El Director del INAP, Prof. Osvaldo Sunkel, explicó sobre las oportunidades que
ofrece el estudio del PNUD para una reflexión profunda a nivel nacional con miras
a construir una imagen de futuro o un proyecto país, hasta ahora inexistente, a su juicio.

Prof. Osvaldo Sunkel.
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El último Informe de Desarro
llo Humano para Chile elaborado
por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo
(PNUD), “Nosotros, los chilenos”,
muestra a nuestra sociedad atravesada
por múltiples cambios. Una identidad
nacional más bien desdibujada,
sin una imagen común de país, con
chilenos que se sienten descontentos
o perdedores en el sistema económico
imperante y alejados de la política,
son sólo algunas de las revelaciones
allí expresadas.
Distinto al enfoque tradicional, centrado
en indicadores económicos, este
informe posiciona a las personas en
el centro del debate, haciendo patente
que el desarrollo debe ser por y para
el ser humano. Por ello quizás sus
conclusiones más allá de resultar
provocadoras, reclaman una profunda
y múltiple reflexión.
Precisamente con ese objetivo la Universidad
de Chile realizó el seminario
“Imagen de Chile” en septiembre
pasado bajo el alero del Instituto de
Asuntos Públicos (INAP) de la Casa
de Bello, entidad dirigida por el economista,
Prof. Osvaldo Sunkel. En la
cita, académicos y personeros del
mundo político analizaron y debatieron
el informe, concordando en la
necesidad de crear nuevos espacios de
lo público, que generen “sentidos comunes”,
y de fortalecer a una sociedad
civil que si bien es diversa, puede
articularse para ser creativa y protagonista
de los cambios, de modo que
estos constituyan un significado real
para la comunidad en su conjunto.
Para el Prof. Sunkel quizás lo más
destacable del informe es que pone
sobre la mesa la ambivalencia del desarrollo
o, más bien, una especie de
disociación que éste genera en el individuo.
“El crecimiento económico
ha traído aparejado mejoras en las
condiciones de vida materiales, pero
también consecuencias desfavorables
o no deseadas. Tener más es seguramente
mejor que tener menos, pero
lo cierto es que nos disgustan efectos
asociados al crecimiento económico
como el consumismo, el estrés, el individualismo,
la despersonalización de
las relaciones humanas, la congestión
y contaminación urbana”, explica.
En este sentido -sostiene-, el informe
ofrece una gran oportunidad de “repensar
a Chile y de re-abrir espacios”
para una reflexión profunda que, siendo
urgente, ha estado ausente de la
discusión.
Y es que el Prof. Sunkel coincide con
la idea de que no existe una imagen
de futuro, un proyecto país que logre
entusiasmar. Piensa que el debate ha
estado marcado por el corto plazo y
que más que un proyecto país, lo que
hay en Chile son programas de gobierno.
Por eso, con este connotado académico
abordamos, entre otros aspectos,
el rol de las políticas públicas en este
campo, la acción del Estado como
animador de un proyecto país y cómo
los modelos económicos inciden en
este tema.
-¿Cuáles son a su juicio los desafíos
que plantea para Chile el informe
del PNUD?
-Más que desafíos, plantea la necesidad
y la oportunidad de re-pensar a
Chile, de ver hacia donde vamos. Esto
es muy oportuno porque estamos a
mediados de un período presidencial
y no veo que se inicie una discusión
de fondo sobre nuestro futuro que llegue
a la gente. Se discuten cambios
institucionales en términos de sus
efectos sobre los diferentes sectores
políticos, pero no hay ninguna reflexión
profunda sobre qué espera la
gente, a qué aspira, no sólo en relación
con el crecimiento económico y
el empleo, sino de qué manera se pueden
mejorar las relaciones de trabajo,
las oportunidades para los jóvenes, la
integración social, la sustentabilidad
ambiental, cómo enfrentar la
globalización.
-¿Comparte la idea de que no hay
una visión de futuro o un proyecto
país?
-Sí. Creo que nos hemos dedicado
todos estos años al corto plazo. Primero
fue el tema político de recuperar
e instalar la democracia. Por otro
lado, en lo económico, se ha apuntado
a los problemas de la estabilidad
macroeconómica, de enfrentar los vaivenes del comercio exterior. Pero
¿qué va a ser Chile dentro de 20 años?
¿Será un país moderno y con un fuerte
desarrollo científico y tecnológico?
¿Seguiremos exportando cobre o nos
vamos a insertar a la economía con
productos elaborados? ¿Tendremos
un desarrollo cultural que nos permita
que nuestra música, teatro, libros y
diseños conquisten el mundo?
Cuba, hace algunos años tuvo un enorme
desarrollo de su capacidad científica
en el área médica y también en el
deporte. Ahora es exportador de servicios
de este tipo. Nosotros, en Chile,
aún tenemos muy poco que ofrecer.
-¿Usted se refiere a que aún falta
una apuesta de país, en términos
transversales?
-Claro. No ha habido propuestas de
esta naturaleza ni en la oposición ni
en la Concertación sobre lo que podríamos
llamar un proyecto país, el
país soñado, el que podríamos ser si
nos lo propusiéramos en función de
lo que tenemos y lo que el mundo nos
permite. Eso no lo veo desde hace
mucho tiempo.
-¿Y usted lo ve como un problema
de la Concertación que ha sido gobierno
durante los últimos doce
años?
-Mire... la Concertación no ha tenido
la capacidad para generar ese debate,
ha hecho programas de gobierno, pero
no ha logrado configurar un proyecto
país, y cuando hablo de proyecto país
me refiero a uno que entusiasme a la
gente. Yo pertenezco a una generación
que comenzó a trabajar en Chile en
los años 1950 cuando se había forjado
un gran proyecto país. Nosotros
estábamos trabajando por un país que
iba hacia la modernidad, la industrialización
y el desarrollo. Era un país
que a nosotros, jóvenes entonces, nos
prometía un futuro atractivo, que
ofrecía oportunidades y espacios para
realizar múltiples tareas comunes de
bien público.
Todo eso se hacía a través de una acción
muy poderosa de un Estado que
era el animador de un gran proyecto
nacional innovador a través del cual
se iba construyendo una nación, una
identidad, un futuro. Después vino la
etapa neoliberal donde la visión de
futuro era precisamente al revés. El
Estado debía reducirse y el sector privado
y el mercado tenían que hacerse
cargo del desarrollo, y las personas, a
través de su propia iniciativa y creatividad,
iban a generar eventualmente
un país floreciente. De hecho, vivimos
también una etapa de gran entusiasmo con esa visión de futuro.
-¿Cuál es el camino ahora? ¿Hacia
donde deberíamos transitar, entonces?
-En los períodos de la década del 60
o 70 el instrumento era la planificación.
El país produjo un plan nacional
de desarrollo. La planificación era
la forma de hacer la política pública.
En la etapa neoliberal se plantea por
el contrario que la empresa privada
debe encontrar sus orientaciones a través
del mercado. En la última década
se comienza nuevamente a sentir la
necesidad de una acción más amplia
del Estado, ahora por medio de políticas
públicas. La educación, la inserción
internacional, el transporte público,
la superación de la pobreza son
todos grandes temas donde se han formulado
y aplicado políticas de largo
plazo, de Estado, pero falta mucho
para organizar un conjunto coherente
de políticas que constituyan una visión
de país, de futuro. La del “Bicentenario”
ha generado algunas propuestas
en esa dirección, sin embargo
no ha terminado de cuajar en un
llamado que entusiasme a los chilenos
a pensar el Chile que queremos.