Universidad de Chile

 

LA PAREJA CONCEPTUAL CIVILIZACIÓN-BARBARIE: NORTE Y SUDAMÉRICA. LA NOVELA INDIGENISTA DE LAUTARO YANKAS

Por Dr. Luis de la Barra A.
Universidad de la Frontera, Temuco - Chile

 

Ahí estaban amontonados, doblegados, más oscuros que la tiniebla.
La lumbre era el último estertor de aquella agonía
El Vado de la Noche (p. 148)

 

Introducción.-
A principios del siglo XIX, los líderes políticos de EE.UU. -país recién independizado de los ingleses- comenzaron a plantearse una política de Estado, la cual coincidía con los intereses privados y con los de las iglesias- casi exclusivamente protestantes- frente a los innumerables pueblos indígenas. Siéndoles imperioso definir las cuestiones de tipo territorial, iniciaron una estrategia destinada a sacar a los más de 100 grupos indígenas distintos de su tierra para entregársela a los colonos europeos en la medida en que éstos en su avance iban ocupando el oeste. Durante las 8 ó 9 décadas que duró esta campaña nacional, la principal argumentación filosófico utilizada para justificar esta política exclusionista, de corte racista masiva, se centró en la utilización de la pareja conceptual civilización-barbarie, la cual tuvo también un fuerte elemento religioso en tanto civilización y cristianismo eran términos intercambiables (1). No obstante los devastadores efectos en Norte América de esta política para ese centenar de grupos étnicos distintos, los cuales fueron casi exterminados tanto por la violencia como por las enfermedades contagiosas aportados por los europeos, un escritor y político argentino, Don Domingo Faustino Sarmiento, una de las figuras más sobresalientes del movimiento romántico-liberal latinoamericano, resultó comisionado por el gobierno de Chile para que recorriera EE.UU. Impresionado por los logros que observó allá, volvió decidido a recomendar la necesidad de hacer prevalecer las formas de la vida europea sobre la denominada barbarie indígena. Estas recomendaciones las realizó cuando todavía los mapuches de Chile y Argentina mantenían importantes áreas geográficas en su poder, lo cual resultaba intolerable para las mayorías políticas de ambos países. Con este antecedente, no debe resultar sorprendente que el tratamiento y el destino dado a los pueblos indígenas en los tres países haya sido bastante parecido, ni tampoco que la temática indígena se haya cultivado también en la literatura chilena, aunque orientada en los casos más representativos en una paradojal dirección.

Europa y EE.UU.
Tal dirección es la que se intentará pesquisar a continuación. Si alguien ha tenido dudas del poder y la efectividad del lenguaje, quedará sorprendido al conocer el impacto negativo que los dos términos - civilización-barbarie- llegaron a tener en el destino de millones de indígenas en Norte y Sudamérica a partir de fines del siglo XVIII, aunque en realidad desde mucho antes. La pareja conceptual la trajeron los políticos estadounidenses desde Europa una vez que, con plena conciencia de propósito, se abocaron a la construcción material y espiritual del país tan pronto alcanzaron la independencia de Inglaterra. De hecho, uno de los factores históricos que llama la atención en los comienzos de EE.UU. como país independiente es el explícito sentido programático para construir la identidad nacional desde esos primeros momentos Se ve un esfuerzo común de políticos, hombres de iglesia, artistas -sean pintores, literatos, escultores o fotógrafos- intelectuales, militares, hombres de negocio etc. para definir la identidad de la nación. Claramente hubo la construcción expresa de una imagen con la que "inventaron" el país que querían. Algunos dicen que ese impulso resultó sobre actuado, de manera que la realidad histórica habría quedado sepultada por la distorsión derivada de ideas apriorísticas que respondían a los deseos de crear una nación con valores y características definidas artificialmente. Eso habría sido especialmente así en relación con los indígenas. Como se señaló mas arriba, en el centro tanto de las ideas como de la acción definidora de identidad en EE.UU. se hallaba la pareja conceptual civilizacion-barbarie o civilization and savagism. Como dice Roy Harvey Pearce (2), a pesar del fuerte nacionalismo que ya desde fines del siglo XVIII se buscó para caracterizar al país, estas ideas las sacaron de fuentes europeas, concretamente de los pensadores escoceses del siglo XVIII y en particular de William Robertson, autor de History of America, de 1777, obra en la cual se refirió al indio norteamericano en el contexto de la idea de progreso (3). Los escoceses partieron de una idea teológica protestante, dice Pearce, que explica cómo los cristianos fueron capaces de elevarse a tal noble altura en ese siglo iluminado después de haber pasado por la caída original. La elevación cristiana se manifestaba para los teólogos en la autosuficiencia inteligente del hombre moderno para regir su propio camino de acuerdo al sentido común, se manifestaba, además, en su razón analítica y en su sentido moral especial. Para los escoceses, había evidencia empírica que demostraba cómo Dios le revelaba su palabra al hombre moderno de modo lento, pero seguro y también cómo el hombre moderno progresaba a la alta civilización de modo igualmente lento pero seguro, dejando atrás para siempre su estado salvaje y primitivo. Agrega Pearce que esta era la gran idea cristiana del progreso. Refiriéndose a los indígenas de Norteamérica, otro escocés, Adam Ferguson argumentaba que uno de sus rasgos primitivos derivaba de su carencia de propiedad privada y gobierno, lo cual los llevaba a no necesitar de rangos sociales por ser igualitarios. Añadía que las virtudes que veía en ellos estaban sólo en potencia, de manera que ellas deberían madurar en el ejercicio de la propiedad privada y en la división del trabajo ejecutado en el seno de la sociedad civilizada. Pero lo que Ferguson y otros escoceses dieron a los estadounidenses -agrega Pearce- fue la idea de que los hombres al volverse civilizados ganaron más de lo que perdieron y de que el acto de civilizar, mediatizado por los agentes civilizadores, es decir, los estadounidenses, con toda su destrucción de las virtudes primitivas, dejó en su lugar algo más alto y más grande que hacía innecesaria la compasión. Después de todo, dicen, sus virtudes -la devoción por la libertad, su desusada elocuencia y exuberantes modales, su perseverancia, valentía, su dignidad e implacabilidad, su heroísmo en la guerra y su dedicación por la tribu son las virtudes primitivas y como tales no tienen la jerarquía de las virtudes civilizadas. Con esa base podemos concluir que- no importando cuál sea la magnitud o la calidad del bien que realice un indígena- siempre su acción será considerada de segunda clase y conllevará la miseria de esa vida. Pearce reconoce que estas ideas de Ferguson eran precisamente las que los estadounidenses necesitaban porque les permitían adecuar su anhelo de orden y crecimiento estabilizado con los conceptos del empirismo del sentido común, del sentido moral y del progreso. Así, los escoceses pasaron a ser enseñados con fervor en las escuelas, sus obras se imprimieron una y otra vez.

A fin de profundizar más esta idea de que la sociedad estadounidense de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se propuso crear todo un juego de ideas, de imágenes y símbolos y -como dice hoy un buen número de los intelectuales del país- de mitos encaminados a iniciar el programa de civilización en contra del indígena, no basta mencionar el aporte de los escoceses. Hay otra figura en la sociedad estadounidense que alcanzó dimensiones gigantescas de autoridad intelectual, cuyas ideas relativas a la frontera y al destino de los EE.UU. fueron dogma de fe durante varias décadas. Se trata del profesor Frederick Jackson Turner, el cual aseguró en un artículo de 1893, titulado The Significance of the Frontier in American History, que el oeste -no obstante la presencia indígena en ellas- era tierra libre y abierta y que el destino del país dependía de su presencia allí. Fácil es imaginar que sus ideas alcanzaron un éxito y una popularidad difícil de creer. Como dice Francis Jennings, la lógica de Turner no ofrece críticas en tanto los seres humanos y sus acciones se mantengan sumergidas en abstracciones a las cuales se las pueda orientar en la dirección que se desee. Lo cual significa que Turner levantó su hipótesis fronteriza y su interpretación del oeste como si los indígenas no fueran seres humanos. De hecho, Turner, según Jennings, al igual que la mayoría de los historiadores de lengua inglesa, adoptó tardíamente a fines del siglo XIX la conocida perspectiva de los invasores ingleses de los siglos XVI y XVII según la cual los indígenas, a quienes se les denominó "salvajes", tenían el status de animales. Agrega que otro de los principales errores cometidos por Turner derivó de haber dado por hecho que la civilización había llegado por primera vez a América con los ingleses, saltándose así el papel fundacional de los españoles y franceses en América desde los siglos XV y XVI, es decir, más de 100 años antes que los ingleses. Entre otras cosas, olvidó que la Universidad de Méjico fue fundada en 1551 por Carlos V, el monarca más poderoso de Europa, en tanto que la Universidad de Harvard es sólo de 1636 (4).

En las líneas siguientes también se revisará el protagonismo que tuvo uno de los más relevantes representantes de estas ideas en Latinoamérica durante el siglo XIX.

Domingo F.Sarmiento
Parece estar fuera de toda duda de que el principal promotor tanto en Chile como en Argentina que aplicó a la vida cultural y social en ambos países la pareja conceptual civilización-barbarie fue don Domingo Faustino Sarmiento, varias veces exiliado en Chile. Su segundo exilio acá ocurrió a partir de 1845, momento histórico preciso cuando en EE.UU. se decidía la suerte final de los indígenas, los cuales estaban a punto de ser víctimas de uno de los episodios más inhumanos en todo el desarrollo de las relaciones con ellos: la remoción o removal. Consistió en desarraigar y trasladar por la fuerza a miles de nativos -incluidos los cheroquees, a los cuales se les había prometido respetar en sus lugares debido a las sólidas muestras de integración y lealtad hacia los europeos que habían demostrado por largo tiempo- para ubicarlos en tierras lejanas llamadas reservaciones. De esta y otras gestiones Sarmiento se enteró en el terreno mismo como consecuencia de haber llegado a Washington comisionado por el gobierno del presidente Montt a fin de informarse de distintas materias, entre ellas de concesiones de tierras, políticas de inmigración europea, etc. Como expresa al respecto Guillermo Guerra, un ideologizado biógrafo de Sarmiento,

Su excursión a través de la gran república norteamericana, en la cual los padres de la democracia plantaron el árbol de la libertad en el fértil terreno de la colonización inglesa, cambio casi por completo el rumbo de las ideas de Sarmiento, que desde entonces no buscó ya su norte en las tumultuarias libertades de Francia, sino en los pacíficos y seguros progresos de EE.UU. Desde entonces fue un ardoroso propagandista de lo que podríamos llamar el espíritu norteamericano en contraposición al espíritu francés y al espíritu español, que se disputan el dominio de los países americanos, representado el uno por las aspiraciones de progreso y libertad y el otro por el apego obstinado e intransigente a un oscuro pasado ( p117)

En consecuencia, el mismo biógrafo, utilizando el mismo lenguaje maniqueísta e imaginístico propio de los romántico-liberales del periodo, agrega que cuando en 1847 Sarmiento abandona EE.UU en viaje hacia la Habana,

Según su propia expresión, dejaba a sus espaldas la luz de la civilización norteamericana para entrar de nuevo en las tinieblas de la barbarie española (p. 117).

Estas líneas de Guerra son elocuentes como punto de partida para establecer aquí el sistema ideológico-verbal del que derivó la pareja conceptual para diseminar su fuerza destructora y racista en contra de los indígenas de América.(5) En el fondo, el recurso consistió en formar dos grandes familias de palabras antagónicas que se aplicaron sin más para calificar gentes y situaciones según se las quisiera exaltar o estigmatizar. Así, por un lado, civilización fue el concepto líder que sirvió para englobar en torno a él toda una familia de vocablos, un campo semántico acotado que, de suyo, le pasó a pertenecer por asociación repetitiva. En ese campo, invariablemente, se hallaban términos consabidamente considerados positivos tales como Europa, ciudad, espíritu, luz, racionalidad, sabiduría, amor, día, belleza, cristianismo, blanco, bueno, sano, limpio, progreso, etc. Y , como es obvio, barbarie fue el otro concepto líder que a su vez englobó a otra familia de términos, esta vez consabidamente considerados negativos, que se le anexaron también por asociación repetitiva. Los más conocidos fueron: América, campo, cuerpo, oscuridad, instinto, ignorancia, odio, noche, tinieblas, fealdad, paganismo, negro, malo, enfermo, sucio, atraso, etc. Desde ya se puede ver, según se hizo notar arriba, una cuestión de la mayor importancia. Se trata de que la idea de civilización también, desde el comienzo, quedó asociada a cristianismo, al punto de que, como se señaló antes, desde cierto momento fueron términos intercambiables y no se concebía una sin el otro. De esa manera fue difícil distanciarse del catolicismo para algunos teóricos del periodo romántico-liberal, al cual necesariamente relacionaron con una España que detestaban por considerarla atrasada y retrógrada, mientras que el protestantismo europeo les resultaba más apropiado para programar el desarrollo de Latinoamerica. Es probable que haya sido esa misma connotación negativa asociada al catolicismo y a España lo que contribuyó a que en EE.UU. las iglesias protestantes que se distribuían el quehacer misionero entre los pueblos indígenas, hayan mantenido un invariable rechazo y cerrada hostilidad hacia las misiones católicas y hacia cualquiera que hiciese su gestión apostólica entre ellos. Como dice en otra parte Guillermo Guerra, la obra más importante de Sarmiento fue Facundo. Civilización y Barbarie, de 1845. En ella la barbarie la representan no sólo el indígena, sino también el gaucho político Facundo Quiroga, mano derecha del odiado dictador Juan Manuel de Rosas, además de los gauchos de las tierras del interior, los criollos y todo lo que representara a España. En consecuencia, en este libro Sarmiento desarrolla -con la fuerza y pasión que lo caracteriza- su postura pro europea y abiertamente crítica de lo que era propiamente americano. Para él, América sólo tendrá valor si adopta los modos y los valores europeos y si adopta una política de inmigración que permita traer colonos desde allí, igual como lo hace EE.UU. Una de las razones por las que Sarmiento desata su odio contra Rosas se halla en Facundo; porque el dictador se opone a la colonización europea:

El día que por toda Europa se sepa que el horrible monstruo que hoy desola la República y está gritando diariamente ¡¡ muerte a los extranjeros !! ha desaparecido, ese día la inmigración industriosa de la Europa se dirigirá en masa al Río de la Plata, el nuevo gobierno se encargará de distribuirla por las provincias, los ingenieros de la República irán a trazar en todos los puntos convenientes los planos de las ciudades y las villas que deberán construir para su residencia, y terrenos feraces les serán adjudicados y en 10 años quedarán todas las márgenes de los ríos cubiertas de ciudades y la República doblará su población con vecinos activos, morales e industriosos...y con 1000.000.- de hombres civilizados, la guerra civil es imposible (242).

Es verdad que en este libro las referencias al indígena no abundan porque la odiosidad política contra Rosas lo consume casi todo. No obstante hay pasajes que transparentan la postura hostil que Sarmiento mantuvo hacia ellos:

Al sur y al norte la acechan los salvajes que aguardan las noches de luna para caer, cual enjambres de hienas, sobre los ganados que pacen en los campos y sobre las indefensas poblaciones

La tropa de carretas lleva armamento...Si los bárbaros la asaltan, forma un círculo atando unas carretas con otras y casi siempre resisten victoriosamente a la codicia de los salvajes ávidos de sangre y de pillaje.

La visión general que Sarmiento tuvo del indígena la resume en un ambiciosa obra titulada Conflicto y Armonías de las Razas de América, la cual, según Guerra, no alcanzó a tener reconocimiento del público al parecer por la falta de método y la incoherencia para tratar materias sin ligazón. En ella, añade, Sarmiento, después de pasarle revista a las diferentes etnias indígenas de América concluye como consecuencia lógica la ineptitud de los hijos de tales padres para adaptarse a la civilización y a las instituciones modernas. Agrega una idea que en él, como en los demás románticos del periodo, era característica del racismo que mantuvieron en cuanto afirma que los colonos sajones de la América del Norte no bastardearon su sangre, mezclándose con las razas aborígenes (282-284).

Ahora, en el campo de la literatura, la pareja conceptual encontró un medio ideal para reproducirse. Naturalmente, la adoptaron escritores que también participaron del rechazo a los indígenas. Uno de ellos fue el escritor chileno Lautaro Yankas, quien increíblemente fusionó la novela indigenista y la novela romántico-liberal, esta última en su más intolerante manifestación hacia los mapuches.

Lautaro Yankas
Hasta aquí, en este trabajo se ha visto la génesis que tuvo en Europa esta poderosa pareja conceptual utilizada para justificar las campañas antiindígenas. También se señaló cómo en EE.UU. se la adoptó exitosamente para llegar al mismo fin. Luego se ha señalado la participación de Sarmiento en Argentina y Chile. Éste, uno de los personajes mas admirados del continente, receptor de continuos homenajes en ambos lados de los Andes, a pesar de su posición explícitamente, anticriolla y antiindígena y pro europea, o tal vez, precisamente por ello, lo cual exigiría, por lo menos, un replanteamiento cultural de muchos intelectuales del continente latinoamericano frente a los modelos históricos que han venido exaltando desde hace ya más de un siglo.

Por último, corresponde ahora reconocer la postura que adoptó frente a la pareja conceptual uno de los escritores chilenos del siglo XX, Lautarto Yankas,(1902-1990) el cual escribió 3 novelas que pueden ser consideradas representativas del indigenismo chileno, llamado también criollismo indigenista, veta que habría inaugurado en el país Mariano Latorre.

Las tres novelas mencionadas son Flor Lumao,(1931) El Último Toqui (1951) y El Vado de la Noche (1956). Hay que afirmar de inmediato que el indigenismo que contienen es del todo sui generis. En realidad se trata más bien de un antiindigenismo en tanto están dominadas por el propósito de representar la inexorable extinción de la cultura mapuche por razones tanto endógenas como exógenas. En otras palabras, las novelas de Yankas serían indigenistas si se considera que en ellas los personajes más relevantes son indígenas y tratan de problemáticas indígenas, sobre todo las relativas a la naturaleza de las relaciones con los vecinos huincas. Pero al mismo tiempo, estas novelas de Yankas carecen del elemento más esencial del género, elemento que las hace distintivas porque a diferencia de las obras de Perú, Bolivia, Ecuador, Guatemala y Méjico, en éstas no aparece el sentido de solidaridad, defensa y comprensión por la situación de apremio en que se hallan los indígenas, a pesar de los antecedentes que en ese sentido desliza a veces el narrador. Carecen también del sentido de denuncia en contra de los representantes de la cultura dominante huinca. Más bien, en estas obras hay complacencia cuando los huincas engañan, ofenden y desprecian al mapuche. Es decir, esporádicamente el narrador da a conocer, apoyado en los hechos históricos, la mala fe, la arrogancia y la violencia del huinca contra el indígena -cuestiones que, no obstante son identificadas como tales- pero son presentadas como parte de la naturaleza de las cosas, siendo consignadas con el status de realidades que expresan el devenir histórico de gentes en camino de desaparecer. Desde la perspectiva del narrador, la prevista extinción del mapuche no le genera comentarios ni imágenes compasivos, lo cual lo posiciona en acuerdo con los planteamientos que habían hecho los teólogos europeos del siglo XVIII. En ese sentido estas obras se pueden considerar como crónicas acerca de la extinción del mapuche en el plano de la ficción. En el plano de la realidad, la verdad es que ni aún hoy el mapuche se ha extinguido. Así, estas novelas son un "adelanto", sobre la base de un darwinismo a veces nietzcheano, de la desaparición de la etnia consumida por los vicios, la rapiña, la indolencia, el odio y la abulia. Todo eso acelerado en sus páginas por la acción del huinca que le facilita el alcoholismo, la roba, la engaña, la humilla y mata impunemente a sus miembros, en supuesto cumplimiento de una ley natural.

De las 3 novelas, aquí sólo se hará un análisis de la primera y de la tercera. El Último Toqui es mucho menos estigmatizadora que las otras dos porque, en la línea establecida por La Araucana, retrata a los mapuches como seres valientes y dignos, dedicados a organizar la rebelión militar para atacar los fuertes de los militares chilenos a lo largo de toda la línea de frontera. De todas maneras, acá el ataque fracasa porque la obra postula como motivo central que la traición entre mapuches es un factor inherente de la etnia, lo que conduce en último término a que el resultado les sea también negativo

Respecto a Flor Lumao, hay que señalar que en esta novela domina la figura del joven hacendado de la zona de Traiguén, Marcos Strobel, descendiente de alemán, cuyo fundo se sitúa en medio de diversas comunidades mapuches, a las que sólo espera destruir de un modo o de otro para tomar sus tierras. En la novela -establecido el contraste racial- se utiliza con fuerza la pareja conceptual que aquí se estudia. La mención frecuente de ella demuestra que todavía, hacia 1931, era un elemento importante en el discurso literario ideológico de quienes ahijaban posturas racistas. Las distintas situaciones narradas están enmarcadas como expresión de civilización o como expresión de barbarie. Y como tales situaciones mayoritariamente se refieren a los mapuches, resulta inevitable que aquí haya muchas más referencias a la barbarie, lo cual revela el carácter fuertemente maniqueísta de la obra. Algunos ejemplos

El mapuche, abandonado a su suerte, alcanza una vez más el estado primario, la barbarie agónica y triste, sin esperanza(77)

La mujer mapuche... es la fuente misma de su barbarie (27)

No puede ser el extraño instrumento (la trutruca) expresión mas fiel de su barbarie(122).

Flor era de raza bárbara...Detrás de su misterio seductor estaba el cuadro detestable de la indiada inerte, en pleno proceso de extinción por el alcohol (94)

Marcos oprimía con avaricia el cuerpecillo de su víctima (Flor), pedazo de barbarie y de tinieblas (102)

Más aún, las acciones crueles, aun las criminales, ejecutadas por Marcos y los suyos son para el narrador expresión de dominio y voluntad. La supuesta naturaleza superior de Marcos le faculta a actuar como quiera, ya sea violando la conciencia ética de alguno de sus obreros que se resiste a humillar mapuches, o denigrando con alevosía a Flor, el mal armado símbolo de la belleza mapuche, a la cual primero eleva a nivel de belleza cósmica para de inmediato raptarla, torturarla, violarla y dejarla morir con indiferencia. De acuerdo con este biologismo determinista que informa la novela, los seres cumplen con su naturaleza ya sea para dominar o para ser dominados, y la diferencia no se da de individuo a individuo al azar. Por el contrario, aquí la perspectiva racista pone a los primeros en un grupo étnico y a los otros en el otro. Flor Lumao es la novela que propone traer al campo los valores de la Modernidad, con todos los devastadores efectos para las gentes que no se insertan en ella. Su modelo pareciera ser Doña Bárbara (1929), de Rómulo Gallegos, publicada 2 anos antes. Se trata de la propuesta romántico-liberal -iniciada por hombres como Sarmiento, Esteban Echeverría, José Mármol en la Argentina, o por Lastarria, en Chile- el cual desarrolla un extraño latinoamericanismo basado, como se dijo arriba, en admirar y copiar a Europa, latinoamericanismo que, como se ve, seguía vigente en Chile con Yankas, el cual le añade aditivos etnofóbicos.

Ahora, lo primero que conviene establecer respecto de la obra El Vado de la Noche (Primer Premio del Concurso Universitario Latinoamericano de Novelas, 1956) es que en ella se trata de representar los estados de degradación total a los que habría llegado o estaría llegando el mapuche. Lo segundo es que cuando se publicó la novela, la pareja conceptual parece que ya no se utilizaba en tanto expresión verbal, aunque es obvio que el concepto significado por ella seguía vigente. Eso se nota en la obra misma donde los términos civilización y barbarie no aparecen.. No obstante, en la perspectiva que adopta el narrador y en general los personajes de la novela, siguen utilizándola, aunque de modo distinto. O sea, la omisión de los dos términos básicos resulta compensada con la utilización del resto de los términos que pertenecen a la familia de cada uno. De ese modo la perspectiva maniqueísta sigue igualmente presente en la novela.

Por otra parte, como se estableció más arriba, Lautaro Yankas parece haberse propuesto ser en estas novelas el cronista de la extinción de la etnia mapuche. La técnica literaria es sencilla: se hacen aparecer como hechos en pleno desarrollo, o consumados ya, aquello que todavía no sucede o que es una mera probabilidad. Obviamente se trata de una forma de legitimación que "ablanda" la sensibilidad del lector, el cual con la lectura ya internalizó literariamente el evento narrado, y, por lo tanto ha quedado mejor preparado para aceptarlo si llegara a ocurrir fuera de la literatura. Todo parece indicar que se trataría de un intento de Yankas de hacer novela experimental, en el sentido que a ésta le daba Zolá.

Volviendo a la propuesta de extinción del mapuche que plantea Yankas, se debe agregar que acá -a los defectos y vicios mapuches acumulados en Flor Lumao, y a la traición que motiva El Último Toqui- se añade un nuevo elemento, éticamente peor que los anteriores: la delincuencia. En efecto, el protagonista, José Quitral, pequeño propietario agrícola, se halla desesperado porque el rinde de la cosecha de trigo fue deplorable y los medieros y maquileros se llevaron la mitad. La hambruna de su familia es inevitable. Por esa razón se asocia como informante de un ladrón de ganado. Por consiguiente, en la novela se genera el miedo y el sobresalto de José y su familia, la agresividad de carabineros sádicos, de huincas abusivos con la propiedad y la mujer mapuche, en la que se practica una sexualidad violenta, etc. En esta obra las relaciones interpersonales entre mapuches y huincas han quedado reducidas a su peor expresión y se viven entre el sarcasmo, el desprecio explícito, la desconfianza mutua, el oportunismo y el odio. No sólo José es ladrón entre los mapuches, lo son también las mujeres y los niños, quienes sobreviven a la inanición gracias al rastrojeo en el campo del huinca vecino y al robo de sus uvas. Uno de los intereses centrales en esta obra es justamente probar la hipótesis de que el mapuche se caracteriza por ser ladrón. Es una de sus marcas endógenas:

Mientras hubiese tierra de huinca, el indio robaría, engañaría sin tregua, porque tal era el mandato de su sangre (79)

Las escenas de degradación mapuche en esta novela son parte del plan ideológico de ella. Como se indicó más arriba, uno de los términos derivados de barbarie, que se repite una y otra vez en esta novela, es el instinto, o la instintividad mapuche, lo cual lo conduce a vivir mediante impulsos reflejos, cuando no en la inconsciencia, lejos de la racionalidad analítica y calculadora.

Hombres y chinas ríen, hablan, chillan, el corazón, el pensamiento abierto al instinto brutal (20)

Aunque el huinca vecino amenazara y el peligro ladrase en la reduccóon, la raza vivía como se lo mandaba el instinto (79)

En fin, derivada de la exaltación de la instintividad con que el mapuche guíaría su existencia, resulta otra característica suya que consiste en su animalización y que también apunta a su degradación, retratándolo en el momento en que vive los últimos estertores biológicos y culturales:

El pino de indios fue rodeado. y empujado hacia el camino...Arreados, batidos, llegaron al camino alto (156).

Los carabineros soltaban sus palabrotas sobre el rebaño humano. (156)

Como bandada de choroyes, gimoteando, gruñendo, las chinas volvían a sus rucas (62).

Todavía mordidos por el sueño, los hombres gruñían a las mujeres quejosas (150).

Por último, también se debe mencionar otras formas con las que en esta novela se reifica al mapuche mediante el vocabulario. Por ejemplo, en el contexto de la sociedad chilena se sabe que "china" es un vocablo despectivo para referirse a la mujer indígena Así, las más de las veces se lo utiliza en vez de recurrir a "mapuche" o "india", que habrían sido los vocablos apropiados. Además, los perros del mapuche son denominados también con un vocablo despectivo, "quiltro", el cual refiere a un perro vago, dócil, sucio, generalmente flaco y portador de pestes y enfermedades:

La china empezó a gemir bajito, como un quiltro miedoso, dejando caer el hilillo de angustia (139)

Otra forma en la que se utiliza el vocabulario, con el mismo propósito estigmatizante, consiste en poner un adjetivo como complemento de un nombre inesperado, como es el caso de "infeliz":

El indio se encogia humillado, resignado a la muerte. Los dioses lo verían así a cada instante, si se dignaban bajar sus ojos a la tierra infeliz (179)

En general, la utilización de los adjetivos en la novela revelan la perspectiva del narrador y su consiguiente intención degradadora hacia los mapuches, por ejemplo:

Una fuerza terrible juega en aquellos brazos embrutecidos (177).

Cierre
En resumen, el análisis de la pareja conceptual civilización-barbarie y el seguimiento parcial de su desarrollo histórico ha permitido adentrarse en varias cuestiones relevantes. Una de las más significativas tiene que ver con la comprobación que puede hacer el lector de los propósitos ideológico-culturales que se pueden plantear en algunas obras literarias a través de técnicas literarias más bien simples. En el caso de los narradores de las dos novelas indigenistas analizadas, quedaría claro cual es su plan para el mapuche; de manera que artísticamente sería una forma de adelantar su fin como grupo étnico al retratarlo viviendo ya en la total abyección cultural, más cerca del animal que del humano. Este sería un caso en el que a través de la literatura un autor intenta intervenir en el curso de la historia mediante la manipulación del lector, lo cual también permite sacar algunas conclusiones clarificadoras propias de las dinámicas relaciones que se derivan de los estudios literarios y de los de la historia, dos disciplinas que confluyen problemáticamente en el texto literario.

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NOTAS

1.- Fernández Buey, Fco La Barbarie. De Ellos y de los Nuestros. Capítulo 5. Paidós. Barcelona, 1995 Confirma que esta identidad entre civilización y cristianismo comenzó a popularizarse a partir del siglo VII, de modo que bárbaro será sinónimo de pagano, de no creyente en la fe de Cristo. Hasta entonces entre los romanos bárbaro era considerado el que no hablaba latín, y antes, entre los griegos, el que no pertenecía a esa sociedad y rasgos de crueldad se consideraban sus atributos normales.volver

2.- Harvey Pearce, Roy. Savages of America. New York. Delacorte Press.1955 volver

3.- Llama la atención que Pearce no mencione a otras figuras que durante la Ilustración también se refirieron a los indígenas de América en términos igualmente estigmatizadores, y también con relación a la noción de progreso, como es el caso de Cornelius de Paw, José Pernetty, y Luigi Brenna. Al respecto ver Europa y Amerindia. El Indio Americano en Textos del siglo XVIII. Ediciones Alya-yala. Quito, Ecuador, 1911.volver

4.- Jennings, Francis. The Founders of America. Norton. New York. 1995. Ver Cap. 18 "Fallacies of Frontier History". volver

5.- Guerra, Guillermo. Sarmiento. Su Vida y sus Obras. Nascimento, 1938. volver