Universidad de Chile

 

LAS ENUMERACIONES BORGEANAS (o algunas notas para leer la "diversa entonación" de la narración de El Aleph en la obra de J.L Borges y algunas consecuencias que de allí se derivan)

por Elena Águila.
Department of Modern Foreign Languages and Literatures, Boston University

 

"Ante la cal de una pared que nada nos veda imaginar como infinita
un hombre se ha sentado y premedita trazar con rigurosa pincelada
en la blanca pared el mundo entero: puertas, balanzas, tártaros,
jacintos, ángeles, bibliotecas, laberintos, anclas, Uxmal, el infinito, el cero".
J. L. Borges, "La suma"

 

Si hubiera que elegir una imagen que sintetizara la obra de Borges, ésta no sería, como muchos podrían suponer, el "laberinto", sino el Aleph, señaló Alberto Manguel en una conferencia en Boston University (otoño, 98). Mi personal recorrido por la obra de Borges me hace estar de acuerdo con esta afirmación.

En lo que sigue quisiera explorar en la obra de J. L. Borges (en algunos de sus textos, Dios me libre de toda pretensión de exhaustividad, sobre todo en este caso) las diversas formas en que en ella se inscribe el proyecto de "escribir el Aleph" o, dicho en otras palabras, narrar la totalidad (el universo, ¿dios?).

En esta búsqueda de la escritura del Aleph, me detendré especialmente en el examen de las enumeraciones, recurso que se reitera en relatos y ensayos de Borges, cuando de "narrar" el Aleph se trata. Parafraseando la tan citada frase borgeana, se podría decir que quizá la obra de Borges es "la historia de la diversa entonación de algunas metáforas". Me interesa, entonces, la diversa "entonación" con que la ¿metáfora? del Aleph aparece en distintos textos borgeanos (y el examen de las enumeraciones, pienso, puede darnos algunas claves para leer esas "entonaciones").

Reflexionar acerca de estas distintas entonaciones, me permitirá, acaso, apuntar algunas notas en torno a la filiación (o no) de Borges a la posmodernidad.

Escribir el Aleph: el proyecto de C. A. Daneri (y Borges)

Una lectura (una más) de El Aleph (cuento publicado el año 1949, en un libro del mismo nombre), resulta imprescindible para mis propósitos. Quisiera traer a la memoria lo siguiente: en este relato asistimos a la doble narración de una misma historia. Primero con una "entonación" irónica, luego con una "entonación" seria", por así decirlo. Mediante este procedimiento, este cuento establece dos modalidades en que el tema del Aleph aparece en la obra borgeana.

Esta "narración por repetición", nos permite distinguir, con bastante claridad, dos partes en "El Aleph", y en ambas encontramos el recurso de la enumeración, las célebres listas borgeanas. En la primera parte, se hace referencia, con ironía y distante humor, al poema que escribe Carlos Argentino Daneri: "El poema se titulaba "La Tierra"; tratábase de una descripción del planeta…" (1) (619); "Este se proponía versificar toda la redondez del planeta" (620). Al comentar una estrofa de su poema, Carlos Argentino Daneri llama la atención de su interlocutor (Borges) sobre uno de los procedimientos que ha utilizado: "…un procedimiento cuyo abolengo está en la Escritura, la enumeración, congerie o conglobación" (619). Será el procedimiento que Borges, narrador-personaje de "El Aleph", utilizará para referirse a la "vasta empresa" de Carlos Argentino: "…en 1941 ya había despachado unas hectáreas del Estado de Queensland, más de un kilómetro del curso del Ob, un gasómetro al norte de Veracruz, las principales casas de comercio de la parroquia de la Concepción, la quinta de Mariana Cambaceres de Alvear en la calle Once de Septiembre…" (620).

En la segunda parte del relato, se produce un cambio de "tono". Borges, el narrador-protagonista de esta historia, que en forma tan despectiva se ha referido al proyecto de Carlos Argentino, se ve enfrentado a la misma tarea: comunicar la experiencia de haber visto "el Aleph", esto es, "uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos", "el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos" (623).

"Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato; empieza aquí mi desesperación de escritor" (624), señala el narrador, y reflexiona sobre las posibilidades y límites del lenguaje cuando se trata de narrar la totalidad del universo (las mismas palabras, con ligeras variaciones aparecerán en "El Congreso", relato publicado en El libro de arena, veintiséis años después). El problema es irresoluble, concluye. "La enumeración siquiera parcial, de un conjunto infinito", es por definición imposible. Como imposible es representar, en la sucesividad del lenguaje, la simultaneidad de la experiencia de "ver el Aleph". Pero Borges lo intenta, y recurre para ello, como no, a la enumeración: "Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña…" (625).

Tenemos, entonces que, en la primera parte del relato, se nos presenta el poema de Carlos Argentino como un intento "ridículo" de comunicar el Aleph. El proyecto de escribir el universo, representar la totalidad, es, aquí, objeto de burla y distante ironía. Luego, la narración cambia de tono y el narrador emprende el mismo proyecto al que antes se ha referido en tono de burla. En ambos casos, se utilizan enumeraciones, pero la que se refiere al poema de Carlos Argentino nos parece un chiste, mientras que la que intenta Borges (narrador-personaje), parece muy seria (tal vez, ya no tanto, por tanta lectura, pero tratemos de leerla, aún, desde la perspectiva de su contraste con la que se refiere al poema de Argentino Daneri).

La escritura del dios

En la misma serie de relatos que constituyen El Aleph, encontramos "La escritura del dios". Quisiera llamar la atención sobre ciertos paralelismos y repeticiones entre este relato y El Aleph (y también sobre una significativa diferencia).

En primer lugar, el espacio: en El Aleph, la experiencia de "ver la totalidad", tiene lugar en un sótano oscuro; en "La escritura del dios", todo transcurre en una cárcel oscura, ubicada también bajo tierra. Allí, Tzinacán, narrador y protagonista del relato, se empeña en descifrar la "escritura del dios", que, según su parecer, debería consistir en una palabra plena, total: "Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo"(598). Si en "El Aleph" se nos presentaba un punto que contiene la totalidad del universo, ahora se trata de una palabra (una escritura, un lenguaje) con similares características (cómo no apuntar aquí que este asunto reaparece una y otra vez, con distintas "entonaciones", en la obra de Borges).

En "La escritura del dios", asistimos, entonces, a la narración de una experiencia similar a la relatada por el narrador-protagonista de El Aleph. Y los recursos para expresarla son también similares. Primero, la expresión de la dificultad de comunicar la experiencia de percibir la totalidad: "Entonces ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión con la divinidad, con el universo (no sé si estas palabras difieren)…" (598). Luego, la enumeración: "Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro Común. Vi las montañas que surgieron del agua…" (599).

Sin embargo, hay un elemento de El Aleph que no aparece en "La escritura del dios": la distancia irónica, la ridiculización del tema de la narración del universo. En mi lectura, al menos, no percibo ningún elemento de humor en este relato. Aquí, la "entonación" no es doble, es una, y es "seria".

La enciclopedia, la biblioteca, la memoria

La sombra del Aleph, por así decirlo, se proyecta hacia atrás y hacia adelante en la obra borgeana. En Ficciones, serie de relatos publicada el año 1944, y en la que se reúnen dos series, "El jardín de los senderos que se bifurcan" (1941), compuesta de 7 cuentos, y "Artificios" (1944), integrada por 9 narraciones, e motivo del Aleph se anuncia, en mi opinión, bajo otros nombres.

En "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", cuento que abre la serie de "El jardín…", entra en escena la imagen de la "enciclopedia", que volveremos a encontrar muchas veces en la obra borgeana. La "enciclopedia" puede ser vista como una de las formas en que los seres humanos han intentado "narrar el universo", "nombrar la totalidad". Y, bien pensado, las enciclopedias no consisten en otra cosa que en vastas enumeraciones, sin duda, caóticas, cuyo único "orden" está dado por el alfabeto.

En este relato, se menciona una enciclopedia ficticia que contendría "la historia total de un planeta desconocido". Para dar una idea de esa "totalidad", una vez más, se recurre a la enumeración: "Ahora tenía en las manos un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas, con sus emperadores y sus mares…" (434).

La otra imagen que nos remite a los afanes humanos de aprehender el universo, y que también constituye un tópico borgeano, es la de la biblioteca. En "La Biblioteca de Babel", cuento que también pertenece a la serie de "El jardín…", esta imagen se desarrolla ampliamente. La narración se abre estableciendo unaidentidad entre biblioteca y universo: "El universo (que otros llaman la Biblioteca)…" (465). El narrador-protagonista busca el "Aleph", esta vez imaginado bajo la forma de un libro, "acaso (el) catálogo de catálogos". "Infinita", "interminable", "eterna", "total", son atributos de la biblioteca-universo. Para intentar describirla, el narrador no dejará de intentar una enumeración, esta vez de la serie infinita de los libros de la biblioteca: "la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos…, el evangelio gnóstico de Basílides…, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas…" (467).

De los relatos que conforman la serie "Artificios", sin duda "Funes, el memorioso", es el que más nítidamente nos permite insistir en nuestra pesquisa de las distintas formas en que aparece el motivo del "Aleph" en la obra borgeana. De nuevo el narrador enfrenta el desafío de narrar una totalidad, un absoluto, un universo infinito. Si antes era un punto que contenía todos los puntos del universo, o una palabra/escritura que contenía el universo, o una enciclopedia que compendiaba la historia total de un planeta, o una biblioteca que contenía todas los libros, ahora se trata de una "memoria total": la de Funes. No deja de llamar mi atención que también Funes esté inmóvil (como el personaje de "La escritura del dios"--incluso hay una referencia a la condición de Irineo Funes como la de un "eterno prisionero") y en la oscuridad (como la del sótano de "El Aleph" y la cárcel subterránea de "La escritura del dios").

En "Funes, el memorioso", el narrador utiliza la ya citada expresión que suele anteceder los intentos de narrar estos "objetos totales": "Arribo, ahora, al más difícil punto de mi relato." (487). Y luego, recurre a una serie de enumeraciones parciales para intentar dar cuenta del carácter "total" de la memoria de Funes (el paralelismo entre la estructura de la narración y el uso de las enumeraciones en "Funes…" y "El Aleph" ha sido descrito más detalladamente por Silvia Molloy en su libro Las letras de Borges--cf. 203).

Quisiera destacar aquí, las referencias a una serie de proyectos de "clasificaciones (catálogos) totales" que aparecen en este cuento, pues éstas constituyen una de las formas de las enumeraciones más específicamente borgeanas. El narrador menciona dos proyectos de Irineo Funes: "un vocabulario infinito para la serie natural de los números" y "un… catálogo mental de todas las imágenes del recuerdo". Al pasar, alude también a una idea postulada (y reprobada) por Locke en el siglo XVII, que imaginaba "un idioma imposible en el que cada cosa individual, cada piedra, cada pájaro y cada rama tuviera un nombre propio" (para Funes, esta lengua es ya demasiado abstracta, pues su memoria retiene aún más especificidades que las señaladas). El caso es que todos estos proyectos anticipan, en mi opinión, en distintos tonos, el proyecto de Carlos Argentino Daneri y el intento de Borges-narrador en "El Aleph". Lo que se busca, en cada caso, es "decir" el todo (y para ello se imaginan, posibles catálogos/listas/enumeraciones).

Los idiomas universales

En el año 1952, J. L. Borges, publica Otras inquisiciones, tal vez su más importante libro de ensayos. La tópica de las enumeraciones y la totalidad del universo (el Aleph) se despliega magistralmente en un texto, quizás ya demasiado citado, pero imprescindible en el recorrido que intento: "El idioma analítico de John Wilkins".

Este texto pareciera reflexionar sobre los relatos anteriormente descritos, poniendo de relieve la imposibilidad radical que condena al fracaso el proyecto en todos ellos narrado (dar cuenta, en el lenguaje, de la totalidad del universo): "no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo" (167). Si reemplazamos, la palabra "clasificación", por "enumeración", bien podría esta frase aplicarse a las ya presentadas. Como si éstas no fueran suficientes, este ensayo ofrece nuevos ejemplos que corroborarían la afirmación citada: la tabla cuadragesimal ideada por John Wilkins como base para su postulación de un idioma universal, la enciclopedia china y su clasificación de los animales, y las 1000 subdivisiones en que el Instituto Bibliográfico de Bruselas "ha parcelado el universo". Como un "ejercicio del caos", son calificados aquí estos intentos de "ordenar" en el lenguaje, la totalidad de lo que existe (el universo).

(Cómo no evocar aquí, aunque sea a título de inventario, el idioma de los Yahoo, descrito en un relato bastante posterior, "El informe de Brodie": "Cada palabra monosílaba corresponde a una idea general, que se define por el contexto o por los visajes. La palabra nzr, por ejemplo, sugiere la dispersión o las manchas, puede significar el cielo estrellado, un leopardo, una bandada de aves, la viruela, lo salpicado, el acto de desparramar o la fuga que sigue a la derrota" (147). También los Yahoo, a la manera de Wilkins, el enciclopedista chino, o el Instituto Bibliográfico de Bruselas, "ejercen el caos", al intentar cubrir con su lengua monosílaba, el universo).

Cabe ir más lejos-agregará Borges, volviendo adonde estábamos, en "El idioma analítico…"-cabe sospechar que no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra". ¿Cabe negar la posibilidad del Aleph? podemos acotar, desde nuestro recorrido de lectura. No necesariamente, nos responde este ensayo, pero "Si lo hay, falta conjeturar su propósito; falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secreto diccionario de Dios" (168).

"La imposibilidad de penetrar el esquema divino no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios" (168), concluye Borges en este ensayo. Esquemas provisorios, entonces, cada una de las enumeraciones e intentos de contener la realidad en alguna clasificación, que hemos recogido hasta ahora. Esquemas humanos y provisorios, los idiomas analíticos o sintéticos, las enciclopedias chinas o británicas, las bibliotecas y sus catálogos, una memoria aborratada de detalles, una palabra que contiene el universo, un punto que contiene todo los puntos.

En el "Epílogo" de Otras inquisiciones, Borges señala que una de las tendencias que le parece apreciar en esta serie de ensayos es "a estimar las ideas religiosas o filosóficas por su valor estético y aun por lo que encierran de singular y maravilloso". "Esto es, quizá, indicio de un escepticismo esencial" (307), concluye.

¿Los intentos de narrar el Aleph adquieren, entonces, una "entonación" escéptica? ¿Es esa la "entonación" principal/única que acompaña toda referencia a una posible aprehensión de la "totalidad", en el lenguaje, en la obra de Borges?

El Congreso universal

En el año 1975, aparece publicado el último volumen de cuentos de J.L. Borges, El libro de arena. No quiero dejar fuera de este recorrido, la consideración de un cuento que, en algún sentido, podría decirse, es como un Aleph del universo borgeano. Se trata de "El Congreso". (confieso que experimento la tentación de emprender una enumeración que intente dar cuenta de ese universo, una enumeración del tipo, "vi el Sur, vi cuchillos, vi enciclopedias y bibliotecas, vi una brújula, etc.", pero creo que me limitaré a recolectar aquellos elementos que dicen relación con mi pesquisa).

El proyecto que articula aquí el relato es el de "organizar un Congreso del Mundo que representaría a todos los hombres de todas la naciones" (35). La realización del proyecto enfrenta, se nos dice, las mismas dificultades de "índole filosófica", que las que plantea la posibilidad de concebir un lenguaje universal (esto es, las ya discutidas en "El Idioma analítico de…"): qué sistemas de categorías utilizar para establecer los criterios de la "representación". Cito: "…don Alejandro Glencoe podía representar a los hacendados, pero también a los orientales y también a los grandes precursores y también a los hombres de barba roja y a los que están sentados en un sillón" (36). (Cómo no escuchar aquí ecos de la "entonación" de la enciclopedia china del "El idioma analítico de John Wilkins").

La idea de un Congreso universal, permitirá atraer el tema de una posible Biblioteca universal, que empezará, claro, por las enciclopedias. El tema de la posibilidad de un idioma universal encontrará también aquí su lugar. Vemos, entonces, que las distintas formas en que el tema del Aleph ha aparecido en los textos presentados hasta ahora, se reúnen en "El Congreso".

Por otra parte, es indudable que la estructura de este cuento presenta una marcada similitud con "El Aleph". También en "El Congreso", hay un momento en que el "tono" de la narración cambia. De un tono menor, algo irónico, con un dejo de humor (como la disquisición respecto a los criterios de representación del Congreso, anteriormente citada), se pasa, al igual que en "El Aleph", a una entonación más "seria". Y tal como lo dejé apuntado al empezar este recorrido por la obra de Borges (tras las huellas de la diversa entonación del Aleph), se repiten casi textualmente ciertas frases de "El Aleph", al llegar al momento de expresar la dificultad de narrar la experiencia de la totalidad (cf. El libro de arena, 53 y Obras Completas, Tomo I, 624).

En esta segunda parte del relato, un recorrido por la noche (de nuevo la oscuridad) de la ciudad, hará que los personajes "vean" el Congreso/universo, pues, concluyen, éste está en todas partes. Una sobria enumeración, intenta referir la experiencia: "Algo de lo que entrevimos perdura -el rojizo paredón de la Recoleta, el amarillo paredón de la cárcel, una pareja de hombres bailando en una esquina sin ochava, un atrio ajedrezado con una verja, las barreras del tren, mi casa, un mercado, la insondable y húmeda noche…" (53-4).

Al igual que en "El Aleph", después de vislumbrar la totalidad, acontece el retorno a la normalidad, a la vida común y corriente. Y el olvido borra la intensidad, el "sabor" de la experiencia. Una frase consignada antes de ese retorno a la normalidad, da quizás, señas de una "entonación": "Importa haber sentido que nuestro plan, del cual más de una vez nos burlamos, existía realmente y secretamente y era el universo y nosotros" (54). El destacado es mío y lo hago con el propósito de relevar el doble registro (la doble entonación) de este texto: se alude a la burla como algo pasado, en el presente predomina un tono "serio" de afirmación de una verdad.

Las enumeraciones: ¿insinuación de lo eterno? ¿ejercicio del caos?

 

"Es verosímil que en la insinuación de lo eterno…
esté la causa del agrado especial que las
enumeraciones procuran."
J.L. Borges, "Historia de la eternidad" (364).

"De esta figura… solo puedo decir que debe
parecer un caos, un desorden, y ser íntimamente
un cosmos, un orden."
J.L. Borges, La cifra (107).

Este énfasis de Borges en la idea de un orden bajo la apariencia del caos, es destacado por Jaime Alazraki, en su artículo "Enumeration as Evocation: On the Use of a Device in Borges' Lastest Poetry", como señal de la adscripción del autor a la definición canónica de la enumeración caótica que habría sido establecida por los trabajos de Leo Spitzer sobre el uso de la enumeración en la poesía contemporánea (cuyo paradigma estaría en la poesía de W. Whitman).

"But what exactly do enumeration enumerate in poetry?", se pregunta J. Alazraki. Y enseguida se responde: "In the case of Whitman, they list the diversity or even chaos of a country, time, or people, in order to cluster that diversity into a unity: the poem renders that oriental bazaar of our unordered civilization--in the words of Spitzer--into "the powerful Ego, the 'I' of the poet, who has extricated himself from the chaos" (152) (el subrayado es mío). J. Alazraki, en el citado artículo, se propone mostrar que el uso que Borges hace de las enumeraciones en su poesía difiere del uso whitmaniano, sin embargo, reconoce que "Borges… has employed this particular type of enumeration, proper to pantheism, in his fiction, in the description of divine vision or theofanies in stories like "The Aleph", … and "The God's Script"…" (ib., 152).

Ana María Barrenechea, en su libro Borges, The Laberynth Maker, también destaca el uso de las enumeraciones en la obra borgeana como recurso para intentar expresar la vastedad del universo: "Whenever he wants tu refer to the dual infinity of time and space, to eternity and the universe, … he transmits the magnitude of the spectacle through series of objects chosen with extraordinary poetic efficacy" (85).

En este sentido, para A. M. Barrenechea, la enumeración que intenta dar cuenta de la revelación del cosmos contenido en el Aleph, sería, sin duda, la más interesante. Más adelante, tal como también lo apunta J. Alazraki, se refiere a la filiación bíblica (el modelo estaría en la visión de san Juan en el Apocalipsis) y Whitmaniana de este recurso (también A.M. Barrenechea remite a la caracterización realizada por Leo Spitzer de la enumeración caótica).

Ahora bien, aun cuando A. M. Barrenechea aborda el tema de las enumeraciones borgeanas en el contexto de su reconocimiento de que "Borges expresses both the frustration of not being able to grasp the universe and the exaltation of imagining that he finally achieves just that…" (84), es mi impresión que no evalúa de manera muy detallada, hasta qué punto las enumeraciones expresan la frustración o la exaltación. Ella parece considerar (la del Aleph es su modelo), sólo aquéllas que "insinúan lo eterno", desinteresándose por "el ejercicio del caos" que también comportan las enumeraciones. Tal vez, su deseo de no adscribir la obra borgeana a una postura nihilista (cf. las conclusiones del libro citado, 144-5), determina los límites de su aproximación al tema.

Vemos, entonces, que tanto J. Alazraki como A. M. Barrenechea, destacan la operación integradora, unificadora, que las enumeraciones realizarían, no considerando para nada, la dispersión, el "ejercicio del caos" que éstas también realizan. Quizás esto se deba, aventuro, a que ambos perciben sólo una de las "entonaciones" con que las enumeraciones borgeanas refieren a la totalidad (al Aleph).

Otro es el foco de atención de Silvia Molloy, quien también reflexiona sobre el uso de este recurso, en el capítulo final de su libro, Las letras de Borges. "Enumeraciones heteróclitas", es la expresión que utiliza esta autora, para referirse a las que aparecen en los relatos y ensayos borgeanos: "…aquellas series donde el punto de partida o la meta desaparecen, donde los nexos no caben: series en las que se exponen y se suceden --y tal vez se conjuguen y tal vez se odien--los distintos elementos." (195).

Siguiendo un camino distinto al de los dos críticos antes citados, S. Molloy introduce una distinción entre, por un lado, "las series claramente arbitrarias -la de "El Aleph" o el catálogo de imágenes del recuerdo acumuladas por Funes- en las que una percepción solitaria, individual, procura registrar lo inconcebible", y, por otro lado, aquellas "series que miman la organización y la sucesividad de una taxonomía exhaustiva" (215). Dentro de estas últimas se ubicarían la serie enumerativa de Funes y las categorías del idioma analítico de Wilkins (yo agregaría: el catálogo de Bruselas, la enciclopedia china y cualquier enciclopedia en realidad, cualquier catálogo de cualquier biblioteca, el idioma de los Yahoo, las disquisiciones acerca de la representación en "El Congreso" y otras que, supongo, se me escapan).

La distinción que propone S. Molloy permite, a mi juicio, poner de relieve la "otra entonación", por así decirlo, de las enumeraciones borgeanas que intentan referir a la totalidad. La "entonación" escéptica, disgregadora, disolutiva, aquélla que exhibe la imposiblidad del encuentro, término a término, entre las palabras y las cosas, la brecha insalvable entre dos éstos ordenes y, acaso, la ausencia de un "afuera", más allá de las palabras.

Borges ¿posmoderno?

Quizás sea esta entonación escéptica (un escepticismo sin dramatismo) la que tanto ha entusiasmado a filósofos y críticos de cuño posmoderno/posestructuralista. Ya es un tópico señalar la cita de Foucault de la enciclopedia china mencionada en "El idioma analítico…", en su Prefacio de Las palabras y las cosas o los epígrafes borgeanos de Derrida. Para muchos autores, no cabe la menor duda que la obra borgeana constituye una clara expresión, cuando no una anticipación, de la reflexión filosófica y el canon estético posmodernos .(2)

Alicia Borinsky, en cambio, ha sido enfática en señalar, en un curso sobre Borges dictado en el semestre de otoño 98, en Boston University, que considera que esta percepción obedece a una lectura, en el mejor de los casos, parcial, cuando no decididamente equivocada de la obra de J. L. Borges. "Nor is Borges interested in celebrating the dismating of the real or truth by language; he is not a complacent deconstructor", afirma en su libro Theoretical Fables (26). El verso final del poema "El otro tigre" ofrecería, en su opinión, una clave para entender cabalmente la perspectiva en que se ubica la obra de Borges: "…it gives its charge to language while still escaping it, prompting us to go further" (ib.).

Beatriz Sarlo propone en su libro Borges: un escritor en las orilla, "no decidir una lectura de Borges (aspiración sin duda arrogante) sino exponer formas de leerlo que se hagan cargo del carácter doble y conflictivo de su literatura" (Sarlo, 17). Acaso, y esto es lo que he tratado de mostrar a través de la pesquisa de las enumeraciones borgeanas en relación al tópico del Aleph, lo que hay en la obra de J. L. Borges es una "variada entonación": hay humor y seriedad a la hora de abordar el gran tema de la relación entre las palabras y las cosas (que es otra forma de plantear el asunto de "narrar el Aleph); hay escepticismo, pero también notalgia de una correspondencia absoluta entre el lenguaje y la realidad. Podríamos decir: "ejercicio del caos" e "insinuación de lo eterno".

"La originalidad de Borges… -agrega B. Sarlo, en el libro citado- (entre otras, entre las muchas formas de su originalidad) reside en su resistencia a ser encontrado allí donde lo buscamos: algo del viejo vanguardista queda en esa resistencia a responder lo que se le pregunta y ajustarse a lo que se quiere escuchar de él. La ironía desalienta a quien busque fijar un sentido; pero también defrauda a quien piense que no hay sentido en absoluto".

 

 

 

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Notas

1. Las citas del "El Aleph", "La escritura del dios", "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", "La Biblioteca de Babel" y "Funes, el memorioso", están tomadas de Obras Completas de Jorge Luis Borges, Tomo I. De ahora en adelante, me limitaré, en cada caso, a indicar el número de la página entre paréntesis. volver

 

2. Sobre este tema véase el artículo de Jaime Alazraki "Borges: entre la modernidad y las postmodernidad" Revista Hispánica Moderna 41-2 (1988): 175-9. En el capítulo II, "A New Critical Idiom", del libro Borges and His Sucesor, The Borgesian Impact on Literature and The Arts (Columbia: University of Missouri Press, 1990) editado por Edna Aizenberg, varios autores, entre ellos el ya mencionado J. Alazraki, también reflexionan sobre distintos aspectos de la relación de Borges con autores y tópicos del postestructuralismo. Cabe destacar, en el mismo libro, en el capítulo I, el artículo de Francoise Collin, "The Third Tiger; or, From Blanchot to Borges", quien también ofrece interesantes elementos para pensar y complejizar el tema de la adscripción (o no) de Borges a la postmodernidad. Karl Alfred Blüher y Alfonso de Toro serían un claro ejemplo de aquellos críticos para los cuales está fuera de la discusión el carácter posmoderno de la obra borgeana (véase del primero "Postmodernidad e intertextualidad en la obra de Jorge Luis Borges" y del segundo "El productor 'rizomórfico' y el lector como 'detective literario': la aventura de los signos o la postmodernidad del discurso borgesiano", publicados en el libro editado por ambos Jorge Luis Borges: Variaciones interpretativas sobre sus procedimientos literarios y bases epistemológicas. (Frankfurt am Main: Vervuert, 1992). En esta misma línea se ubica Nancy M. Kason (véase Borges y la posmodernidad. Un juego con espejos desplazantes. México: UNAM, 1994). Otros ejemplos de lecturas de textos de Borges que operan en la dirección de encontrar en ellos buena parte de los planteamientos del posestructuralismo pueden encontrarse en los artículos "El eterno retorno de Homero" de Carlos Pérez Villalobos y "Borges y la paradoja del gran espejo" de Sergio Rojas, publicados en Filosofía y Literatura en la Obra de Borges. La invención y la herencia. Cuadernos ARCIS-LOM 3 (1996). Cabe tener presente también a Cecilia López Badano, quien en "Lecturas del postestructuralismo a Borges (desde una óptica peirceana)" (Borges y la filosofía. Comp. Gregorio Kaminsky. Bs. As.: Facultad de Filosofía y Letras-UBA, 1994. 95-106), aborda el tema desde la pespectiva de su propia adscripción, como crítica, a los discursos de la modernidad. Más en una línea de encontrar un doble registro en la obra de Borges, se ubica el artículo de Graciela Keiser "Modernism/Postmodernism in 'The Library of Babel': Jorge Luis Borges's Fiction as Borderland" (Hispanofilia 115 (1995):39-48). Mención aparte merece el libro de Edna Aizenberg, Borges, el tejedor del Aleph y otros ensayos. Del hebraísmo al poscolonialismo (Frankfurt/Main-Madrid: Vervuert Verlang-Iberoamericana, 1997). Este libro continúa el desarrollo de ideas que ya encontramos en el último capítulo del ya citado libro editado por esta autora, Borges and His Succesors. En el pensamiento de esta autora, la vinculación de Borges con las corrientes contemporáneas de la filosofía y la crítica, está dada por el fundamento (si se me permite usar esta palabra, en este contexto) hebraico de estas corrientes, el cual estaría también en la base de la obra borgeana. volver

 

Textos citados
Alazraki, Jaime. "Enumeration as Evocation: On the Use of a Device in Borges' Latest Poetry".
Borges, the Poet. Ed. Carlos Cortínez. Fayetteville: The University of Arkansas Press, 1986. 149-57.

Barrenechea, Ana María. Borges. The labyrinth Maker. NY: New York University, 1965.

Borinsky, Alicia. Theoretical Fables. The Pedagogical Dream in Contemporary Latin American Fiction. Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1993.

Borges, Jorge Luis. "El informe de Brodie". El informe de Brodie. Bs. As.: Emecé, 1970. 137-151. ---. La cifra. Madrid: Alianza Tres, 1981.
---. "La suma", Los conjurados. Madrid: Alianza, 1985. 41
---. Obras Completas de Jorge Luis Borges, Tomo I. Barcelona: Emecé, 1996.
---. "Historia de la eternidad". Obras Completas, tomo I. 347-423.
---. "El informe analítico de John Wilkins". Otras inquisiciones. Bs. As.: Emecé, 1996. 162-9.
---. "El Congreso". El libro de arena. Madrid: Alianza, 1998. 27-54.

Molloy, Sylvia. Las letras de Borges. Bs. As.: Sudamericana, 1979. 191-220

Sarlo, Beatriz. Borges, un escritor en las orillas. 1993 (inglés). Bs. As.: Ariel, 1995.