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Proyecto es impulsado por Instituto de la Vivienda
Evalúan calidad de vida en conjuntos habitacionales urbanos de Santiago

Investigación a cargo de las profesoras Paola Jirón y Giulietta Fadda proporcionará información relevante sobre distintas variables del entorno que inciden positiva o negativamente en la calidad de vida de hombres y mujeres. Los datos serán útiles tanto para la planificación urbana local como para la gestión habitacional de la ciudad.


Prof. Paola Jirón.
Imagine la siguiente situación: vive en una casa que considera bonita, que tiene un espacio relativamente adecuado para las necesidades de la familia y que usted evalúa como bien construida. Hasta ahí, lo más probable es que si le preguntan por el bienestar que le otorga su vivienda, la respuesta sea positiva.

Ahora bien, traspasando las barreras del hogar, ¿qué sucede si el lugar donde vive no le da seguridad, si no cuenta con espacios para la recreación o con servicios de calidad? Es probable que considerando todos estos factores su evaluación ahora sea distinta o, incluso, diametralmente opuesta a la anterior.

“La calidad de vida de las personas no sólo puede medirse o entenderse sobre la base de aspectos físicos o de infraestructura. La percepción de las personas sobre su buena o mala calidad de vida se funda en la interacción de muchas variables”, explica la Directora del Instituto de la Vivienda de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, Prof. Paola Jirón.

Esta académica, junto a la Prof. Giulietta Fadda de la Universidad de Valparaíso, la planificadora urbana Carolina Devoto y la arquitecta Alejandra Cortés, trabaja actualmente en un proyecto de investigación financiado por FONDECYT que busca diagnosticar y comparar la calidad de vida de las personas, y los factores que inciden en ello, en tres conjuntos habitacionales de la capital orientados a diferentes grupos socioeconómicos.

Para ello se consideran tanto los aspectos objetivos y cuantificables sobre el entorno, como las percepciones de las personas, sean hombres o mujeres, respecto a las distintas variables.

Este estudio comparativo de la tríada calidad de vida, género y medioambiente, tiene como base un trabajo realizado hace algunos años en dos conjuntos habitacionales del Programa de Vivienda Básica en la zona de Pudahuel Sur orientado a un grupo socioeconómico bajo de la población.

En este trabajo las investigadoras consideraron el campo físico, natural, sociocultural y humano con el propósito de evaluar la calidad de vida de las personas.

En este estudio la mayoría de los consultados calificó como mala su calidad de vida, pero las mujeres de este sector popular siempre la percibieron peor que los hombres. Según este análisis, el campo físico que incluye la calidad de servicios, de vivienda y de acceso a la ciudad, fue el percibido como el más positivo, mientras que el campo humano y sociocultural, fue visto como lo más negativo. Ello, en virtud de los problemas sociales que afectan a la comunidad (drogadicción, alcoholismo, embarazo adolescente, entre otros), el sentido de aislamiento del resto de la ciudad, la carencia o dificultad de acceso a la recreación o actividades culturales, entre otros.

Según la Prof. Jirón, la mejor percepción del campo físico, puede atribuirse a que comparativamente a esta área se destinan mayores recursos. La peor percepción de las mujeres, por su parte, podría relacionarse con la mayor permanencia en el lugar y, por ende, al mayor contacto con las dificultades que presenta su hábitat.

A juicio de la Prof. Jirón, el enfoque integral sobre la calidad de vida de las personas, que va más allá de una respuesta a una necesidad básica como una vivienda, es fundamental para la gestión urbana y la gestión habitacional. “Sólo haciendo diagnósticos más claros sobre la calidad de vida de las personas y lo que incide en ello se podrá intervenir de manera más precisa frente a los problemas”, indica.


Triangulación de la información

El análisis comparativo sobre calidad de vida se está llevando a cabo en las comunas de Cerrillos, Pudahuel y Santiago y considera un conjunto habitacional del Programa Chile Barrio, uno de vivienda básica y otro de renovación urbana en el centro de la capital.

Igual que en la investigación previa, se consideraron datos subjetivos y objetivos. Es así como en cada caso hay información sobre la ubicación geográfica de los servicios, tiempo para acceder a ellos, tipo, calidad y matrícula de escuelas, servicios de salud, áreas verdes, calidad del aire, de la vivienda, de higiene ambiental, etcétera. Por otro lado, también se realizaron talleres y encuestas a los habitantes para conocer sus percepciones del entorno y las dificultades relacionadas con la vida cotidiana, como problemas de seguridad, ruidos, recreación y otros. En estos momentos un equipo multidisciplinario trabaja en la triangulación de la información y su análisis, tarea que concluirá en marzo del próximo año.

Todos los antecedentes que arroje el estudio serán de utilidad para detectar tanto las carencias como las virtudes de los conjuntos habitacionales y las posibles intervenciones que -desde una mirada integral de calidad de vida- le competen no sólo al Ministerio de la Vivienda, sino que también se relacionan con el ordenamiento físico del territorio urbano, con los sistemas de transporte, de salud, educación y con la gestión local de los municipios, entre otras.

La sola intervención física de la ciudad no es suficiente, enfatizan. Cuando se construye una plaza -dicen las investigadoras- hay que considerar quién la utilizará y cómo o dónde estará ubicada. Y es que hay ejemplos de parques que, construidos sin valorar su ubicación o detalles de uso, se han convertido en motivos de conflicto entre vecinos o de marginación para algún grupo de edad.

Conocer la realidad de algunos asentamientos urbanos y las necesidades y expectativas de sus habitantes permitirá -a juicio de la Prof. Jirón- realizar sugerencias tanto para intervenciones en el ámbito local como para el diseño de políticas generales. En esa línea, en el marco de esta investigación ya se realizaron convenios con instituciones como el Serviu y Chile Barrio para la transferencia de la información. También esta será entregada a las comunidades porque ellas mismas son actores relevantes en el mejoramiento de su entorno y calidad de vida.








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