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La generación que vivió la reforma recuerda sus orígenes:
El año 2006 entró en vigencia el Estatuto de la U. de Chile que hoy nos
rige. Sin embargo, el proceso que lo origina comienza en la década de los
‘90, cuando académicos, estudiantes y funcionarios deciden sacudirse la
herencia de la dictadura y apostar por la modernización y democratiza-
ción institucional. Muchas etapas debieron sortearse para lograr conver-
tirnos en la única Universidad con un órgano superior triestamental, de
carácter estratégico y normativo, como es el Senado Universitario.
Fue en mayo de 1997 cuando se articula un
movimiento universitario por la democra-
tización de la Universidad y el diseño de un
Proyecto de Desarrollo Institucional, materias
que habían quedado pendientes luego del
fin de la dictadura. En aquella época, todas
las universidades cargaban con estatutos im-
puestos en los años 80 y, en el caso de la U.
de Chile, se sumaba el despojo de sus sedes
regionales.
En este proceso de cambio tuvo gran protago-
nismo la Fech, encabezada por el estudiante
de la Facultad de Artes, Rodrigo Roco, quien
recuerda el particular contexto político que vi-
vía el país en transición a la democracia, “con
Pinochet en la Comandancia en Jefe”. “(Había)
poca voluntad y capacidad del gobierno de
ese momento de cursar reformas en todos los
planos, al mismo tiempo (…) La reforma de
la educación superior no era necesariamente
una prioridad”.
Desde 1990 ocupaba la rectoría el Prof. de Eco-
nomía Jaime Lavados, quien conformó una
comisión compuesta por Decanos y académi-
cos, presidida por el Prof. Alejandro Goic, para
generar una propuesta de nuevo Estatuto.
sión del Rector, José Luis Federici, en 1987. Sin
embargo, “la lectura que hay desde los distin-
tos sectores es que (Lavados) la guardó en el
escritorio”, sostiene.
Durante el segundo período del Rector Lava-
dos el gobierno de Frei Ruiz-Tagle quiso crear
una Ley Marco para las Universidades del Esta-
do, a partir de la cual se podría dictar el Esta-
tuto de la Chile.
Para el Rector Lavados “lo más conveniente
era esperar a que esa ley se dictara”, relata el
ex dirigente. No obstante se reclamó que esa
“pasividad”, “era funcional a una lógica de
privatización, de precarización, de disminu-
ción del patrimonio universitario, asociada a
las políticas que se habían heredado de los
’80 de autofinanciamiento radical”.
La protesta, entonces, se dirigía al Estado
por la constante disminución de sus aportes,
y hacia la Rectoría, por la implementación de
políticas de adaptación donde la concesión
de la Radio U. de Chile, la venta de parte del
Cerro Calán y del Estadio de Recoleta son al-
gunos ejemplos. Este fue el caldo de cultivo
para la convergencia de la comunidad uni-
versitaria el año ‘97 en la idea de “discutir la
Universidad”.
Recomponer confianzas
“Eran épocas difíciles, donde no había partici-
pación. La gente tenía mucho temor de expre-
sar su opinión”, relata Yasmir Fariña, funciona-
ria de Arquitectura y Senadora Universitaria
2006-2010.
El ex Vicepresidente del Senado Universitario,
Prof. Pedro Cattan afirma: “No desconozco
que muchos (…) habían perdido las capacida-
des de organización, el sentido de lo comuni-
tario y pocos imaginaron lo importante que
era participar. Creo que se surgió de la dicta-
dura con un enorme aletargamiento mental”.
Para el Prof. Hiram Vivanco, Senador Universi-
tario 2006 - 2014, “el diálogo surgió como una
necesidad, no como una imposición (…). Este
sentimientot surgió de los propios universi-
tarios, no provino de las autoridades, lo que
creo constituyó su principal mérito y fuerza”.
Senado conmemora 10 años
construyendoUniversidadPública
Rodrigo Roco
Yasmir Fariña
En el mismo sentido, para Rodrigo Roco era
“una Universidad donde reinaba la descon-
fianza” luego de las exoneraciones, desapari-
ciones y ejecuciones, a lo que se agregaba “la
leyenda negra de lo que fue la reforma univer-
sitaria del ‘68”.
Tampoco se reconocía la existencia de una
comunidad universitaria triestamental. “La
rectoría no estaba dispuesta a discutir la U
más allá del mundo académico (…) Pero ese
discurso no tuvo eco en el mundo académico
mayoritario, más bien quedó un poco aisla-
da”, opina. Con todo, “siempre se pensó que
el destino de esto era un cambio estatutario,
que estableciera espacios para una nueva
convivencia”.
Para Roco, este cambio era un compromiso
programático adquirido en el seno del movi-
miento académico que participó en la expul-