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El segundo es la afectación a las opor-

tunidades de educación de la persona

y del ambiente de enseñanza, bien sea

porque un profesor u otro funcionario

condiciona una decisión o beneficio

educacional a la sumisión del estu-

diante a una conducta sexual que no

es bienvenida, o porque estas conduc-

tas generan un ambiente percibido

como hostil, ofensivo o amenazador

por la víctima, que la lleva a dejar de

participar o beneficiarse de dichos

programas educacionales.

2

En este punto, debe considerarse que

si bien algunos compor-

tamientos pueden ser considerados como ofensivos o poco

profesionales, no necesariamente serán considerados como

acoso sexual.

Por ejemplo, el uso de groserías o lenguaje vulgar

no implica abuso sexual, a menos que esté claramente orientado

hacia una connotación sexual que promueva un ambiente laboral

hostil. Además, los incidentes aislados pueden no ser suficientes

para crear un ambiente de trabajo hostil. La ocurrencia frecuente

de ofensas menores y comportamiento no adecuado, de todas

formas, debería ser suficiente. Sin embargo, un solo incidente

escandaloso podría escalar hasta el nivel de acoso sexual depen-

diendo de la severidad del evento

1

.

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Guía para el Acoso Sexual de la Universidad de Pennsylvania.

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