alrededor de un 10% en otras disciplinas, como por ej. en Ciencias Económicas y Administrativas. Además, la proporción de mujeres que acceden a los niveles más altos de la jerarquía académica es notoriamente más bajo que el de los hombres; incluso, aún no existen o son muy pocas en algunas disciplinas. De igual manera, nuestra presencia en funciones y cargos directivos es escasa. Si analizamos lo que ocurre con las mujeres investigadoras, observamos que son apenas un poco más del 10% del total de los investigadores chilenos y que los hombres aprueban un porcentaje mayor de proyectos concursados que lo que alcanzamos nosotras, de acuerdo a los datos del Fondecyt. Ahora bien, somos las mujeres del la Universidad de Chile las que presentamos y ganamos más proyectos en Fondecyt, pero creo que debemos reflexionar acerca del hecho que entre el año 1990 y el año 2000, las investigadoras de otras universidades del Consejo de Rectores, presentando menos proyectos, han aumentado el por ciento de aprobación en forma significativa. Una impresión personal es que nuestra productividad es mayor que la de muchos hombres, y si no avanzamos como corresponde en la evaluación académica se puede deber a que nos hacemos cargo de otras tareas, como la docencia de pregrado, lo que no rinde, por lo menos hasta ahora, para avanzar en la carrera académica.

Nos queda entonces un largo camino por recorrer. Tenemos tareas pendientes, entre ellas compartir nuestras experiencias e incentivar la participación de las mujeres en las tareas universitarias. Incorporar la visión de las mujeres y sobre las mujeres en la transmisión del conocimiento humano. Prepararnos mejor para obtener el mayor desarrollo en la carrera académica, atraer más estudiantes mujeres para el postítulo y el posgrado, que constituyan un semillero de nuevas académicas. Atrevernos a participar, creernos el cuento.

Tenemos un gran potencial de mujeres, las que junto con los hombres estamos llamados a contribuir a una Universidad de Chile que lidere el saber y el conocimiento, como asimismo a participar activamente en la construcción de una sociedad mas igualitaria entre los géneros.

Para terminar, quisiera recordar y rendir un homenaje en este día tan significativo, a las numerosas mujeres que a lo largo de la historia, con valor y compromiso han contribuido a despertar la conciencia colectiva frente a la inmutabilidad de la justicia social, a nuestras mujeres Premios Nacionales, pero sobre todo, quisiera recordar a las mujeres anónimas, cuyos nombres tal vez nunca llegaremos a conocer, y en especial a nuestras madres, quienes humilde e incansablemente contribuyen con sus granos de arena diarios a una causa más grande que ellas mismas, motivadas por la convicción de que lo que hacen será en beneficio de todos.








Sitio Web del periódico mensual publicado por la Dirección de Comunicaciones y RR.PP. de la Universiadad de Chile, Avda. Bernardo O'Higgins 1058, teléfono: 6781060, fax: 6781132, e-mail: unoticias@uchile.cl
© Universidad de Chile, 2002