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DIÁLOGOS SOBRE EL ABORTO “PARIR LAS HABLAS”

6

ES TIEMPO DE QUE LAS DECISIONES DE LAS

MUJERES LAS TOMEMOS NOSOTRAS

Gabriela Ramos

Centro Interdisciplinario de Estudios de Género, Facultad de Ciencias Sociales.

E

l presente texto es una reflexión que surge a partir de mi

investigación sobre la influencia de los discursos públicos

en torno a la negación del aborto terapéutico en Chile, ba-

sada fundamentalmente en la discusión llevada a cabo en el

Senado el año 2012, donde se negó el debate sobre el tema.

Cuando me propuse realizar esta investigación, lo hice sa-

biendo que el tema es simple y complejo a la vez. Es simple

para quienes pensamos y tenemos la convicción de que las

mujeres debemos decidir qué hacer sobre nuestros cuerpos

y los roles que queremos ejercer, pero se complejiza cuando

con verdades absolutas y falta de tolerancia se intenta impo-

ner un actuar único, intransigente e incuestionable.

En términos personales, es impresionante ver cómo el mun-

do conservador permea en nuestras vidas. Las mujeres son

obligadas por el Estado no sólo a ser madres aún cuando ha-

yan sido violadas o sus hijos vivan en condiciones indignas,

sino que además deben hacerse cargo de todo lo que ello

conlleva; tratamientos médicos, psicológicos y los costos de

la vida, que en uno de los países más neoliberales del mun-

do, no es para nada fácil.

Es interesante también cuando se hace referencia a la “natu-

raleza de la mujer”, donde se apela al sentido de maternidad

o instinto maternal que todas las mujeres tendrían por su

condición de tales. Sin embargo, esto se contrapone fuerte-

mente a los temores por legislar en torno al aborto terapéuti-

co, puesto que se sigue pensando que si se entrega la opción

se va a abusar de ésta y que las mujeres preferirían abortar

porque es lo más fácil. Entonces, según estas visiones, esto

no se relaciona con el instinto materno natural que tienen

las mujeres, porque si éste es natural siempre la mujer pre-

feriría la vida del ser que está en su útero, independiente de

las condiciones en las que venga.

Ahora bien, ningún hijo o hija puede sobrevivir los primeros

meses de vida sin su madre, por lo que en el caso de riesgo

de vida de la madre esta premisa natural no correría. Al ser

aplicada a los otros dos casos, inviabilidad fetal y la viola-

ción, se transforma en una paradoja, lo que por un lado mos-

traría que el instinto materno no es tal, ya que si se cree que

una ley humana lo puede eliminar significaría que no tiene

sustento natural inherente a la mujer, y segundo, nos mues-

tra el temor a que se compruebe de forma práctica y objetiva

que existen mujeres (que no son pocas) que priorizan otras

cosas en la vida antes de la maternidad.

Desde que el patriarcado y el capitalismo irrumpieron en

nuestras vidas, siempre ha existido alguien que decide por

nosotras. Por lo general, ese alguien es un hombre. Los hom-

bres decidían (y en algunas culturas sigue siendo así) con

quien se casaban sus hijas, y de no estar presente el padre,

lo hacía el hermano mayor, o el menor, o cualquier hombre

relacionado en términos familiares.

Tal vez puede sonar cliché decir “nosotras parimos, noso-

tras decidimos”, pero en una sociedad y cultura que en-

trega a las mujeres toda la responsabilidad en torno a la

maternidad y crianza de sus hijos e hijas, estoy segura de

que nosotras podemos decidir los roles que queremos ejer-

cer y cuándo hacerlo.