PRESENTACIÓN
DEL LIBRO MIENTRAS LOS MUCHACHOS DUERMEN DE CLAUDIO IASÍS
por
Iván Trujillo
Avanzo
enmascarado, larvatus pródeo, dice. Pero no recuerda quién dice. El deseo nunca es idéntico
consigo mismo. Sólo más tarde, cae en la cuenta, cuando un tercero
viene a profundizar un pacto entre-dos. Soltura o usura del
recuerdo. No hay memoria cuando es más de uno y menos de dos lo
único que puede contener la inolvidable. No hay memoria cuando
es tan sólo un aroma todo lo que se recuerda. Esto, quizás,
de "IASEA (fragmentos)" a "COMPOSICIÓN EN
PERSPECTIVA"
Aroma.
Este habrá de volver al final, si
acaso alguna vez se fue, desatándose la verdad. Desatándose,
es decir soltándose, como verdad loca, desquiciada o deseosa. ¿Pero
cuál verdad? ¿Cuál se estima aquí es la verdad que precisa soltura?
¿Cuál se estima aquí es la verdad a cuya soltura es preciso adscribirse?
La verdad filosófica del poema, habría que decir aquella que el
celo poético aborrece pero que repite conspicuamente.
En
el lanzamiento del libro del poeta que hoy nos convoca, advierto
la prescipitación de un pensamiento poético en cuatro aproximaciones
contra el tiempo;
1º:
Prescipitándose: léase este librito abierto de Claudio
Iasís, léase "mientras los muchachos duermen". Léase a
ciegas bajo la noche o bajo la vela del profundo sueño
un librito que escribe con escritura secreta. Librito que
se deja llevar, bajo la simple presuposición de un libro,
pero que, tras un incesante dejarse, secreta el movimiento
circular de una apertura inabarcable hurtada en lo íntimo. Esto
quizás en "CANTO DEL POETA A SU LIBRITO".
2°:
¿Arriesgándose?: en la búsqueda de una lectura apropiada,
viéndose envuelto en el hallazgo de una escena de cosas simples
que de pronto nos hace suya. Fuerza del poema que es nuestra
propia precipitación. Fuerza de una escena que nos ha
leído de antemano, que nos ha leído lo que recién habríamos
de leer. Pérdida de la razón de una lectura en razón de su lectura.
Así quizás en "SU AMOR, EL POEMA HALLADO y EL INCAUTO LECTOR
(Fábula que es cosa de tiempo)".
3°:
Atreviéndose: entrando en la llama leve o calcinante del
nombre; en todo lo que, en el acto de llamar, si acaso este también
pueda ser la acción de la llama, es incinerado por la mirada quemante
del nombre. No importa cuánto tiempo e historia hayan pasado, siempre
habrá una nueva página en blanco escribiéndose en la hoguera. Acaso
en "CRIMINE PESSIMO".
4°:
Confiándose: al poema, a una lapidaria irresolución en su
gesto, y donde su gesta acontece bajo las crudas señas de dicha
irresolución. No se dejaría de leer esto en “CESAR APUÑALADO” (Mármol
tallado. Anónimo del imperio)
¿ Y ahora qué harás César con esas manos
que contra ti se alzan y nunca llegan?
Por siempre te rehuirá
Tu sangre y tu muerte
y la primera vez,
Lo
que nunca llega es aquí la reunión del acto con su acción,
de la sangría y de la muerte, Aunque nunca la "naturaleza
cierta de los gritos " pueda entrar en la inmortalidad
de la piedra, queda no obstante atrapada en su inmediación, El dolor
no puede ser eterno, pero sí infinito en el duro recuerdo
de la sangre y de la muerte. No hay memoria de este cruento derrame
de dolor en la sangre, pero sí un recuerdo que vela, que vigila
y se consume, en la hora precisa.
Hora
esta de la vigilia silenciosa y dulce del
recuerdo "MIENTRAS LOS MUCHACHOS DUERMEN (o el lugar donde
van a anidar mis ojos)”. Avance del recuerdo con usura, borrando
en sí las huellas de su avance como un aroma legado en pacto:
Este
muchacho de más al sur que tú
tenía ese aroma dulce y entonces
no pude dejar de pensar que ése era el aroma de tu cuerpo
cuando venias con todo lo azul por invento y lo blanco
El
recuerdo viene. Viene en la hora precisa, en la de la absoluta
identidad entre aroma y cuerpo; mismo tiempo en el que se recuerda
que un aroma es cualquier cosa menos un cuerpo. El recuerdo no olvida
porque vela; viene siempre y solo, sólo mientras los muchachos duermen.
Mientras
los muchachos duermen
| Presentación de Soledad Fariña
| Presentación de Olga Grau
| Presentación de Iván Trujillo
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