Year 9, Number 34, October 2006

 

Cinco diferentes tipos de imágenes gammagráficas tiroideas en pacientes con enfermedad de graves tratados con 131I en el Paraguay.
Article N° AJ34-5

 

 

Introducción


La incidencia anual de la enfermedad de Graves en mujeres mayores de 20 años está alrededor del 0,5 por 1000[25] con mayor riesgo de irrupción entre los 40 y 60 años de edad; es así como es considerada la enfermedad autoinmune más prevalente en los EEUU[26]. La enfermedad de Graves es más frecuente en proporción de 1:5 a 1:10 en mujeres comparada con relación los hombres, y es inusual en niños. La prevalencia de la enfermedad de Graves es similar entre los blancos y asiáticos y es menor entre los negros[27].

El factor de riesgo principal para la enfermedad de Graves es el sexo femenino, siendo en parte el resultado de la modulación y respuesta del sistema autoinmune al estrógeno[25]. En algunos pacientes, los eventos adversos (como desamparo, divorcio, y pérdida del trabajo) preceden al ataque de la enfermedad de Graves, apoyando la probabilidad de la tensión psíquica como un factor desencadenante de la enfermedad por medio de una vía neuroendocrina[27]. El fumar está débilmente asociado con el hipertiroidismo de Graves y fuertemente asociado con el desarrollo de oftalmopatía[28]. En las regiones con deficiencia de yodo, la adición de un suplemento de yodo precipita el hipertiroidismo de Graves y otros tipos de hipertiroidismo, por medio del fenómeno de Jod–Basedow[29], la cual se observa en las regiones con deficiencia de yodo en las que se implementó la adición de yodo. El mecanismo de este fenómeno estaría en relación a la proteolisis de la tiroglobulina con pobre yodación previa o por la presencia de personas con bocio que tienen áreas de tejido autónomo funcionante (nódulos solitarios autónomos) que desarrollan hipertiroidismo después de la adición de yodo[30].

Una revisión del seguimiento del tratamiento con 131I, tiroidectomía subtotal y tratamiento con carbimazol realizado en 837 pacientes con hipertiroidismo en el período comprendido entre 1954 y 1987 realizado por Sugrue[38] y colaboradores en el departamento de Diabetes y Endocrinología del Mather Hospital de Dublín en Irlanda, demostró que el tiempo de recidiva después de un tratamiento con carbimazol por 2 años era de 56% a los 5 años y 62% a los 10 años, después de la cirugía fue 6% y 10% respectivamente y con el 131I resultó 3 y 14 %.

La reducción del tamaño tiroideo utilizando una dosis de 15 mCi (555 mBq) que libera a la glándula tiroides 100 Gy observada dentro del año del tratamiento con 131I realizado en 92 pacientes con enfermedad de Graves-Basedow fue observada en un 71% con una mediana de 57% a los 6 meses por Peters y colaboradores[39] en 1996 reducido del 71% al 16% al año después del tratamiento con radioiodo.[39]

Comparando los diferentes tratamientos de la enfermedad de Graves-Basedow en un estudio de costo-efectividad[40] se demostró que el tratamiento con el 131I es el más barato (500 dólares americanos) y el de mayor efectividad (90%) comparado a la cirugía cuyo costo resultó ser 1.250 dólares americanos y a los antitiroideos cuyo costo fue de (1.900 dólares americanos) por tratamiento completo y su efectividad resultó menor (60 %). También en los trabajos de Levy y Ward[39,41] el radioiodo fue el tratamiento de mejor resultado considerando el costo y la efectividad en esta enfermedad. En nuestro país comparando costos en el hospital más pobre (Hospital de Clínicas)[40] se encontró que los gastos totales de una cirugía convencional, que incluyen los costos de la cirugía del paciente (500.000 Gs.), más los gastos hospitalarios(800.000 Gs.) y además la pérdida por inactividad de trabajo (350.000 Gs, que equivalen a 10 días X el jornal diario =35.000 Gs.) es de aproximadamente 1.650.000 guaraníes, el cual es más elevado que el precio del tratamiento con 131I a nivel hospitalario de 800.000 Gs.(ochocientos mil) guaraníes. En un ambiente privado los costos para una cirugía de tiroides alcanzan hasta los seis millones (6.000.000) de guaraníes comparado a los costos de un millón y medio (1.500.000) de guaraníes del tratamiento realizado con el 131I. La cirugía es la terapia más costosa comparada al radioiodo y a las drogas antitiroideas[42]. Otro factor importante a destacar son las complicaciones cardio-respiratorias post operatorias halladas en los pacientes con enfermedad de Graves operados en el Hospital de Clínicas que alcanzaron el 66%[43] lo cual, casi duplica el valor de las halladas en la cirugías de los bocios nodulares hiperfuncionantes operados en el mismo hospital, mientras observamos que al recibir un tratamiento con el 131I son muy raras las complicaciones , entre las que se citan, gastritis y taquicardia, las cuales pueden ser consideradas leves y fáciles de tratar clínicamente. El paro cardíaco se observó en el 2% de los pacientes operados de enfermedad de Graves[43] y las complicaciones anestésico-quirúrgicas (hematomas, hemorragia local, afonía etc.), en el 33% de los pacientes operados con preparación previa de propanolol y antitiroideo[43]. Si las comparamos a los pacientes tratados con 131I no encontramos ninguna complicación de este tipo[44]. En la literatura mundial[45,46] se observa que pacientes con enfermedad de Graves-Basedow se operan solamente entre el 5% y el 10% mientras que en nuestro país el porcentaje de cirugías realizadas en el Hospital de Clínicas alcanzó el 64%[43].

El 131I es utilizado como primera elección[47] en la enfermedad de Graves-Basedow en los EEUU, Europa y Japón en el 69%, 22% y 11% respectivamente. Las drogas antitiroideas constituyen la primera elección terapéutica en el 30%, 77% y 89%, respectivamente en esos países, mientras que la tiroidectomía subtotal posee el nivel más bajo como primera elección (1%) y es mencionada como de elección con unánime falta de entusiasmo[47].

 


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