Universidad de Chile

 

INTIMIDAD URBANA, HUELLAS DE LOS ÚLTIMOS POETAS DEL SIGLO VEINTE.

Por Bernardo Chandía Fica y Sergio Rodríguez Saavedra,
Sociedad de Escritores de Chile.

 

PRIMERA PARTE: Ruta al centro de la ciudad

Formarse una idea de la complejidad en sus variantes de la actual lírica chilena es dilucidar la motivación -casi genética en nuestra sociedad- que provoca el acto reproductor de una especie en extinción, cuyo nacimiento fue absolutamente ineluctable y marca sin duda el devenir del milenio que sigue.

Autores de variado registro, cuya obra viva, carnal, es depositaria de una continuidad, que lleva sin embargo sus voces, a un estado de avance, cuya disputa cubre el arco que va desde el giro casi tribal y apoético de Yuri Pérez (1966) hasta el canto que vertebra la poesía de búsqueda étnica de Jaime Huenún (1967), autor que a pesar de su carácter "inédito" tiene una obra vastamente conocida gracias a la publicación en revistas y antologías. Promoción llamada "Generación del 80", "Generación del 87", "Poetas de los noventa" o "Generación Apagada", definida por desarrollar sus experiencias vitales bajo el signo socio-cultural y político de los 80tas, tiempo de arrebañar bautizado por los medios de comunicación masivos como "apagón cultural" y que cronológicamente correspondería a quienes pasaron su preadolescencia y juventud entre el golpe de estado y el triunfo del "NO" en octubre de 1988. De acuerdo a las etapas tradicionales de nuestros colegios son quienes acaban de entrar en la educación media en 1973 y quienes aún no salían de ella cuando Patricio Aylwin asumió la primera magistratura, es decir, nacidos entre 1960 (Mauricio Barrientos) y 1970 (Javier del Cerro).

En este intento por desentrañar y descubrir a esta generación literaria chilena que toca poner el candado al fin de siglo y al milenio, el poeta y crítico Sergio Saldes Báez nos dice: "el proceso formativo de ella se desarrolla bajo dictadura, nuestra educación media y universitaria -los que la tuvieron- fue durante la dictadura, por tanto, todo el sistema con que fuimos formados fue el sistema que la dictadura implantó. Es una generación que no tuvo exiliados, ni relegados, y ésa es una de las razones de por qué desde el punto de vista de la escritura de la obra, el tema del '73 no aparece. El golpe no es una experiencia vital, directa para nosotros". "Nosotros -continúa Saldes Báez- aún estamos en proceso de gestación o de emergencia -como se dice actualmente- , pero aún así nosotros hemos entregado una concepción de la poesía diferente en Chile, en términos que los poetas de la tradición y estoy pensando en figuras emblemáticas mayores como serían Lihn y Teillier, que son poetas que hablan claramente desde el yo, son líricos. Nosotros tenemos una perspectiva diferente, no es el yo, sino que una figura, una entidad que habla y eso es diferente. Hay una voz que habla y que no es necesariamente la voz del yo, identificable con la persona del poeta. De lo que habla nuestra voz es de un mundo épico, así como la épica clásica de Homero es Grecia, nosotros hablamos del fin de siglo y para eso no usamos un yo lírico, sino un yo textualizado".

Sus primeras obras aparecen entre 1987 (1) y 1997, cuya recepción es escasa, sin interlocutores directos como ocurre hoy; fenómeno reflejado en revistas, suplementos, programas radiales, etcétera, destinados exclusivamente a los jóvenes; sino que más bien significó salir de las sombras sin ver ninguna luz, como diría Pedro Araucario -fallecido prematuramente en 1995- "Crecimos huérfanos, sin padrinos que nos sirvieran de amparo. Recogimos de donde pudimos un poco, intentamos darle forma al caos cultural y social". Este proceso crea entonces un primer gesto de diferencia con los anteriores, en palabras de Óscar Galindo, una "renovación escritural que intenta re-situar las prácticas poéticas desarrolladas en el contexto del régimen anterior". Pasamos lentamente del hombre que critica la sociedad el régimen militar para ser más justos con la verdad, al hombre, que aislado, da cuenta de su propia duda, quizás la huella que tanto suicidio deja en el inconsciente colectivo de los poetas. Sin duda un paso feroz y a la vez demarcatorio en autores tan distintos como Sergio Parra, Bernardo Chandía Fica, Lorenzo Peirano o Malú Urriola, cuyas obras más extensas permiten este tipo de apreciación. Se comienza a interpretar el nuevo mapa de la ciudad, sus códigos se hacen más explícitos en la escritura e incluso irrumpen en un tiempo indeterminado al interior de sus muros, que en definitiva es el interior de su hombre. El poeta serenense Arturo Volantines, en un artículo dedicado a Ciudad Poniente, texto evidentemente urbano, nos plantea que dicho uso permite "hacer una ácida crítica desde la marginalidad...No sólo integra a su espacio poético el pasado remoto, sino que incorpora un "blade runner": un territorio enloquecido". Descripción que no puede dejar de transitar en obras como Húsar, Respirando Callejones o Dame tu sucio amor, textos claves en esta genealogía.

No hay absoluta ruptura cuando existe continuidad, sin embargo estos poetas rompen con una poesía explicativa de los hechos para dirigirse tácitamente a un habla de gestos mínimos, de economía del lenguaje, cuya función es indicar que el cambio comenzó por dentro. Si bien las relaciones se experimentan con autores de precedencia reciente (Francisco Véjar-Jorge Teillier; Adán Méndez-Nicanor Parra; Malú Urriola-Eugenia Brito; Rodrigo Sanhueza-Rodrigo Lira, etc.), también encontraremos tabiques más gruesos, donde la igualdad está dada por el uso del neomanierismo -que desde Enrique Lihn viene acaparando la creación- y la diferencia es marcada por las experiencias que cada época depositó en las poéticas de unos y otros. Se deja sentir sobre todo en segundas obras, las escrituras más controvertidas dan paso a su reflexión expresiva en el caso de Guillermo Valenzuela y Pedro Araucario o pasan a lo inédito como ocurre con Felipe Moya o Raúl Muñoz.

El sentido de ciudad planteado anteriormente es ya un punto de sustento, pues como dice Jesús Sepúlveda, poeta y estudioso de la poesía emergente radicado en EE.UU. "una generación no sólo se constituye por el hecho de que en un momento determinado emerge un grupo de creadores(as) con edades y fechas de publicación próximas, sino también por la pertenencia a una cierta visión de mundo, asimismo, por la posesión de una sensibilidad, un lenguaje y una formación relativamente similares". Esto, porque a pesar de la gran extensión territorial hablamos de autores eminentemente urbanos, donde la ciudad es otro espectro, es parte del área marginal:

"Los dos bajamos por otra botella/ Él ya había tomado ese color gris/ que da la ciudad de Santiago de Chile". El autor de este fragmento, Sergio Parra (1964), a través de Los Patios Traseros, texto final de su primera publicación, apunta otra característica común: una suerte de solidaridad con estos habitantes anónimos y desgajados de las urbes, seres abandonados al concreto o al eterno barro del invierno. Desde el extremo sur Harry Vollmer (1966) nos entrega una situación no muy diferente: "Si pudiera empezar nuevamente/ este poema de lluvias,/ La noche no estaría en él/ y las mujeres no dormirían/ en el barro".

En un espacio así, los sentimientos, el amor y la fe, sufren una suerte de estado de sitio: son actos riesgosos. Dios cae en tela de juicio, no es el Dios que tarde o temprano llega a nuestros poetas anteriores, es otra sombra en el pavimento, "Alumbra el espectro de Dios" dice el mismo Sepúlveda en su poema Relación del Reino de la Tierra del Sol. Más sentencioso es Bernardo Chandía, que en Evocaciones de un Dios Cansado, fuera del título, nos dice que su única sabiduría consiste "en saberse crucificado".

SEGUNDA PARTE: Máquina urbana.

La gran mayoría de estos poetas fueron profesionalizando su oficio en medio de un evidente vacío externo, de un silencio inquietante que incluía por supuesto la generación inmediatamente precedente. A pesar de ello lograron abrirse camino usando una multiplicidad de recursos que finalmente penetraron el medio. Crearon revistas alternativas(2), usaron el comic y la música sintetizada, participaron en recitales y encuentros con la cultura y el arte, fueron miembros y dirigieron talleres literarios comunales o universitarios, editaron sus primeros libros con el alternativo pero práctico sistema de la autoedición, incorporaron la publicidad a su obra, se impusieron con artículos de opinión y crítica literaria en diversos medios de comunicación escrita(3) y organización de eventos con uso de multimedia, o sea, una opción cultural que supone un abanico más amplio de experimentación, cuya depositaria es finalmente la sociedad actual.

En opinión del poeta y crítico Jaime Lizama esta generación se proyecta dando forma a la figura de la urbe: "en su forma periférica y precaria y, al mismo tiempo, en su reflejo distorsionado a través de la pantalla; el punto donde la ficción y la realidad son intercambiables y reversibles, alimentándose una a la otra, en ese ejercicio cómplice y finalmente perverso. Así, la lengua madre, la norma, la institución dejan de ser el paradigma y el dogma de toda inscripción y de todo significado textual... lo decisivo de su singularidad consiste en su gesto tribal, escénico, urbano y bárbaro, infinitamente menos libresco y revisteril que las anteriores generaciones poéticas...Carecen de toda hermandad, de toda solidaridad beata, de capilla o grupo; carecen en definitiva, de todo culto a alguien, siendo su único rito la ciudad, la urbe, ciertas zonas y lugares de origen y de pérdida".

Otro de los rasgos característicos hasta el momento es esa negación a levantar líderes o figuras emblemáticas que los representen. Entre estos autores no hay quienes se arriesguen a copar la escena nacional. Pareciera ser que para ellos la publicidad exagerada desvirtúa la realidad, porque ella destaca como consagrados a quienes tal vez no lo son. No olvidan el fenómeno Zurita, quien se tragó casi todo el espectro poético de la generación del 73, eclipsando a otros que el tiempo se ha encargado de ubicar en sitios destacados de la literatura nacional (José M. Memet, Diego Maquieira, Tomás Harris, etc.)

Pero recapitulemos: la urbe está presente con fuerza, también lo está la necesidad de representar y evaluar el fin de siglo. Sin embargo el dolor pareciera ser la flecha que recorre a casi toda esta promoción de escritores. Es un dolor generalizado que incluye figuras sicológicas, socio ambientales, filosóficas. Un dolor terriblemente desamparado, que se logra ver a sí mismo causando más dolor, no terror, sino que por el contrario se reiventa, se desarticula para luego reformularse. Es un dolor que involucra a todo lo sucedido durante el siglo que termina, guerras, hambruna, sufrimientos. Es un dolor que nace y se hace para convertirse en madre de todos los dolores y por lo mismo en perdonadora de todas las culpas. Así podemos ver que Bernardo Chandía Fica habla de "Un dolor turbio sin saber entregar/ otra cosa que dolor,/ un accidente seco/ que hace crecer los huesos/ y entibia las tumbas vacías"(4). Malú Urriola dice: "Así me hallarás, cortada por metales punzantes/ igual que una ramera/ con un mal olor en el corazón"(5). Lorenzo Peirano nos dice: "Cuántos años he comido barro/ y me he callado sin temblar./ Cuánto tiempo me tardé en escribir/ la crucifixión de mi propio cuerpo/ y elevarme por sobre los despojos y la nada"(6). José-Christian Páez pregunta: "¿Dónde están los cuchillos del alma?/ ¿Dónde los guerreros que incendian y mutilan?/ Necesito asesinarme con una palabra de sangre"(7). Pavel Oyarzún agrega: "Me he desplazado en este tiempo./ He saltado de herida en herida,/ casi a ciegas./ He dejado vísceras y osamentas a la vista,/ en estos desplazamientos míos./ He construido la poesía de la carroña"(8). Finalmente tenemos a Sergio Rodríguez Saavedra que describe a ese hombre que protagoniza la ciudad: "...Hojas descifradas como mensajes subversivos/ temblando frente al juez de turno, mujeres/ más bien dispuestas para envejecer/ que para tener algo de sexo. Madres barriendo restos de botellas,/ que más no somos: unas almas/ quebradas por todas partes"(9).

TERCERA PARTE: Vertientes sobre el alquitrán.

Las vertientes más iluminadas a la luz de las publicaciones de este conjunto de autores son aquellas que se desprenden del leit motiv urbano. Entre ellas un lenguaje complejo y más propio del habla callejera ligada al punk inicial de Felipe Moya o Raúl Muñoz y cuyo estilo enuncia una POÉTICA DE CALLEJÓN, en la cual implicamos a Jesús Sepúlveda, Yuri Pérez, Malú Urriola, Harry Vollmer, Rodrigo Sanhueza, Nadia Prado y zonas de Víctor Hugo Díaz y Guillermo Valenzuela sobre todo en Fabla Graffity. Una propuesta situada definidamente en calles y sitios donde la noche es un slogan más de la violenta soledad con fondo de The Cure, lugares de origen o desarraigo que finalmente pasaron a ser snob o nuevos centros comerciales como ocurrió con Matucana 19, voces que en general representan la crónica roja de esta juventud: "Quédate de este lado de la avenida, por acá, en las luces /intermitentes de las sombras, los brazos de los muchachos/ estampados de heroína, las bocas infectadas de dolor y los ojos/ en otros paraísos." (10)

Otra plenamente urbana, con rasgos en su mayoría descriptivos que podríamos catalogar como una balada al gris, un mirador santiaguino por antonomasia, una POÉTICA DE LA CIUDAD en su totalidad, en sus seres y sus gestos que guardan aún residuos de la infancia y se plantea hasta el día de hoy por su futuro, cuya respuesta al parecer requiere todavía de más descubrimiento o desnudez, incluso en el caso de Pedro Araucario llegamos a una actitud de propuestas urbanísticas concretadas a través del trabajo del Taller Urbano (11).

En estas habitaciones encontramos a Sergio Parra, Santiago Elordi, Sergio Rodríguez Saavedra, Lorenzo Peirano, Bernardo Chandía Fica, Leo Lobos, Mercedes Gamboa, Javier del Cerro, Horacio Eloy más una considerable muestra de autores, incluso más jóvenes como Antonio Silva o Julio Espinosa Guerra cuyas poéticas derivan de estos estilos: "Esta es mi ciudad./ Aquí acostamos fotografías/ y nuestros cuerpos recogen niebla/ cuando hacemos el amor./ Es un río cuyo origen desconocemos/ que escurre lentamente cada invierno/ mientras aquel rapaz que puede ser mi hijo/ corre por Maipú mojado/ en busca del sol cansado del poniente."(12). "Aquí, todo el cielo ha masticado,/ todos los pájaros han perecido;/ cierto vendedor ha logrado que lo idolatren/ y cierto santo ha muerto junto a las putas."(13). "todos sabíamos que en la ciudad no era fácil/ el vómito era el camino,/ el amor había que dárselo a las plantas".(14) En esta propuesta el tiempo se ha ido con mayor vigor hacia segundas o terceras publicaciones como lo demuestran las obras publicadas en 1998-1999(15). En cercanía y distancia podemos agregar a Ernesto Guajardo que junto a Alejandro Lavquén mantienen la actitud de trinchera de la llamada "poesía combatiente" que en los años de régimen militar contrastaba con esta triste y oscura historia participando en actos por la libertad de los presos políticos, los desaparecidos o la defensa en suma de los derechos humanos en una misma figura: "Ahora mi cuerpo es una caja abierta/ y cerrada,/ una ventana por donde nada se anuncia./ Siguen siendo mis ojos los que algo intentan:/ me detengo frente a los espejos/ como un desesperado/ que entre los vehículos y los edificios/ se agita./ Camino por estos lugares/ como un desaparecido".(16). Interesante resulta constatar que la totalidad de los autores pertenecientes a este estudio, mantuvieron una actitud directa o indirectamente, de repudio al régimen militar que ocupó Chile durante 17 años. Decimos actitud porque ellos participaron en las protestas de los años ochenta, fueron parte o crearon agrupaciones culturales cuya función era la organización social desarrollando un trabajo de mediano plazo que apuntaba a recuperar la democracia para el país por la vía pacífica. Sin embargo esta actitud práctica no se vio reflejada en términos generales en una poética partidista, antimilitarista o panfletaria como sí lo hizo la generación anterior llamada del 73 o NN.

Paradójicamente, estos autores ligados a medios de comunicación masivos, no cayeron en la vorágine macondiana que envuelve la narrativa, su propuesta, por el contrario, se ha ido adscribiendo a fenómenos sociales más sicológicos como el miedo, el suicidio o la soledad del cemento, de este modo el poeta de la postmodernidad expresa el rechazo a una cultura neoliberal y a un modelo social que antepone el dinero a los valores del espíritu, y lo hace a través de propuestas alternativas de publicación, lectura y actualización de los espacios tradicionales. Incluso en el caso de Leo Lobos ha dado lugar a los trabajos multimediales del mismo destino con artistas plásticos y bailarines formando el colectivo de arte Pazific Zunami, a finales de 1998(17).

Aquí es necesario apuntar un dato histórico. Estos poetas sintieron ilusión con el regreso de la democracia el año 90, pues la estuvieron esperando largos años bajo un sistema que usaba el miedo y la muerte como herramienta política. Ese año, 1990, suponía el regreso de las libertades individuales, sociales, políticas, de hecho las campañas publicitarias hablaban del advenimiento de la alegría para toda la gente. Sin embargo ello contrastaba con las noticias internacionales que anunciaban el fin de las utopías, la real desaparición de la Unión Soviética, el final de la historia. Todo ello traería una hegemonía en todos los aspectos del hombre de parte de las potencias económicas mundiales. En dichas circunstancias estos poetas optaron por la cautela, observaron los hechos internos y externos y definieron sus pautas de trabajo artístico en respuesta a lo que se venía: una globalización o "nuevo orden mundial" que implicaba que todos éramos consumidores y consumidos simultáneamente, momento representado también en la voz del conjunto musical Los Prisioneros (fenómeno discográfico del rock chileno la pasada época) o el cine de Andrés Wood (Historias de fútbol) por citar un símil más reciente. En el actual momento, llegando al 2000, encontramos a todos estos escritores mostrando de distintas formas lo que sucede, denunciando lo que pasa, describiendo la falta de valores humanistas, la corrosión de los sentimientos, representando los gritos de los que no tienen palabra. Suponemos que la poética que sigue a esta oscuridad debería ser, dependiendo del curso de los acontecimientos, una poética de soluciones, de compromiso definitivo y estable con los que sufren, de un optimismo que incluya al amor en sus distintas manifestaciones y al ser humano como eje de los cambios.

Otro paréntesis en cuanto a las tendencias, cuyo posicionamiento ha ocurrido en forma menos notoria pero con mucha seguridad, corresponde a autores de concepciones más teóricas, en cuya corriente encontramos la flotación abstracta de Marcelo Novoa, Sergio Saldes, Jaime Bristilo junto a estética más formal o conservadora de José-Christian Páez, Andrés Morales, Manuel Andros, etcétera, molde éste que se identifica con las escrituras de Arteche, Massone, Herrera, Quilodrán, por apuntar a quienes tienen dicha tradición. La poesía de este conjunto de autores la denominaremos DE LA FORMA. Aquí debemos remitirnos al momento en que la antipoesía hace su entrada y polariza notablemente los objetivos que se venían planteando, que gesta, a su vez la mantención de la vía formal y de búsqueda de belleza como contra respuesta. Es una poética refinada, de necesidad de términos más bien fonéticos, postura que rasguña en ocasiones el hermetismo: "Escribo/ cuentos de fantasma/ que la historia me devuelve/ Cuentos/ cuya sangre se detiene en nosotros/ mientras/ la noche se dibuja en los vidrios/ y nadie vuelve/ a dejarnos nada" (18).

También no deja de tener su espacio una POÉTICA DE RAÍZ ÉTNICA o neo étnica, que desde hace algunos años viene circulando preferentemente desde la zona sur de nuestro país, es así como en los poemas de Bernardo Colipán, Jaime Huenún y Leonel Lienlaf, en parte de Pavel Oyarzún y Sergio Rodríguez se defienden las causas de la tradición o su pérdida en definitiva. Interesante es constatar las desviaciones de los primeros trabajos de los autores más reconocidos e iniciales por lo mismo, hablamos de las poéticas de Clemente Riedemann, Elicura Chihuailaf, el nortino Arturo Volantines, como la ciudad se va introduciendo, abriendo fisuras desde las cuales ya no entra en discusión el imaginario indígena sino el abandono cíclico que se reduce a la historia: abandono del terruño por parte de las nuevas generaciones hacia la ciudad los cuales a su vez quedan abandonados en la urbe convertidos en reponedores de supermercado, mozos en bares, empleadas domésticas o conscriptos sin oficio dados de baja en la ciudad de sus sueños: "No quedó más /que juntar tus pedazos/ Nunca se olvidará el día que volviste al campo/ De tu rostro pálido resbaló una lágrima de alquitrán".(19). Creemos que el logro de esta postura está en trasladar la historia pasada al cambio presente, una lectura en pleno proceso de aprendizaje.

Como suele ocurrir, hay autores difíciles de clasificar incluso a manera de ejercicio, quizás los "sincrónicos" que alguna vez definiera Juan Cámeron y en cuyo eje podemos señalar la opera prima de Roberto Morales, Antichton (20), que fuera de los artificios iniciales, es una contundente muestra de la poesía ligada a las búsquedas que iniciara en nuestra patria literaria Juan Luis Martínez. Nos corresponde también justificar la presencia subrepticia de aquellos que se alejan del rango establecido y que hemos nombrado y considerado en este artículo. La primera justificación es que efectivamente han participado en forma directa en diversos proyectos considerados de relevancia para esta generación como son los encuentros en distintos puntos del país o las ediciones de revistas donde podemos destacar Piel de Leopardo. Aquí surge otra vertiente, la amistad fruto del trabajo en conjunto, que muchas veces se ha confundido o han confundido la obra. En el caso de Alexis Figueroa nos parecen más claras sus vinculaciones con la valiosa poética de Tomás Harris que con los integrantes de Piel de Leopardo, lo mismo ocurre con el propio Horacio Eloy, Manuel Andros o Andrés Morales quienes tienen una relación, quizás más dialógica, en cuanto a edades y motivos, con la generación precedente que con la que hemos estudiado. Sin embargo, fieles a la historia que transita por las páginas de revistas y antologías, optamos finalmente por incluir sus nombres en esta muestra como una forma de entregar información fidedigna y ofrecer la posibilidad de dialogar con el espíritu crítico de los actores.

Para finalizar y, explicadas las bases fundamentales, es necesario decir que el trabajo artístico de esta generación-promoción de escritores chilenos ya hace tiempo deja atrás el apelativo de "en gestación" para asumir responsabilidades y entregar sus nuevas propuestas. Creemos que esta generación es la última más importante de la centuria que termina, después de la llamada generación de 1950, en cuyo recuerdo no podemos dejar de mencionar a Eliana Navarro, Enrique Lihn, Efraín Barquero, Estella Díaz Varín, Armando Uribe y Jorge Teillier.

Estos escritores saben que "la poesía es un arma cargada de futuro" y también saben que un país sin poetas y sin poesía sólo es un bonito paisaje. El tiempo y los lectores en su momento tendrán la última y definitiva palabra, lo que sí se puede decir ahora es que la tradición poética de Chile puede seguir descansando sin grandes sobresaltos.

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NOTAS:

1) La Comarca de los Senos Caídos, de Víctor Hugo Díaz; Chile-Léctrico Luz, de Felipe Moya; Lugar de Origen, de Jesús Sepúlveda, etc. volver

2) La Grieta, La Punta de Buque, Piel de Leopardo, La Batea, El Huarén de Macul, El Bastardo, Contramuro, Pájaro Verde (de Pto. Montt), El Ladrón de Corriente, Jerigonza, Garúa, Caliope, etc.volver

3) Jaime Lizama y Luis Ernesto Cárcamo en La Época. Francisco Véjar y Lorenzo Peirano en Pluma y Pincel y El Mercurio. José-Christian Páez, Bernardo Chandía y Sergio Rodríguez en El Siglo, La Época y La Nación. volver

4) Poema del libro Evocaciones de un Dios Cansado. Mercado Negro Ediciones, Santiago, 1998.volver

5) Poema del libro Dame tu Sucio Amor. Surada, Santiago, 1994.volver

6) Poema del libro Respirando Callejones. Ediciones Literatura Alternativa, Santiago, 1990. volver

7) Poema del libro Cinco Poetas Jóvenes. Ediciones Ateneo de Santiago, Santiago, 1997.volver

8) Poema del libro La Jauría Desquiciada. Punta Arenas, 1993. volver

9) Poema del libro Ciudad Poniente. 1ªedición, Ediciones Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos Biblioteca Nacional, 1998. 2ªedición, Ediciones Leutún, Santiago, 1999. volver

10) Del libro Dame tu Sucio Amor, Malú Urriola. volver

11) El Taller Urbano fue una iniciativa cultural que surgió durante la década de los 80 la cual editaba la revista Contramuro y organizaba eventos de plástica, música y literatura. volver

12) Del libro Ciudad Poniente, Sergio Rodríguez Saavedra. volver

13) Del libro Respirando Callejones, Lorenzo Peirano. volver

14) Del libro Las Azoteas del Miedo, Bernardo Chandía Fica. volver

15) Mandar al Diablo al Infierno de Sergio Parra, Ciudad Poniente de Sergio Rodríguez Saavedra, Perfil de Muros de Isabel Gómez, Las Azoteas del Miedo de Bernardo Chandía Fica, Hija de Puta de Malú Urriola, etc volver.

16) Por la Patria de Ernesto Guajardo. Ediciones La Cópula, Santiago, 1997. volver

17) Muestras espontáneas u organizadas de diversas disciplinas artísticas como los trabajos de Horacio Eloy y la Agrupación Ciudadanos, los organizadores del Festival Huachaca, Agrupación Barracón, etc. volver

18) Del libro Versos de Escalera de Isabel Gómez. Editorial MD, Santiago, 1994.volver

19) Del libro Zonas de Emergencia (antología), Bernardo Colipán. Página Dura Ediciones, Valdivia, 1994. Sobre el particular, tanto Colipán como Huenún han publicado recientemente en la Editorial Universidad de Santiago, por lo que su presencia deja de ser ficticia.volver

20) Ediciones Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos Biblioteca Nacional, Santiago, 1998. volver

 

AUTORES CORRESPONDIENTES A LA MUESTRA

1. Patricio Abels 1962
2. Enrique Acuña Gerli 1966
3. Jorge Héctor Alvarado 1963
4. Manuel Andros 1957
5. Pedro Araya Riquelme 1969
6. Julio Araya Toro 1967
7. Pedro Araucario 1963-1995
8. Alvaro Báez 1962
9. Mauricio Barrientos 1960
10. Heder Binimelis 1970
11. Jaime Bristilo Cañón 1969
12. Luis Ernesto Cárcamo 1963
13. Jorge Carrasco 1964
14. Julio Carrasco 1969
15. Javier del Cerro 1970
16. Bernardo Chandía Fica 1965
17. Bernardo Colipán 1967
18. Luis Correa Díaz 1961
19. Eugenio Dávalos 1961
20. Bárbara Délano 1961-1996
21. Hernán Díaz Bustamante 1967
22. Nicolás Díaz 1970
23. Víctor Hugo Díaz 1965
24. Mauricio Electorat 1960
25. Santiago Elordi 1961
26. Horacio Eloy 1955
27. Guillermo Fernández 1966
28. Alexis Figueroa 1956
29. Luis Andrés Figueroa 1960
30. Mario Flores 1955
31. Kurt Folch Maass 1970
32. Oscar Galindo 1961
33. Mercedes Gamboa 1967
34. Mario García 1964
35. Bernardo González K. 1957
36. Eduardo González 1965
37. Claudio González 1965
38. Rosa González Baeza 1964
39. Isabel Gómez 1959
40. Dicky Hogge 1964
41. Jaime Huenún 1967
42. Juan José Irarrazabal 1962
43. Isabel Larraín 1964
44. Alejandro Lavquén 1959
45. Lionel Lienlaf 1969
46. Alvaro Leiva 1967
47. Jaime Lizama 1954
48. Leo Lobos 1966
49. Sergio Madrid 1967
50. Ricardo Mahnke 1961
51. Bala Manríquez 1962
52. Adán Méndez 1967
53. Marcelo Merino Falcón 1969
54. Jorge Mittelmann 1970
55. Mónica Montero 1966
56. Andrés Morales 1962
57. Roberto Morales 1970
58. Felipe Moya 1967
59. Miguel Naranjo 1970
60. Marcelo Novoa 1964
61. Sergio Ojeda 1965
62. Pablo Olivares Díaz 1968
63. Pavel Oyarzún 1963
64. José-Christian Páez 1962
65. Marcelo Paredes 1966
66. Sergio Parra 1964
67. Amante Eledín Parraguez 1956
68. Ana Partal 1960
69. Lorenzo Peirano 1962
70. Yuri Pérez 1966
71. Nadia Prado 1966
72. Francisco Quiroz 1964
73. Juan Ramírez Van Dorp 1969
74. Alejandra Rebolledo 1964
75. Jaime Retamales 1958
76. Américo Reyes 1960
77. Juan Pablo del Río 1964
78. Marcelo Rioseco 1967
79. Eduardo Robledo 1963
80. Marcelo Rojas Belmar 1970
81. Ricardo Rojas Behm 1961
82. Iván Rodríguez 1961
83. Luis Rodríguez 1969
84. Sergio Rodríguez Saavedra1963
85. Sergio Saldes Báez 1961
86. Genaro Sandoval 1955-1997
87. Rodrigo Sanhueza 1969
88. Cristóbal Santa Cruz 1957
89. Gonzalo Santelices 1962-1998
90. Galvarino Santibáñez 1959
91. Wilfredo Santoro 1961
92. Ana María Sepúlveda 1969
93. Jesús Sepúlveda 1967
94. Antonio Silva 1970
95. Leonardo Soto Calquín 1970
96. Malú Urriola 1967
97. Guillermo Valenzuela 1961
98. Ivonne Valenzuela 1969
99. Eduardo Vasallo 1963
100. Ignacio Vásquez 1963
101. Francisco Véjar 1967
102. Víctor Vera 1967
103. Harry Vollmer 1966
104. Eduardo Wood 1961-1997