DIÁLOGOS SOBRE EL ABORTO “PARIR LAS HABLAS”
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SALUD PÚBLICA Y DERECHO AL ABORTO:
DE LA VANGUARDIA AL REZAGO
Pamela Eguiguren Bravo
Jefa de Programa Salud y Comunidad, Escuela de Salud Pública Dr. Salvador Allende, Facultad de Medicina.
E
l primer proyecto de legalización del aborto ingresó de
manos de un médico al parlamento en 1937, evidencia
de que esta discusión llevaba un recorrido avanzado en el
país en esos años.
Quién diría, al vernos hoy y percibir el tono moral de la discu-
sión actual sobre el aborto, que fuimos pioneros en América
Latina en la implementación de políticas que brindaban la
información y los recursos para que las mujeres planificaran
el número de hijos que deseaban tener y cuándo tenerlos.
Esto en 1965, tres años antes de la Conferencia Mundial de
Derechos Humanos de Teherán (1968), donde fue definido
por primera vez el derecho de las mujeres y parejas “a deci-
dir el número y espaciamiento de los hijos”.
El gran salto de las tecnologías de la reproducción que acom-
pañó a las mujeres en su apertura hacia tareas e intereses
distintas que la dedicación única a la crianza y al hogar, lo
dio tempranamente nuestra salud pública y nuestro país en
la década de los sesenta, con la Iglesia Católica incluida,
pasando de familias de diez hijos como era frecuente en las
generaciones de nuestras madres a los dos o tres actuales.
Esto bajo las orientaciones y convicción de nuestras y nues-
tros salubristas. Esos mismos salubristas, que ante la impo-
tencia frente a la muerte de cientos de mujeres que recurrían
al aborto en la clandestinidad fundamentaron la necesidad
del acceso a la anticoncepción, implementaron a inicios de
los ‘70 un programa de interrupción del embarazo en el Hos-
pital Barros Luco, brindando un aborto seguro para evitar que
las mujeres siguieran exponiéndose a morir.
El 11 de septiembre de 1973, como lo relata Anibal Faúndez,
uno de los médicos protagonistas de esa causa, marcó el fin de
esa iniciativa y el comienzo del exilio para varios/as de quienes
participaban de ella y de connotados/as salubristas de la época.
La dictadura se encargó de romper la tradición vanguardista
de nuestra salud pública. No conforme con las restricciones
y retrocesos impuestos al programa de planificación familiar
en esos años, debilitando y recortando recursos para brindar
esos apoyos a las mujeres, da su golpe de gracia eliminando
el aborto terapéutico de nuestro código sanitario en 1989,
que como ya saben existía desde el año ‘31.
A diferencia de lo que ocurría en los años ’60, cuando Chile
era pionero en la instalación de servicios que hacían posi-
ble ejercer derechos que recién se estaban definiendo, hoy
respecto del aborto observamos que desde la década de
los noventa y permanentemente, órganos que supervisan el
cumplimiento de tratados internacionales de Derechos Hu-
manos no han dejado de hacer ver, oficialmente y en repeti-
das ocasiones, la necesidad de modificar la prohibición total