UNIVERSIDAD DE CHILE
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“Miembros de la décimo sexta Comisaría de Carabineros de
La Reina llegaron al Hospital Luis Tisné cerca de la una de la
madrugada de este lunes, luego de haber recibido la denun-
cia del médico de turno.
Según lo señalado por el profesional, la adolescente de 17
años llegó al recinto hospitalario con lesiones producto de
un aborto. Entre ellas, una intensa hemorragia que hoy tiene
en peligro su vida.
Tras la denuncia, Carabineros llegó hasta el hogar de la jo-
ven, donde se realizó un rápido registro. Tras las pericias, fue
hallada una bolsa plástica en el antejardín de la casa, con
ropa y una placenta al interior.
La menor permanece inconsciente y en peligro de muerte
luego de sufrir una hemorragia vaginal de carácter grave. La
policía, en tanto, ya puso los antecedentes del caso a dispo-
sición de la Fiscalía Metropolitana Oriente”.
Ella ya había respondido a la única pregunta que tiene senti-
do en tal caso: ¿deseo ser madre? Sin embargo, la clandes-
tinidad la ponía en una muy personal pregunta: ¿cómo hacer
un aborto y no morir en el intento? Ella se encontraba en esa
delgada línea que hace la diferencia entre un aborto seguro
y uno inseguro en Chile. Su pobreza y su extrema juventud la
pusieron del lado inseguro.
¿Por qué no había vivido los últimos 12 meses en Uruguay?
IV.
A propósito de la escritura de un artículo hice una llamada tele-
fónica anónima –como suele ser- a una organización que resiste
la despenalización del aborto. Conversé con una mujer. En parte
de la conversación, ella me preguntó si alguna vez había hecho
un aborto. Respondí que sí. Entonces me preguntó si tenía hi-
jos. Le respondí que dos. Ella dijo: “¿sabe usted que odia a sus
hijos?”. “¿Qué le hace pensar que odio a mis hijos?”. Ella dijo:
“Usted mató a un hijo. Cuando se aborta es porque una mujer
odia ser madre. Aunque usted no lo sepa, odia a sus hijos”.
En mí no resonaba nada de lo que ella decía sobre mis hijos,
mi aborto y yo. Pensaba con tristeza en cómo mellaría en las
chicas pobres que aun queriendo interrumpir un embarazo,
terminan en esa organización que les forzará a continuarlo.
V.
Dijo el autoritario presidente de un partido de derecha a pro-
pósito del proyecto que legaliza el aborto por tres causales.
“Parlamentario de Renovación Nacional que vota a favor del
aborto debiera ser expulsado del partido”.
Un dirigente que se posiciona desde principios democráti-
cos replicó: libertad para votar en conciencia. Eso, libertad
de conciencia para decidir sobre mi cuerpo, sobre mi vida,
reclamo yo.
Dijo el Presidente de Francia, Valéry Giscard d’Estaing, al
promulgar la ley de interrupción voluntaria del embarazo:
“Yo soy católico, pero soy presidente de un Estado laico.
Yo no impongo mis creencias personales a mis conciudada-
nos, sino garantizo que la ley se corresponde con el estado
real de la sociedad francesa, de modo que se respete y se
puede aplicar”
Dijo el Vicepresidente de EEUU, Joe Biden, en uno de los
debates de la última elección presidencial:
“Mi religión define quién soy. Y he sido un católico practican-
te toda mi vida. Con respecto al aborto, acepto la posición de
mi iglesia que la vida comienza en la concepción. Ese es el
juicio de la Iglesia. Lo acepto en mi vida personal. Pero me
niego a imponerlo a los cristianos igualmente devotos y los
musulmanes y los Judíos-; me niego a imponerlo a otros”.
En otras democracias del mundo, ellos estuvieron enfrentados
a la pregunta por su coherencia entre su actuación pública y su
convicción personal en torno al aborto y ellos respondieron sin
dudar sobre su convicción en torno a la democracia.