El médico nutriólogo de la Facultad de Medicina, Prof. Dr. Eduardo Atalah, participa en un proyecto para elaborar alimentos saludables destinados al adulto mayor. Este es el grupo más desprotegido, sin embargo, a juzgar por los patrones de consumo de nuestra población, alimentos de este tipo parecen ser bienvenidos a toda edad.
 Prof. Dr. Eduardo Atalah.
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De acuerdo una reciente investigación
realizada en el Departamento
de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Chile señala que sólo el 10%
de las personas tiene una alimentación
saludable en nuestro país, sin que
existan mayores diferencias según
rango etareo.
Sin embargo, estudios realizados hace
algunos años en la población de adultos
mayores, especialmente de sectores
populares, evidenció que la alimentación
de este grupo de edad presenta
varias deficiencias, entre ellas
un bajo aporte de proteínas, calcio,
zinc, vitamina A y vitamina C, entre
otros nutrientes.
Como una forma de paliar esta situación
el Ministerio de Salud creó en
1999 un programa de alimentación
complementaria para este grupo de
edad que considera la entrega de un
alimento precocido, de preparación
instantánea, elaborado a base de cereales,
leguminosas y una mezcla de
vitaminas y minerales (crema “Años
Dorados”). El producto fue desarrollado
por el Departamento de Nutrición
de la Facultad de Medicina de
nuestra Universidad y actualmente
beneficia a 170 mil adultos mayores
de bajos ingresos en todo el país.
En este segmento de la población
es donde se presentan las más altas
prevalencias de trastornos
cardiovasculares, hipertensión y
osteoporosis, entre otras enfermedades.
Y precisamente la calidad de
la alimentación y los estilos de vida
poco saludables tienen mucho que
decir al respecto, no sólo durante los
últimos años de vida, sino que a lo
largo del ciclo vital.
Para el Dr. Prof. Eduardo Atalah, médico
nutriólogo de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Chile,
la necesidad de mayores intervenciones
en promoción de salud es urgente.
Junto con los profesores doctores
Héctor Araya y Nelly Pak del Departamento
de Nutrición de la Facultad
de Medicina, y académicos de la Universidad
de Valparaíso e Illinois, de
Estados Unidos, y del Laboratorio
Knop, trabaja en un proyecto que
apunta a mejorar la dieta de la tercera edad. La iniciativa está orientada a
desarrollar alimentos funcionales que
incorporan ingredientes o alimentos
naturales que contribuyen a reducir el
riesgo de ciertas enfermedades o que
tienen una acción fisiológica positiva
en la promoción de la salud.
Con mucho sabor
Entre otras características, se trata de
productos que serán bajos en colesterol
y grasas saturadas, con ácidos grasos
omega 3, ricos en calcio y fibra dietética;
todos alimentos que por lo demás
son bienvenidos en diferentes grupos
de edad, sobre todo a la hora de considerar
un reciente estudio realizado en
el Departamento de Nutrición que señala
que sólo el 10% de las personas
tiene una alimentación saludable.
El análisis del Índice de Alimentación
Saludable que utiliza diez parámetros
basados en las metas y guías
alimentarias del Ministerio de Salud,
se realizó en escolares, adultos activos
y adultos mayores de las ciudades de
Antofagasta, Temuco y Santiago,
como tesis de Magíster de la
Nutricionista Anna Christina Pinheiro.
“En resumen, sólo un 10% de la población
tiene una alimentación saludable.
Hay alrededor de un 60% que
necesita cambios importantes en su
dieta y cerca de un 30% tiene una dieta
francamente deficiente. Esta situación
fue muy similar en los tres grupos
estudiados y en las tres ciudades y los
principales problemas de nuestra alimentación
son bajo consumo de frutas,
verduras, lácteos y alto consumo
de grasas, azucares refinados y sal”,
dijo el Prof. Dr. Atalah.
Con él conversamos sobre el proyecto
FONDEF de alimentos funcionales
y, a la luz de los datos, de la necesidad
de la promoción de una alimentación
sana desde temprana edad.
-La idea del proyecto de alimentos
especiales para adultos mayores es
incorporar compuestos funcionales.
Estos ¿qué son exactamente?
-Son alimentos modificados o que
contengan un ingrediente (nutriente o
no nutriente) con una acción saludable
en el organismo. Estamos hablando,
entre otros, de la fibra, por sus
efectos sobre patologías del tubo digestivo;
ácidos grasos omega 3, con
su protección sobre la salud
cardiovascular; y, de los fitoestrógenos,
por sus beneficios en reducción de cáncer
de próstata o de mama. Muchos
de estos compuestos están presentes
en forma natural en los alimentos,
pero también pueden aislarse. Nuestra
idea es tener un producto base que
pueda servir para adicionar a diferentes
preparaciones culinarias.
-Actualmente ya existe un programa
de alimentación complementaria
para el adulto mayor ¿Cuáles
serían las ventajas de estas nuevas
formulaciones?
- En conjunto con el Ministerio hicimos
una encuesta a 2 mil 400 adultos
mayores beneficiarios del programa
de la alimentación. Sus opiniones sobre
el producto fueron bastante positivas,
sin embargo, los patrones de
consumo fueron inferiores a lo programado.
Las primeras presentaciones
fueron una crema de leguminosa
(arveja y lenteja) que puede ser incorporada
a otras preparaciones, pero que
tiene un sabor muy definido, lo que
produce cansancio. Por eso estamos
buscando un producto que sea más
neutro y pueda ser consumido en forma
más regular. La otra ventaja fundamental
es que los nuevos alimentos
incorporan ingredientes funcionales,
los que no están presentes en los
alimentos actuales.
Hay que decir que aparte del proyecto
FONDEF estamos trabajando con
el Ministerio de Salud en desarrollar
una leche de acuerdo a las necesidades
específicas del adulto mayor. Ya
estamos iniciando los estudios en terreno
para ver aceptabilidad y tolerancia.
Creemos que a mediados del 2003
ellos recibirán en la atención primaria
un kilo mensual de la crema “años
dorados” y un kilo de la leche especial
para el adulto mayor.
-¿Es muy difícil que a través de la
dieta habitual el adulto mayor tenga
una alimentación saludable?
- En teoría no es difícil, pero una muy
baja proporción de la población chilena
lo logra y las causas de ello son
múltiples. Aún cuando el Ministerio
de Salud y diversos organismos públicos
han realizado bastantes esfuerzos,
todavía son insuficientes. En un
estudio reciente realizado por Marcela
Araya como tesis de Magíster vimos
que sólo el 4% y 26% de las mujeres
entrevistadas conocían las guías y pirámide
alimentaria, respectivamente.
Habría que hacer mucho más para que
la población tome conciencia sobre la
importancia de una alimentación saludable
y esto efectivamente se transforme
en un cambio de conductas.
-Según el estudio que realizaron la
alimentación es deficiente en todas
las edades. ¿Los alimentos funcionales
son utilizables o bienvenidos
para cualquier grupo etareo?
-En eso no hay duda. Sin embargo, la
preocupación especial por el adulto
mayor se debe a que es un grupo bastante
más desprotegido, donde una
parte importante recibe una pensión
asistencial muy baja y la idea es tener
productos de muy buena calidad y de
bajo costo que les sean accesibles,
pero sin duda un alimento de estas
características es deseable a cualquier
edad.
-¿No será que a futuro para lograr
una buena nutrición terminemos
comiendo fórmulas especiales y ya?
-No lo creo. Los alimentos especiales
o funcionales constituyen una forma
de obtener algunos de los beneficios
de compuestos que están presentes
naturalmente en los alimentos y
se reciben en una dieta balanceada.
Hay que dejar en claro que no es lo
mismo dar un nutriente en forma aislada,
que los alimentos en su forma
natural. Así por ejemplo los beneficios
de comer frutas, verduras no se
reproducen al dar vitamina C, fibra o
caroteno en una cápsula, ya que los
alimentos incluyen muchos otros
componentes. La idea que debe prevalecer
es que una alimentación poco
saludable significa un mayor riesgo
de la mayor parte de las enfermedades
crónicas no transmisibles, como
las patologías cardiovasculares,
gastrointestinales, cáncer, diabetes,
obesidad o hipertensión, entre otras.
Se ha estimado, por ejemplo, que se
podría reducir la incidencia de cáncer
en un 30% en la medida que la población
siga las indicaciones contenidas
en una alimentación saludable.