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En verano podría reemerger en Isla de Pascua
Acecha nuevamente el dengue

Especialistas de la Universidad de Chile sostienen que además de los programas de vigilancia vigentes en el país -que permiten controlar la existencia de aquellos vectores que trasmiten enfermedades como la malaria, dengue y virus del Nilo- es necesario contar con recursos para identificar a tiempo y a través de una red nacional a los mosquitos infectados.


Prof. Dra. Myriam Lorca.
La primavera atrae a los zancudos, mosquitos que se han transformado en una verdadera pesadilla para las autoridades sanitarias de Latinoamérica. Son vectores de enfermedades complejas que muchas veces pueden causar la muerte de los pacientes. Los Anopheles transmiten el parásito de la malaria, la familia de los Culex está vinculada a las encefalitis virales, que afectan el sistema nervioso central, y los Aedes transmiten el virus del dengue y la fiebre amarilla.

Chile cuenta con un programa de vigilancia que le ha permitido erradicar con bastante éxito estas enfermedades. A no ser por el brote de dengue aparecido en Isla de Pascua el año pasado, nuestro país puede jactarse de ser el único libre de malaria, dengue y fiebre amarilla en el continente, gracias al hecho de haber controlado sus fronteras como ningún otro de la región.

“Históricamente Chile ha tenido programas de vigilancia que lo llevaron a erradicar la malaria en la década de los ’40, mientras que las enfermedades transmitidas por los aedes fueron superadas en los años 60. El éxito de este trabajo se debe a que las autoridades sanitarias nunca se despreocuparon del tema ni bajaron la guardia, como ocurrió en otros países del área. Por eso, cuando nos enteramos hace tres años de que había aparecido el aedes en Isla de Pascua, sabíamos que en el corto plazo tendríamos que enfrentarnos con el dengue. Nuestra prioridad fue hacer una campaña y preparar a los especialistas de la isla, mientras evitábamos que el mosquito infectado pasara al continente”, explica la Prof. Dra. Myriam Lorca, a cargo del Laboratorio de Parasitología y Entomología Médica y Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, que asesora y supervisa al programa ministerial a cargo del control de los vectores.

Según explica la especialista, la vigilancia se hace a través de dos tipos de trampas: ovitrampas -ideadas para captar los huevos de los mosquitos- y las larvitrampas, desarrolladas para controlar sus larvas. Estos dispositivos se colocan en lugares húmedos, sitios sombreados y en espacios estratégicos, como aeropuertos y cruces fronterizos. “Las trampas se han desplegado principalmente entre la I y VI Región, porque corresponde a la zona del país donde hay un clima más húmedo y con temperaturas tropicales y semi-templadas, ideales para la crianza de los zancudos”, señala la académica del Campus Occidente.

El programa también se preocupa de limpiar los cursos de agua de la zona norte y centro del país y de desinfectar aviones, cargas terrestres y portuarias que son fumigadas para prevenir, por ejemplo, la entrada del dengue a Chile continental.

“Además de estas medidas hemos capacitado a los médicos nacionales para que estén atentos a los síntomas de enfermedades que en Chile raramente se presentan y que, por lo tanto, son de difícil detección. Entre el año pasado y hasta la fecha hemos traído a expertos peruanos y cubanos para que dictaran clases a numerosos especialistas del país”, comenta la Prof. Dra. Lorca.

Asimismo, se ha creado una red de diagnóstico que permite a los jefes de programa del ambiente estar en línea con el laboratorio de la Universidad de Chile para así confirmar la presencia de posibles vectores. “Estas personas recibieron la instrucción necesaria para recoger las muestras extraídas de las trampas e identificar los mosquitos. Ellos nos envían por internet las fotos de los zancudos para que confirmemos si se trata o no de un posible vector. Sin embargo, estamos ciertos de que esto no es suficiente.

Necesitamos tener las herramientas para que junto con identificar al mosquito podamos estudiarlo y determinar si está o no infectado. Este es un paso que debemos dar para prevenir enfermedades que puedan causar pérdidas significativas al país, no sólo en costos sanitarios sino también turísticos”, resalta la especialista.

El programa de vigilancia, que supervisa la Universidad de Chile, se ha solventado gracias al aporte monetario de los ministerios de Planificación y Cooperación y de Salud, dinero que no alcanza para estudiar cada vector.

Por ello el laboratorio que encabeza la académica Lorca está postulando a concursos de diversas agencias nacionales (Mideplán, Minsal y la OMS/ TDR), que les permitirían reunir los fondos necesarios para ponerlo en funcionamiento.

“El dinero es siempre escaso. Si bien la escuela sanitaria chilena tradicionalmente ha sido muy buena, los programas de vigilancia han debido funcionar con presupuestos bajos. Nosotros pensamos que los fondos para estos fines no debieran ser concursables sino una prioridad del Estado, parte de una política nacional de salud, ya que el monitoreo continuo es fundamental y debe contar con recursos propios. Por lo demás, no estamos hablando de sumas muy elevadas de dinero, sino de 80 o 100 millones de pesos que sería el costo aproximado para mantener anualmente la red que ya está funcionando e implementar la nueva identificación de los mosquitos, que podríamos llevar a cabo en nuestro laboratorio a través del análisis de las glándulas salivales de los vectores”, añade la doctora.


Los cuidados para el verano

A partir de septiembre, el programa de vigilancia comienza a chequear semanalmente las trampas que ha desplegado en la zona norte y centro del país porque las temperaturas empiezan a llegar a los 20°C, hecho que facilita la aparición de los zancudos.

“En Chile continental no tenemos el mosquito aedes, responsable del dengue y la fiebre amarilla, por lo general tampoco está presente el anopheles, vector de la malaria, aunque a veces se le puede encontrar en la zona norte de Chile donde existe una vigilancia activa del Programa del Ambiente de Arica, pero lo que sí hay es culex, cuyas enfermedades más conocidas son el virus del Nilo, la encefalitis de Louisiana y otros cuadros que han provocado graves problemas sanitarios en Estados Unidos durante la reciente temporada estival”, resalta la profesora.

Según explica, hay un centenar de especies de culex en el mundo y el 40% de ellas es responsable de los virus que afectan al sistema nervioso central del ser humano. “Es difícil que lleguen a Chile aves infectadas, que es la manera de propagación más común del virus del Nilo o de la fiebre de Louisiana. Sin embargo, no podemos descartar su posible aparición, ya que las aves migratorias que vienen desde Nueva York se acercan incluso hasta Perú. Asimismo, no descartamos que los cambios climatológicos que se han producido por el Fenómeno de Niño provoquen que estas aves alcancen zonas ubicadas más al sur del continente”.

En cuanto al dengue se piensa que este verano podría reemerger en Isla de Pascua, por ello se han tomado todas las medidas necesarias para eliminar al vector y prevenir a la población. “El Servicio de Salud y el ministerio han efectuado una campaña muy fuerte.

Hasta ahora se han presentado 621 casos, 132 de ellos confirmados por serología y el resto por nexo epidemiológico, lo que representa una tasa de incidencia acumulada de un 16%. Podemos suponer, que el 50% de los habitantes ya fueron picados por el aedes. Esto es preocupante porque si entrara a la isla un segundo serotipo del virus -en total son cuatro los existentes- podrían presentarse casos de dengue hemorrágico, que puede ser mortal.








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