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[9]

Y en torno a este objetivo la convergencia co-

menzó a rendir frutos. En la impresión de Yasmir

Fariña “se produjo algo espectacular, que era el

sentimiento de fraternidad, de defensa de la U

en una cadena de unión férrea, de todos los em-

bates que venían del mercado y del gobierno”.

El desafiante camino

del diálogo

Para conducir este proceso la comunidad

acordó crear una Comisión de Proyecto Ins-

titucional (CPI), que convocó a un Encuentro

Universitario en enero de 1998 y preparó un

Referéndum Universitario que se desarrolló en

abril de 1998, con segunda vuelta en 1999.

La ruta no fue fácil, según recuerda el Prof. Pa-

blo Oyarzún, hoy Senador Universitario, quien

integró la CPI. Cita como ejemplo los momen-

tos de tensión durante la negociación de las

preguntas del referéndum con una comisión

del Consejo Universitario como contraparte,

que proponía tres alternativas para la mayoría

de las preguntas, lo que arriesgaba llegar a los

quórums de aprobación. “Estuvimos a punto

de levantarnos de la mesa”.

Concuerda con ello Rodrigo Roco. “Para mí es

tremendamente simbólico que el día que se

instaló la CPI, el 4 de agosto de 97, esa primera

vez en que se sentaban 3 funcionarios, 8 es-

tudiantes, 16 académicos en una estructura

formal, creada por decreto, el ambiente era de

cortarlo con cuchillo”.

En torno a la viabilidad del Encuentro Uni-

versitario también surgieron críticas, afirma

el Prof. Oyarzún. “Este Encuentro organizado

para dos semanas era una locura, (se decía

que) no va a tener ningún resultado. Y diseña-

mos un proceso metodológico absolutamen-

te riguroso, los estudiantes estuvieron total-

mente organizados. Y eso se logró muy bien”.

El ex Senador Hiram Vivanco, quien integró

la CPI, lo reafirma. “La participación fue im-

portante en número y calidad”. “Creo que esa

conciencia de pertenecer a nuestra Casa de

Estudios nos distinguió de otros académicos,

lo que se reflejó en que fuimos la única insti-

tución de educación superior que fue capaz

de modificar sus Estatutos”.

“A pesar de todas las grandes dificultades que

hubo (…) fueron momentos en que imperó la

cordura, porque de habernos levantado de la

mesa se quebraba la U”, señala Oyarzún.

Según Roco, un año después, al finalizar su

trabajo la CPI, había un ánimo totalmente

diferente entre sus integrantes, “habiendo

un reconocimiento por lo que puede aportar

cada uno desde su posición”.

El aporte de los estudiantes

En opinión del rector Ennio Vivaldi, quien

como académico participó activamente de

este movimiento universitario, el aporte de

los estudiantes a través de sus dirigentes fue

sustancial. Durante los primeros años de la

transición “el estupor fue enorme, porque

nadie podía creer que pasaba el tiempo y

no había ninguna voluntad de hacer nada. Y

sale a fines de los ‘90 un movimiento estu-

diantil con mucha fuerza, con una dirección

excepcionalmente lúcida, una camada de

dirigentes estudiantiles brillante, y que es ca-

paz de plantear estos problemas”.

Parte importante del éxito del proceso, sos-

tiene Oyarzún, se debió a que “había un alto

grado de organicidad en todos los segmen-

tos del movimiento estudiantil”, con un gran

respaldo de las bases a sus dirigentes, que se

sentaban en las mesas de negociación.

Para Roco, los buenos resultados tuvieron

relación con el concepto de democracia uni-

versitaria, entendida en función de la gene-

ración de conocimiento. Eso los llevó “a asu-

mir y a promover que el mundo académico

tiene la principal responsabilidad de lo que

ocurra o no ocurra en la U”. “Los estudiantes

no estaban aspirando a ser ellos los que go-

bernaran la U, sino a que la U tuviera un sen-

tido de país y donde existiera espacio para

expresar distintas visiones”.

Periplo hacia el Senado

Universitario

Conocido el resultado del Referéndum, una

Comisión Normativa Transitoria –compuesta

por 28 académicos, 7 estudiantes, 2 funcio-

narios- se avocó a la compleja tarea de re-

dactar una propuesta de nuevos Estatutos

para la U, durante 1999 y 2001. Finalmente,

entre 2002 y 2004, la Comisión Senado Uni-

versitario –con similar composición- elaboró

las políticas y estrategias de desarrollo insti-

tucional desde la perspectiva de la función

normativa y abarcó otras materias que el

nuevo proyecto de Estatuto contemplaba

como funciones del futuro Senado Univer-

sitario.

Entre los principales cambios, el nuevo Esta-

tuto reconoce a la comunidad universitaria

como instancia compuesta por académicos,

funcionarios y estudiantes; separa los po-

deres en el gobierno de la U, quedando la

función ejecutiva en el Consejo Universitario

–ya existente- y creando un Senado Universi-

tario triestamental como órgano normativo

y estratégico; además de instalar un Consejo

de Evaluación, como superintendencia de la

función evaluadora de todos los procesos

universitarios.

La promulgación del nuevo Estatuto ocurrió

en marzo de 2006, luego de un largo proceso

en el cual hubo que conseguir el respaldo del

Presidente de la República para la presenta-

ción de la nueva ley ante el Congreso Nacio-

nal, el consiguiente apoyo de los parlamen-

tarios y el visado del Contralor General de la

República.

Avances y desafíos

Para el Prof. Oyarzún, con la reforma se reafir-

maron los principios de la U. de Chile en cuan-

to a su compromiso con el país y en torno a

la equiparación entre funciones académicas:

docencia, investigación y extensión. No obs-

tante, desde su punto de vista queda hacer

dialogar de mejor forma el Proyecto de Desa-

rrollo Institucional con el Estatuto.

En cuanto al Senado, éste le parece que “ha

generado una experiencia, que es una apues-

ta por una forma distinta de gobernanza uni-

versitaria, que evidentemente ha demostrado

no poner en crisis la institución, todo lo con-

trario”, afirma. Con todo, “Ha estado en una

situación de apremio constante por la misma

forma de operar de la Universidad actual, por

las estructuras de poder, entonces no ha teni-

do suficiente espacio para desarrollar proce-

sos reflexivos de largo plazo, que es su prime-

ra misión para mi gusto”.

En esta línea, el Prof. Vivanco señala que “cos-

tó, y sigue costando, tomar conciencia de que

existe una nueva institucionalidad universita-

ria. Puedo dar testimonio directo de lo com-

plejo que fue instalar el Senado. Todavía hay

universitarios que no conocen sus funciones

ni composición. En ese sentido, la gestión del

cambio institucional no ha sido todo lo positi-

va que podríamos haber esperado”.

En cuanto a los resultados concretos de la re-

forma, el Rector Vivaldi señala que “el Senado

ha sido un factor clave. Ha generado un foro

muy importante de debate y ha creado una

cultura de convivencia. Lo que se logró es ins-

talar la idea de que un ente como el Senado

agrupara a una universidad desde el punto de

vista horizontal”.

Pablo Oyarzún