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Carolina Eva Cárdenas Beltrán
“ERA LA MUJER MÁS DECIDIDAMENTE PERIODISTA
QUE HE CONOCIDO”
Por Christian Fuenzalida
La Carolita se reía de una forma tan rotunda, como la manera en
que expresaba sus opiniones. A menudo había poco que añadir a
lo que señalaba. Más a menudo me tocaba cambiar de tema, para
evitar la predecible derrota ante la polémica. En los 10 años de vida
compartida, muchas veces lamenté ese rasgo que hacía a las perso-
nas darse vuelta para identificar a la apasionada comentarista. Me
daba vergüenza, a veces rabia, jamás indiferencia.
Hoy, Carolita, extraño tanto esos momentos. También los libros
compartidos, la política de cafetería, ese vestido azul, la risa in-
oportuna con los dientes chuecos.
La nostalgia por lo amado e irremediablemente perdido tiene esa
extraña debilidad por los defectos antes que las virtudes. Quizás
porque es en la imperfección donde somos únicos, donde vivimos
nuestra más profunda identidad.
La Carolita que todos conocieron era la mujer más decididamente
periodista que he conocido. Le encantaba esta profesión desde la
más absoluta de las convicciones. Ante mis dudas, ella exhibía cer-
tezas apabullantes. Su rigurosidad y disciplina intimidaban. Pero
esos atributos los volcaba de manera impensada en aquello que
más le gustaba: las historias de seres mínimos, abandonados o no
escuchados. Era especialmente hábil hablando con los niños. Los
hacía reflexionar y opinar de una manera única. ¿Se acordará algu-
no de estos niños de hace más de 20 años, de esa mujer que alguna
vez los puso frente a una cámara para expresar su punto de vista?
Un mes antes de cumplir 32 años, Carolina Eva Cárdenas Beltrán
se consumió como lo hacen las llamaradas más intensas. Dejó una
hija que se ríe sin estridencia, pero con la misma franqueza; ami-
gos agradecidos por la sinceridad de su afecto; un compañero eter-
namente solo, y señales incorruptibles de su paso por la vida de
todos los que la conocieron.