Con bacterias buscan descontaminar aguas residuales de actividad minera y química
El mecanismo de biosorción de metales demostró tener una alta efectividad en la reducción de las concentraciones de estos compuestos en análisis de laboratorio. Por ello, “el desafío ahora es mejorarlo y ampliarlo”, contó el Prof. Davor Cotoras, académico responsable de la investigación.

Prof. Davor Cotoras.
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Ya sea por los desechos domiciliarios,
los provenientes de
la industria o de otras fuentes,
el agua es un recurso que constantemente
se ve afectado por focos
de contaminación. De hecho, cada vez
que se plantea el tema, los metales
pesados generados por la actividad
minera o química saltan inmediatamente
a la palestra. Sin embargo, la
capacidad inventiva de un académico
y de sus tesistas de la Facultad de
Ciencias Químicas y Farmacéuticas
de la Universidad de Chile, da garantía
de que una alternativa de solución
tecnológica a la contaminación del
elemento vital por iones metálicos
está cerca.
A través de un proyecto FONDEF, un
equipo liderado por el doctor en ciencias
y especialista en bioquímica y
biotecnología, Prof. Davor Cotoras, y
el académico magíster en ingeniería
química, Prof. Fernando Valenzuela,
trabajan en pos de descontaminar
aguas residuales generadas por la actividad
minera y química. En todo
caso, no se trata propiamente de una
iniciativa que recién comienza, sino
de un estudio que es la culminación
de una línea de investigación de 15
años.
Los profesionales del Laboratorio de
Microbiología y Biotecnología -encabezados
por el Prof. Cotoras- desarrollaron
hace un tiempo un
biorreactor y un proceso de remoción
biológica o de biosorción de metales
pesados mediante el uso de bacterias,
iniciativas que por su novedad en el
ámbito internacional permitieron en
el 2000 el registro de dos patentes de invención por estos logros.
El biorreactor es un estanque donde
se desarrollan las bacterias, se les aportan
nutrientes, oxígeno y una temperatura
adecuada para su crecimiento.
El proceso, se basa en la capacidad
espontánea de una bacteria para
atrapar los metales pesados e
insolubilizarlos. Esta tecnología
biológica demostró en pruebas de
laboratorio tener una alta efectividad
para descontaminar, comparada con
otros procesos convencionales.
Así, el desafío ahora es desarrollar un
proceso de biorremediación para
descontaminar aguas que sea aplicable
a nivel industrial.
“Nuestra idea con este nuevo proyecto
es mejorar y escalar la tecnología que
ya fue creada. Desde el punto de vista
biológico queremos estudiar cómo obtener
cepas de microorganismos más
efectivas que capten metales. También
queremos mejorar los procesos y contar con un biorreactor de mayor capacidad
que el actual. Con todo esto, buscamos
lograr un escalamiento efectivo
para que el proceso funcione con
efluentes en condiciones reales”, explica
el académico.
Como primera etapa, ya se realizó un
escalamiento del biorreactor. En el
primer proyecto se diseñó un total de
tres de estos estanques de 350
mililitros, mientras que a través de una
tesis recientemente concluida el volumen
se amplió a ocho litros cada
uno. El desafío -hacia el final del proyecto
que dura tres años- es llegar a
diseñar tres biorreactores de 100 litros
cada uno, lo que permitirá el tratamiento
de efluentes de agua de pequeñas
industrias.
Ventajas de la biotecnología
El Prof. Cotoras puntualiza que las
ventajas de la biosorción se basan ensu efectividad para captar los iones
metálicos y en constituir una alternativa
tecnológica conveniente desde el
punto de vista económico.
Los procesos convencionales de tratamiento
de aguas para metales pesados
-señala- son del tipo físico químico.
Sobre ellos, agrega que aquellos
sistemas que son más simples y
de bajo costo tienen la desventaja de
no ser suficientemente eficientes para
disminuir las concentraciones de los
metales contaminantes al nivel de las
normas actuales. Por otro lado, los sistemas
convencionales que realmente
obtienen buenos resultados involucran
costos altísimos.
Respecto al sistema de remoción biológica
de los metales, sostiene que es
más económico tanto en términos de
costos de instalación como de operación
y mantención. “Además, según
los resultados de laboratorio, con esta
tecnología, la concentración de metales
queda perfectamente bajo la normativa
chilena actual”, indica.
Los mecanismos por los cuales las
bacterias captan metales con cargas
positivas como el cobre, cadmio, zinc,
níquel y cobalto, entre otros, son variados.
Existe el mecanismo activo en
el que la bacteria a través de un sistema
de transporte ubicado en las membranas
incorpora metales en forma
específica. Además existe un sistema
de transformación biológica como
ocurre con la reducción de algunos de
los metales pesados.
La biosorción, en tanto, consiste en
un intercambio iónico del metal sobre
la superficie de la bacteria. En este
sentido, otra de las ventajas que ofrece
esta tecnología es que la bacteria
no se ve muy afectada por la toxicidad
del metal o de los componentes
de la solución a tratar. Así puede actuar
por un largo tiempo y cuando la
capacidad de biosorción de la bacteria
se satura, ésta se puede regenerar
mediante un proceso de elusión con
ácido. De esta forma la biomasa queda
apta para reiniciar un nuevo ciclo
de remoción de metales.
Hay que señalar que este sistema
aprovecha la capacidad de las bacterias
para formar biopelículas sobre
soportes sólidos, lo que permite mantenerla
inmovilizada en los procesos
de tratamiento de aguas. Respecto al
proceso en general, hay que decir que
el efluente requiere un pretratamiento
para controlar aspectos como el pH y
los sólidos suspendidos.