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Juan Carlos Díaz Velásquez

ROTUNDO, APASIONADO, TRABAJÓLICO Y GOZADOR

Por Carolina Román

Decididamente nunca he conocido a alguien que haya gozado tan-

to de la vida como Juan Carlos Díaz Velásquez, el Tata para todos

los que lo conocimos ejerciendo su profesión. Cuando me entre-

vistó en abril de 1991 para ser parte de un nuevo programa de TV

me pareció de primera “jodido”, es que nadie que haya trabajado

con él puede no coincidir en que era un ser rotundo, apasionado,

vehemente en su opiniones, trabajólico, pero por sobre todo un go-

zador de la buena mesa.

Buscaba una “bestia de trabajo”, me dijo, alguien con experiencia

y que fuera capaz de dejar los pies en la calle reporteando, así que

cuando terminó la entrevista, pensé que no lo volvería a ver: yo no

tenía experiencia en televisión, aunque ganas de aprender nunca

me faltaron. Dos días después Juan Carlos, me llamaba para for-

mar parte del Enrédese, uno de los tantos programas que La Red

lanzaba ese año para ser parte de su parrilla televisiva de 24 horas.

Así comenzó mi relación con el Tata. Trabajamos 19 años y seis

meses juntos y aunque yo ya sabía las reglas básicas del periodis-

mo, fue él quien me mostró el camino para hacer de esta pega un

lugar de grandes satisfacciones y un carrusel de emociones.

Cuatro horas de televisión a la vena

Quien haya trabajado en un programa franjeado, sabe lo complejo

que puede llegar a ser producir, preparar y hacer una, dos, tres o

cuatro horas de televisión a diario. Pero para Juan Carlos era como

respirar. Estaba acostumbrado, era metódico, puntilloso, busquilla

y ese era el sello que buscaba para sus equipos. Siempre prefirió

a las mujeres, porque son más esforzadas, trabajadoras y fuertes,

así que se rodeó de chiquillas y a todas nos enseñó un poco de la

magia de esta pega, que era más que una tarjeta bien escrita o una

entrevista bien hecha. Era mucho más, sin duda. Es que para hacer

de la televisión un espacio mágico había que dejar un poco la vida

en cada espacio, había que ir más allá de lo evidente, buscar lo que

no estaba en una guía o un computador, salir a la calle a encontrar

el secreto de las personas y preocuparse de los detalles, siempre de

los malditos detalles.

Pero sería mezquino describir al Tata solo como un jefe enérgico,

a ratos malgenio, un poco impaciente… Juan Carlos era más y eso